Como contaba aquí, el salón del cómic de Madrid de este año ha sido el peor de todos los tiempos. El que no hubiera ni una sola tienda de cómics, por increíble que parezca, limitó mucho las opciones de adquirir cómics quedando circunscritas a las publicaciones de las escasas editoriales que acudieron.
Así, al final fue más el merchandising que los cómics pero al menos estas dos obras sí que las compré.
Asterix, el Lirio blanco.
Asterix tenía su propio stand en el salón y, aunque no haya aparecido por aquí, en esta casa somos muy fans desde que éramos niños. Desaparecidos Albert Uderzo (2020) y René Goscinny (1977), han seguido publicándose álbumes de Asterix. Los primeros cinco álbumes desde que se retiró Uderzo fueron guionizados por Jean-Yves Ferry pero para este cede el testigo a Fabcaro (Fabrice Caro). El dibujo es de Didier Conrad (Los innombrables), un sensacional dibujante con una amplia carrera en la revista Spirou y posteriormnte en solitario. Clava el dibujo de Uderzo lo que da una familiaridad al leer el cómic muy de agradecer.
El nuevo guionista parece que venía con una idea interesante, una vuelta de tuerca a la Cizaña, el decimoquinto álbum, y está muy bien acompañado por el dibujo.
Así, la nueva corriente filosófica, el Lirio blanco, basada en el pensamiento positivo y las frases de perogrullo, se extiende por el imperio y su principal adalid convence a Julio (César) de ir a la Galia a acabar con los resistentes galos a través de la persuasión, en un principio de las guarniciones que rodean la aldea. Pero será contagioso y las buenas vibraciones impregnarán a los galos.
El cómic es muy divertido, el punto de vista de destruirlos asfixiándolos con buen rollo contrasta con el de la Cizaña que era enfrentando a unos con otros. Además no solo veremos la Galia o Roma sino también Lutecia.
Se me ha escapado más de una carcajada y la sonrisa se ha mantenido durante las 48 páginas del álbum.
Impresiona ver la popularidad de Asterix a día de hoy, 64 años más tarde, con publicidad en todos los medios y edición del álbum en catalán, gallego, euskera y bable,
De cualquier manera, merece la pena.
El fantasma de la Ópera
Este cómic no es la adaptación de la novela original de Gaston Leroux sino de la reinterpretación que hicieron Andrew Lloyd Webber, Charles Hart y Richard Stilgoe para el celebérrimo musical de 1986.
El guionista Cavan Scott (Doctor Who, Star Wars) elige muy bien lo que se cuenta y los diálogos, muchos de ellos sacados directamente de las propias canciones. Sin embargo, la parte del león se la lleva José María Beroy (999/666, Doctor Mabuse) que con una planificación de página muy fluida, profusión de detalles y una caracterización de los personajes y sus emociones inspiradísima, consigue transmitir toda la belleza, la fuerza, el drama y el terror de la historia de Christine y su Ángel de la música.
Merece la pena oír de acompañamiento el musical. Sin embargo, la primera vez lo leí sin escucharlo y es inevitable que suene en la cabeza.
Lo compré en el stand de Aleta ediciones y fue una pena que Beroy no estuviera en el salón para que lo pudiera firmar porque es un trabajo excepcional y la edición es de lujo, con extras muy interesantes como bocetos de los personajes, el desarrollo de algunas páginas, páginas del guión o un artículo sobre la historia del Fantasma de la Ópera.
Fueron los dos cómics que me interesaron del Salón y al menos he terminado muy satisfecho con ellos.
Saludos fremen