Podría decir que una de las relaciones más extrañas que tengo es con las consolas portátiles, debido a que en general las vi poco durante mi infancia, siendo lo normal que la gente tuviera sistemas de sobremesa. A pesar de ello pude disfrutar de algunos títulos gracias a familiares o amigos, y en última instancia a la emulación que recuerdo estaba muy de moda hacia inicios del 2000. Ahora resulta curioso ver como una instancia más propia de los noventas se ve reflejada en espacios como la universidad, donde veo gente emulando juegos como Pokémon y utilizando el bluetooth a modo de cable-link. Por otra parte, tiendo bastante a revisitar algunos juegos denominados como clásicos – y que me perdí en su tiempo – o que recuerdo haber visto a la lejanía en comerciales de televisión. Resulta que uno de los juegos que más recuerdo de una consola como Super Nintendo es la trilogía Donkey Kong Country. Es por ello que me llamo bastante la atención cuando escuche hablar de la saga Land, por lo que puse manos a la obra con su primera entrega. Veamos entonces mi experiencia con este referente de la primera Gameboy.