…la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación»
Después de todos estos meses de no parar de insistir con el conflicto soberanista hasta poner la cabeza de todos como un bombo, ayer fueron las elecciones en Cataluña. Unas elecciones que se ha negado que fueran soberanistas pero que luego todos han defendido la continuidad de Catalunya en España o la independencia de España como si de un referéndum se tratara.
El caso es que el resultado tiene algo que puede ser muy malo. Los secesionistas han conseguido una mayoría absoluta en escaños, menor que la que tenían, que a su vez es menor que la anterior, pero mayoría absoluta igualmente. Es una mayoría absoluta pero ni siquiera suficiente para poder modificar el Estatut, que necesita una mayoría de 3/5 partes de la cámara.
Pero es innegable que en las urnas han tenido un gran apoyo.
Pero, por otro lado, no tanto apoyo porque por número de votos han tenido menos que los partidos que apoyan la continuidad de Cataluña en España. Parece raro que tengan mayoría absoluta en escaños y en cambio hayan tenido menos votos que los que han perdido las elecciones. Esto es así por la ley electoral que da más valor a los votos de un sitio que de otro buscando, se supone, una representación más igualitaria de todos los territorios. Pero el hecho en sí es que más catalanes han dicho no a la secesión que los que han dicho que sí.
Así que tenemos un escenario en el que parece que en definitiva no cambia nada. Los soberanistas se sienten legitimados porque han ganado las elecciones. Los españolistas solo tienen que apelar a la ley y, además, hay más catalanes que no quieren independizarse que los que sí quieren. Así que los dirigentes de uno y otro bando se enquistarán en sus posturas defendiendo el haber ganado las elecciones, el que la mayoría no quiere separarse.
Los dos tienen razón pero se les olvida algo muy importante y es que al menos la mitad de los catalanes no están contentos de estar en España, así como la otra mitad sí lo está.
Puede ser el mejor de los escenarios porque estas elecciones pueden ser una oportunidad para todos. SI hubiera habido una amplia mayoría de catalanes que quisieran independizarse la fractura sería insalvable. Si por el contrario mayoritariamente hubieran votado por mantenerse en España, no se habrían tratado los problemas de Cataluña.
La situación actual es una oportunidad de empezar de nuevo y negociar.
Artur Mas y Oriol Junqueras no pueden ignorar que el 52% de los catalanes no quieren su independencia como ellos la plantean, que si se hubiera dado el referéndum que pedían, lo hubieran perdido. No tienen ese enorme apoyo que querían para declarar unilateralmente la independencia.
Mariano Rajoy no puede ignorar que las elecciones han sido ganadas ampliamente por los partidos independentista y que casi la mitad de los catalanes quieren salir de España y que, por tanto, hay un problema para que tanta gente quiera salir. No pueden presumir de nada cuando, lo que es indiscutible, es que el batacazo que se han pegado en las elecciones ha sido monumental, perdiendo ocho de los 19 escaños que tenían.
En mi opinión, creo que unos y otros deberían descartar la independencia y ponerse a trabajar para solucionar los problemas de Cataluña y, en paralelo, reconstruir y acercar posturas y afectos. Además, deberían trabajar en los problemas reales, el paro, la corrupción, los desahucios, la seguridad social que son los que se utilizan arteramente para rechazar España y ara seguir en España.
Es posible, y seguramente preferible, que no sea el PP el más indicado para acercar posturas ya que son irrelevantes en Cataluña. Vistos los resultados y la habilidad de pactar y sacar acuerdos adelante que tiene Ciudadanos, que ha dado el apoyo en Madrid al PP y en Andalucia al PSOE sin renunciar a su programa y haciendo a ambos pasar por su aro, pero cediendo cuando han tenido que ceder, me parecen los más indicados para poder avanzar. Sobre todo si los resultados en las generales son tan buenos como les auguran las encuestas.
Como dije en la anterior entrada dedicada a Cataluñya, la hubiera echado de menos porque son parte de todo lo bueno que ha sido España y España ha sido parte de todo lo bueno que ha conseguido Cataluña. No debería olvidarse que por nuestras venas corre la misma sangre y que nuestros intereses son los mismos en buena medida y es en esos otros en los que no lo son dónde se debe trabajar para que todos estemos lo más satisfechos posibles.
Ahora, habrá que ver en dónde estamos, en el mejor de los tiempos, o en el peor de los tiempos.
Saludos fremen.
Para mi gusto, en el mejor de los tiempos (de la historia universal) no estamos 🙂
Por otro lado, yo creo que Catalunya no ha sido parte de todo lo bueno que ha sido España. Por ejemplo, poco tuvo que ver con Al Andalus. Y España ha sido parte de todo lo bueno que ha sido Catalunya sólo si aceptamos la conclusión de que Catalunya ha sido siempre subconjunto, que es lo que los Catalanes niegan.
Yo tengo dudas con esto. Por un lado es verdad que cuanto más pequeña es una administración, más posibilidad de objetivo común hay. Por lo que a mi me gustan los grupos pequeños, y la Unión Europèa me da repelús. Por otro lado, cuanto más grande es el grupo, más poderoso es. No sé…
Si te digo la verdad, a mí me gustaría la independencia (soy de Barcelona) aunque sea sólo para ver qué ocurre 🙂 La opción más conservadora ya me da pereza, me recuerda lo mismo de siempre…
Aunque estoy de acuerdo contigo Atreides en que lo más importante es el sistema económico, la pobreza, la educación, etc.
Saludos men!