Que soy fan de las aventuras gráficas no creo que sea sorpresa para nadie que lea este blog. Me gustan mucho las aventuras de LucasArts/Lucas Films Games pero, la razón por la que me enganché a las aventuras gráficas no fue por los geniales Ron Gilbert, Tim Schafer, Dave Grossman, Hal Barwood o Gary Winnick entre muchos otros sino por una mujer, Roberta Williams y King’s Quest V.
Siempre hubo comparaciones entre los juegos de Lucas y de Sierra On-Line con bandos claros y en muchos casos irreconciliables. En mi caso, tengo que decir que jugaba las de ambas compañías con mucha alegría pero siempre tuve un poco de preferencia por Sierra porque el primer juego que me compré para PC fue ese King’s Quest V y era difícil no acabar enamorado. Una caja realmente preciosa con una ilustración del Rey Graham mirando el castillo de Daventry en un homenaje a «El caminante en el mar de nubes» de Caspar David Friedrich mientras el título estaba en letras doradas.
Traducido al castellano, un manual a todo color y el juego tenía una maravillosa aventura de fantasía con preciosos gráficos VGA de 256 colores.
Una maravilla, vaya, que me impresionó muchísimo cuando vi de lo que eran capaces los juegos, no solo de ser divertidos, disparar a cosas o saltar y esquivar cosas, sino contar una gran historia que, además, era yo quien iba avanzando conforme resolvía los problemas que me encontraba en el juego.
Esto fue hace muuuuchos años. King’s Quest, después de La máscara de la eternidad, también desapareció y poco después la propia Sierra On-Line, pero siempre quedó un recuerdo maravilloso de sus productos, de los Larry a Half-Life pasando por Space Quest, Gabriel Knight, Betrayal at Krondor o Hero Quest entre muchos otros.
Cuando vi que Ken Williams, el marido de Roberta Williams y cofundador de la compañía, había aprovechado la pandemia para contar la historia de Sierra On-Line, me interesó inmediatamente.
Los Reyes Magos, que me conocen bien, me lo trajeron y apenas he tardado cuatro días en terminarlo.
Sin embargo, no todo es bueno en el libro.
El libro cuenta la historia de Sierra desde el punto de vista de Ken Williams y abarca desde que empezaron con Mystery House hasta que Sierra desapareció. En general es muy interesante, capítulos como la creación de la empresa o cómo llegaron a realizar la primera aventura gráfica de la historia son genial. Pero enseguida te das cuenta de que es el libro del Williams equivocado.
Quiero decir, es muy interesante pero es la historia del CEO de una gran empresa que casualmente hace videojuegos. Incluso tiene interludios en los que expresa su filosofía empresarial, la de marketing, la de producto o consejos para entrar en la industria. Además estamos hablando de un tiburón que tenía claro un objetivo que era ganar mucho dinero. No hacer juegos, no aventuras gráficas sino ganar mucho dinero. No es un mal objetivo porque para ello buscó siempre hacer los mejores juegos posibles y su filosofía de dar todo el apoyo a los desarrolladores está muy bien. Pero también dice bien claro que si un juego no funciona es poco probable que el diseñador vuelva a hacer otro, se juega su carrera en cada juego. O que la lealtad de los empleados con la empresa está muy bien y la de la empresa con el empleado también… siempre que sea bueno para el negocio.
Destaca una sinceridad brutal del autor. Se podría considerar un ego inmenso pero no es eso, reconoce enormes errores que cometió como destaca las cosas que hizo bien.
Todo eso está muy bien y ver cómo crece Sierra es apasionante en muchos momentos, tanto como el error inmenso de la venta y la caída de la empresa.
Pero los juegos son productos para él, habla de la pasión que le ponía Roberta Williams pero poco más. No se habla demasiado de los juegos que se hicieron. Tiene un capítulo dedicado a Phantasmagoria, otro a Half-Life, por supuesto al primer King’s Quest y poco más. Creo que es posible que se mencione en un momento dado de pasada Space Quest, Police Quest por el asesor que eligieron, nada menos que el infame Daryl F. Gates, Jefe de Policía de Los Ángeles que tuvo que dimitir tras la brutal paliza a Rodney King y la desastrosa gestión de los tumultos de Los Ángeles pero casi nada sobre el juego en sí mismo y en ese mismo sentido se habla muy poco de los King’s Quest, y por supuesto nada de su desarrollo, desafíos, éxito o similares. Teniendo en cuenta que fue la empresa de videojuegos para PC más importante del mundo, echo de menos que hable de los videojuegos.
Se nota que se separó muy rápido de crear los juegos y se dedicó a convertir el talento de su esposa en una gran empresa.
Es interesante porque es una perspectiva que se ve muy poco pero queda muy coja porque contó con algunos de los mayores talentos de la industria y se menciona menos a Jane Jensen, Al Lowe y demás diseñadores que a los directores de marketing o ceos que tuvo la compañía.
Se habla antes de Outpost, un juego que fue un fracaso, que de los Hero Quest, Larry, Betrayal at Krondor, King’s Quest o Police Quest. Nada de cómo llegaron a hacer esos juegos, qué se les ocurrió, cómo superaron los problemas que surgieron, ni siquiera de qué iban. Prácticamente nada.
Aún así, aunque me parece que se queda muy cojo, lo que hay, la parte empresarial y la visión de los juegos desde el punto de vista de producto y sus resultados, es muy interesante, diferente a la mayoría de libros de videojuegos y se lee de un tirón.
Además, la edición es estupenda, tapa dura, muchas imágenes muy bien elegidas e incluso apéndices interesantes como otros libros sobre Sierra o una cronología con todos los lanzamientos de la compañía y los eventos más importantes.
Game Press se ha convertido en mi editorial favorita de libros sobre videojuegos. Los misterios de Monkey Island, El libro de las aventuras gráficas, o Jacked, la historia fuera de la ley de GTA son los otros libros que tengo de la editorial y todos han sido publicados con mucha calidad.
En definitiva un viaje muy interesante por la historia de Sierra On-Line al que le hubiera añadido la parte Roberta Williams y los demás diseñadores de videojuegos hablando de ellos.
Saludos fremen