
Vivir y trabajar en Madrid hace que muchas veces se te olviden las cosas buenas que tiene la ciudad. Así que, de vacaciones hemos aprovechado para hacer de turistas por Madrid. Primero un brunch en el Edificio España y después la parte más interesante, la visita al museo del videojuego OXO.
Lo primero que me sorprendió cuando lo abrieron es que estuviera tan céntrico, pegado a la Plaza de Callao en un palacio Isabelino del Siglo XIX que fue la sede de la librería La Central, ahora justo enfrente.
A los que nos gustan los videojuegos, un museo del medio es una de las grandes aspiraciones, así que fui con mucha ilusión y unas altas expectativas.



Estoy asombrado del éxito que están teniendo juegos como «Acariciar al perro» o su apasionante continuación «Acariciar un gato». La razón no es que los millones de amantes de los perros o gatos hayan descubierto que es mucho mejor clicar en un botón para acariciar a un animal sino que así consiguen fácil y en unos pocos minutos un trofeo Platino que exhibir en sus vitrinas.
Esta entrada es casi una celebración de la fantástica noticia que ha dado Ron Gilbert la semana pasada.




