El juego que haría llorar a los jugadores de Dark Souls, uno de los arcades más difíciles y enfermizos que se puedan imaginar, lo diseñó Tokuro Fujiwara el mismo año que Commando, pero este supera al otro en dificultad por varias magnitudes.
La trama era antigua incluso cuando salió la máquina arcade en 1985.
Han raptado a la princesa y hay que ir a rescatarla. El protagonista, Sir Arthur tendrá que atravesar seis fases y a la séptima enfrentarse con el jefe final, Astaroth.
Para ello vamos armados con unas lanzas que podemos arrojar a los enemigos y podremos encontrar otras armas por el camino como dagas, hachas, antorchas o escudos. Luego, en la parte de juego tramposo hablaremos de los escudos.
Además llevamos una armadura que nos evita morir al primer toque, aunque sí al segundo, cuando nos aciertan mientras vamos en calzoncillos.
No solo podemos avanzar o retroceder, también saltar y podremos subir y bajar las escaleras que encontramos.
Nos enfrentamos a multitud de enemigos. Empezamos con los Ghouls, aunque a mí me recuerdan a zombies, y a fantasmas que nos arrojan bastones, aparte de cuervos, plantas carnívoras que escupen ojos, murciélagos… hasta que llegamos al primer jefe final
Así durante los cinco primeros niveles en los que nos encontraremos con zombies, cuervos, plantas, espíritus, gárgolas, caballeros oscuros, espectros, cíclopes, demonios azules, demonios rojos, ogros, duendes morados, murciélagos, gólems, dragones y esqueletos. En el sexto piso en cambio nos encontramos a los jefes finales de los anteriores niveles como enemigos normales, para llegar hasta el séptimo nivel dónde nos espera Astaroth.
Los niveles por los que atravesamos son muy variados, aunque no nos dé tiempo a fijarnos mucho con tanto enemigo.
Empezamos por el primer nivel que es el del cementerio y el bosque, en el segundo el palacio de hielo y el pueblo, seguimos por el tercero que son las cavernas dónde nos encontramos al primer dragón. Al superarlo llegamos al último nivel antes del castillo dónde las plataformas y el puente de fuego que al final tiene al segundo dragón.
Luego están los dos niveles del castillo. El inferior es complicado porque casi todos los enemigos ya derrotados aparecen aquí y al final te encuentras con una gárgola que solo es vulnerable cuando abre las alas.
El siguiente nivel es el más puñetero en un juego realmente puñetero. No basta con enfrentase con diversos jefes, cuando se llega al final del nivel hay que luchar con dos gárgolas. Sí, esas que se cubren con las alas, que disparan estrellas y, sobre todo, se lanzan en picado. Pero si lo haces, que sea con el escudo, porque si, como yo, cuando por fin lo logré por primera vez, es con la lanza, te dice que así no vale, que tiene que ser con el escudo y te devuelve medio nivel atrás, cerca de dónde se podía cambiar el arma por el escudo.
¿Porqué es este juego tan difícil? A la cantidad enorme de enemigos que te atacan todos con patrones distintos y que normalmente se combinan dos o tres distintos a la vez, cada nivel va siendo más difícil añadiendo plataformas o un nivel de jefes finales pero luego también tener que volver a pasarse el nivel más difícil del juego si no has usado el arma adecuada. Eso sí, no te dicen en ninguna parte que tenga que ser con un arma concreta hasta que te pasas el nivel con el arma equivocada.
Otra forma de dificultar aún más el juego es que haya un temporizador de tres minutos al inicio de cada nivel. Si no se consigue terminar el nivel antes de que llegue a cero, Sir Arthur muere.
Aunque lo mejor es esto. Una vez has derrotado a tiempo y con el arma adecuada a la gárgola, llega el momento de luchar con Astaroth.
Hay que esquivar sus ataques con proyectiles de fuego y dispararle desde cerca para que el escudo le alcance. También retroceder a tiempo para que no toque a Sir Arthur. Cuando por fin es derrotado, nos dice que todo ha sido una trampa y nos manda a volver a pasarse el juego completo.
Me parece no solo una injusticia sino también un ejercicio de pereza suprema por parte del desarrollador que, en lugar de acabar ahí el juego y dar oportunidad para volver a jugarlo, o crear nuevas misiones, hay que jugar dos veces a lo mismo, volver a pasar por los mismos escenarios con los mismos enemigos, aunque esta segunda vez sea aún más difícil. Para mí, esto le resta muchos puntos.
El juego es extremadamente difícil, pero tiene tanto carisma que engancha y dan ganas de seguir jugando. Su apartado gráfico es caricaturesco y bastante colorido, las animaciones son graciosas. Rezuma encanto por los cuatro costados, encanto que hace seguir intentando avanzar a pesar de lo complicado y de las injusticias como ese temporizador, la necesidad de entrar en el castillo solo con el escudo o la de repetir el juego cuando ya te lo has terminado.

Como anécdota, una de las gárgolas, también conocidas como Red Arremer, es el personaje que eligieron para otra conocida saga, la de Gargoyle Quest, con una gárgola llamada Firebrand como protagonista.
Ha sido un infierno pasárselo, el diseñador Tokuro Fujiwara hizo un juego realmente difícil, en ciertos momentos injusto y eso que se ahorra mucho tiempo al jugarlo en el Capcom Arcade Stadium, que permite rebobinar en lugar de volver a recorrer medio nivel cada vez que mueres. Una bendición teniendo en cuenta que mueres incontables veces.
Estoy contento de haberlo jugado pero no lo he terminado de disfrutar, demasiada dificultad hace que sea más la sensación de triunfo cuando terminas que de disfrutar mientras juegas.
Saludos fremen.