Del Conde de Montecristo a Atalanta

El MSC Poesía

Ya estamos de vuelta. Diez años de casados hacen que las vacaciones se planteen un poco distintas pero no dejamos de ser nosotros mismos y en este blog ya se avisa que nos gustan las buenas historias. Y si te vas de vacaciones ¿Dónde mejor que a sitios que cuenten grandes historias?

El Castillo de IF
El Castillo de IF

Dicho y hecho, cogimos un crucero, el MSC Poesía y nos embarcamos el 26 de Agosto desde Barcelona para Marsella donde íbamos a ver Arles, patrimonio de la humanidad, pero yo dónde quería ir de verdad era al Castillo de If. Por circunstancias la excursión original se malogró y terminamos en el castillo donde estuvo apresado catorce años el Conde de Montecristo. Fue genial ver la celda que según la novela de Dumas ocupó Edmundo Dantés, el lugar desde donde le arrojaron, ver la manga de agua que lo separa de Marsella y recordar cómo le recogen unos pescadores mientras surcas esas mismas aguas. Como añadido, también estuvo, y esta vez de verdad, alojado brevemente el «hombre de la máscara de hierro», que no se sabe quién fue realmente aunque según la novela de Dumas era el gemelo de Luis XIV.

Después disfrutamos de las playas de una de las islas del archipiélago, pero tienen mucho que aprender de las playas, que son de piedras afiladas, aunque no de las aguas que eran cristalinas. Allí me tuve que despedir de mi querido teléfono móvil, cuyo espíritu aventurero le llevó a la exploración submarina con resultados fatales.

Esas puertas representan la salida del
Esas puertas representan la salida del «barrio chungo»

Recuperado del shock de cortar mi conexión con la red de datos, de estar aislado del mundo, en definitiva de no tener teléfono, a pesar de pedir en uno de los restaurantes del crucero un bol de arroz para intentar secarlo y resucitarlo, continuamos el viaje hacia otro de los patrimonios de la humanidad, Génova. Toda la Strada Nuova es maravillosa con los distintos palacios y las joyas que alberga en su interior (Rubens, Caravaggio, Rivera, Murillo) y con el añadido de atravesar desde el barco, porque para algo fuimos sin guía ni nada similar más que la preparación previa que llevaba, la «pequeña asia», un barrio oscuro, muy sucio y con todo tipo de individuos tirados por las calles o reunidos en grupitos y con miradas poco amistosas, adornado todo con olor a curry y orina. Una vez atravesamos ese dédalo de bazares de electrónica, puestos de comida hindú y locutorios ya se abrió ante nosotros la parte más espectacular de Génova, parte del imperio español como todo lo que visitamos a partir de entonces. La influencia de Carlos I y Felipe II fue enorme en toda esta parte de Italia.

Asombrosamente sin mayor incidente que asistir a una discusión a la italiana entre el jefe de un restaurante y una de sus camareras que desisto de describir pero que parecía escapada de «Matrimonio a la italiana», regresamos al barco.

Un par de apuntes sobre el crucero. Hay pocas cosas que me hayan gustado más que estar sentado en el balcón del camarote leyendo con el mediterráneo hasta donde alcanza la vista y oyendo el sonido de las olas. Por otro lado, si bien el crucero es espectacular, había momentos de auténtico peligro como intentar comer algo en el buffet. Porque podías ir a comer a un restaurante o a cenar a otro pero con las excursiones si se pasaba el horario hay un enoooorme buffet libre abierto durante veinte horas al día. Pues bien, parece que el objetivo de algunos, muchos, es tomar el buffet y a pesar de que había comida para alimentar a una parte considerable de Africa, el espectáculo de platos piramidales y de dos pisos, mala educación y uso agresivo de los codos era bochornoso.

Por otro lado, viajar para celebrar el aniversario también te hace centrarte más en tu pareja pero en este caso, además, tuvimos la enorme suerte de conocer a compañeros de viaje que hicieron que la experiencia de viajar fuera muchísimo mejor. De hecho, en el restaurante para la cena te asignan una mesa y nosotros queríamos una mesa para los dos. En esa primera noche nos explicaron que ya no era posible pero que lo mirarían para la siguiente. Lo aceptamos y nos sentamos en la mesa con otras dos parejas, Marina y Gabriel, madrileños como nosotros, y Vannessa y Juan, de Palamós. Es curioso como gente con intereses tan diversos y tan pocas cosas en común a primera vista pueden congeniar tan bien y divertirse tanto. Tanto es así que al día siguiente ya no le dijimos nada al maître sobre la mesa para nosotros dos. En días posteriores se añadieron Jose y Pepi, de Barcelona, con los que también congeniamos muy bien.

Pompeya con el Vesubio al fondo y una de las esculturas de Mitoraj
Pompeya con el Vesubio al fondo y una de las esculturas de Mitoraj

Pero al día siguiente se acercaba uno de los momentos cumbres y una de las razones principales de coger este crucero, la llegada a Nápoles. Realmente de Nápoles no vimos nada, apenas el puerto, pero a cambio pudimos visitar Pompeya a nuestras anchas, ver el lupanar, las panaderías, el foro, las villas y los moldes de los que habían muerto por la erupción del Vesubio. Además, la guía que llevábamos era sensacional y consiguió que viajáramos al pasado y viéramos los últimos días de Pompeya como si estuviéramos allí. A esto se añadió que tuvimos la suerte de que hubiera la exposición de un escultor, Igor Mitoraj, que hace unos años exhibió sus monumentales esculturas en Madrid y que nos había gustado mucho. Aquí descubrimos que las primeras excavaciones con el redescubrimiento de Pompeya fueron gracias a Carlos III, aunque el enfoque era más a lo Tomb Raider que científico. Al fin y al cabo Napoles fue un par de siglos parte del reino de España.

Sin duda fue uno de los mejores momentos y del viaje y adquirimos un pequeño cuadro que un pintor con autorización para hacer reproducciones de las obras de Pompeya realizó allí y que es una bellísima reproducción de la poetisa Safo de Mitiline, uno de los frescos romanos más famosos.

El campanile de la catedral de Messina. Todas las figuras son autómatas.
El campanile de la catedral de Messina. Todas las figuras son autómatas.

Más que satisfechos partimos hacia el estrecho de Messina, donde visitamos la ciudad del mismo nombre y descubrimos que el italiano que allí se habla se entiende mucho mejor que en cualquier sitio y es porque es un dialecto calabrés que conserva muchas palabras y expresiones españolas. También nos asombró como la ciudad se recuperó de los diversos terremotos que la asolaron e impresiona la espectacular restauración de su catedral, riquísima y que no hace por menos que recordar las donaciones de Michele Corleone en El Padrino III para ayudar a la iglesia en Sicilia. Además, probamos hasta tres variedades de los célebres Cannoli, tan famosos gracias a Los soprano o El padrino.

La Valeta
La Valeta

Lejos ya de las cunas de la Camorra y la Mafia nos dirigimos hacia Malta, la muy católica Malta que en su concatedral de San Juan no se conformaron con el pan de oro sino que utilizaron oro de veinticuatro quilates, dónde vino a refugiarse Caravaggio después de matar a dos ciudadanos en Roma (y de donde huyó después de pintar dos obras maestras y matar a otro ciudadano). Malta que fue entregada por Carlos I a las Caballeros de la Orden hospitalaria de San Juan de Jerusalén después de que estos fueran expulsados por Solimán el magnífico a cambio del pago simbólico de un halcón. Es el argumento de «El halcón maltés», de John Huston, pero no era como en la película una estatua con piedras preciosas sino un auténtico halcón entrenado para la cetrería y se entregó anualmente hasta que fueron conquistados por Napoleón Bonaparte, aunque la tradición se recuperó en 2.005 entregando el tributo del halcón al rey de España. Visitamos Mdina, la antigua capital y La Valletta y las fortificaciones y diseño militar de la ciudad son impresionantes, pero no más que los palacios y catedrales. Demasiado breve el tiempo que tuvimos para verla..

La lonja de Palma por la noche.
La lonja de Palma por la noche.

A Palma de Mallorca ya llegamos por la noche y estuvimos disfrutando de la gastronomía con mucho entusiasmo, un poco cansados de una cocina mayoritariamente italiana, pues el crucero es italiano.

Por muchas veces que la vea, cada día me parece más impresionante.
Por muchas veces que la vea, cada día me parece más impresionante.

Partimos por la mañana y llegamos a Barcelona. Claro, tanta sobre dosis de historia, batallas, aventuras y catástrofes naturales hizo que, después de visitar la Sagrada Familia (alguien debería auditar las cuentas, es impresionante, de lo más impresionante que se pueda ver, pero llevan 126 años y todavía les queda una enormidad) cuando visitamos Norma Cómic (Una maravilla de librería), arrasé con los cómics europeos de aventuras. Así cayeron los dos tomos de Cutting Edge de Francesco Dimitri y Mario Alberti y el integral de Atalanta de Crisse. Además mi mujer me regaló la edición de lujo de la Marca Amarilla de Edgar P. Jacobs, que es enorme, 40 x 30 cm y plagado de extras. Yo le correspondí con la joya de un ojo fenicio con un pequeño zafiro.

Directo de Norma Cómics
Directo de Norma Cómics

Unas vacaciones estupendas, mar playa, historia, aventuras, cultura y cómics, lo mejor para recargar las pilas. Ahora solo resta utilizar esa energía bien para la nueva temporada.

Saludos fremen.

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