Reseña Comiquera: Diablo

Desde que comencé a leer cómics hace unos 5 o 6 años, me centre en las empresas más importantes – y que poseen un alcance global – de rubro, como lo son Marvel y DC. Posteriormente tendría un acercamiento a otras empresas menos populares, pero igualmente conocidas como Image, IDW o Dark Horse. Aunque en los últimos años me he acercado a otras escuelas como la francobelga, tanto en la lectura de novelas visuales o simplemente cómics (o tebeos), además de sellos de corte independiente. Pero nunca me habría acercado a la producción latinoamericana más allá de tener pendiente El Eternauta, y es más, nunca sobre una producción elaborada en mi propio país. Por ello me decidí a investigar un poco y rebuscar, aunque inspirado en una entrada de Pere Sbert (FZero). Así me encontré con una interesante personaje, dentro de la escasa producción nacional de comics que existe hoy en día, con ustedes la historia de:

Diablo es un cómic chileno de doce números publicado de manera bimensual entre 1996 y 2001, siendo creación de Javier Ferreras (más conocido como Ferre) y Mauricio Herrera, conocido por ser ilustrador del juego de cartas Mitos y Leyendas, en algunas ilustraciones para Hearthstone y el juego God of War: Chain of Olympus, el comic fue publicado por Visual Ediciones bajo su sello Bandido. Nos encontramos así con un vigilante que actúa en la ciudad de Santiago, y que en muchas ocasiones nos recordara a Spawn (y Ghost Rider) al ser un héroe con poderes que provienen del infierno, con una idea de justicia de distintos matices y que integra muy bien el contexto de lo que vivía el país en la década de los noventa, pudiendo apreciar una mezcla de elementos culturales en el mismo.

El argumento de Diablo comienza con una prostituta siendo abusada por un policía corrupto, que utiliza su posición para extorsionar a su víctima, al tener mayor credibilidad que la misma. El acto es oportunamente intervenido por un joven que parece conocer a la víctima, quien comienza una pelea con el policía, pero termina siendo disparado por un compañero del policía, que se encontraba mirando el acto (voyerista). El joven termina medio muerto, mientras los policías insertan droga entre sus pertenencias con el fin de inculparlo de un crimen y justificar haberlo disparado, además de conocer que el nombre del voyerista es Teniente Mondaca. El joven medio muerto ve parte de vida pasar frente a sus ojos, donde recuerda que era criticado de niño, porque su padre era un torturador de la dictadura de Pinochet, además de saber que el chico era un amigo de la prostituta. El chico aparece en un paisaje de carácter demoníaco, donde está rodeado de gente lamentándose y encontrándose con un presunto Arturo Prat (‘’héroe’’ de la Guerra del Pacífico) expresando un discurso sobre lo vacío de la gloria que reciben los héroes. Acto seguido es atacado por una gran cantidad de demonios, aunque logra defenderse con cierta soltura, pero de todos modos termina siendo superado en número. Es ‘’rescatado’’ por una bella demonio, sólo para ver como intenta matarlo con sus poderes, aunque es detenido por su jefe, quien se muestra interesado en el chico (que no lo mencionan en este número, pero se llama Alex).

Su jefe (ya tenemos una idea de quien es), le menciona que hizo un trato con su padre a cambio de su alma, pero lo que pidió costaba más que su alma, además de traicionarlo en busca de más poder, es por ello que decidió que uno de sus hijos debía pagar por él, siendo el chico el elegido. La vida del joven está en manos del mismísimo diablo (o un similar), quien le ofrece un trato, servirle o morir. En un primer lugar, piensa que todo era un sueño, pero termina recordando que recibió un disparo por el que debería estar muerto, por lo que decide vivir aceptando el trato. Luego de una rápida recuperación y un impulso que lo desconcierta, termina escapando del hospital donde había sido llevado después del disparo que recibió, en aquel lugar había escuchado sobre un niño que presuntamente murió por un asalto, pero en realidad el padrastro lo había matado a golpe, y trabajaba en la torre Entel (un lugar algo emblemático de Santiago). Allí decide tomar justicia por su propia mano, aunque debido a sus concepciones morales decide dejárselo al destino, al colgarlo desde el último piso de la torre y arrojándolo por le venta. Envuelto en un traje y una máscara de Diablo, huye de la poseía, pero si piensan que el traje es para ocultarse están muy equivocados, porque en realidad es para que sepan quien lo envío. A breves rasgos nos encontramos con el primer número de esta obra, en los siguientes números conoceremos los primeras ‘’aventuras’’ de Diablo, la integración de nuevos e interesantes personajes y sobre la mitología del mundo del cómic, entre muchas otras.

El guion del título es obra de Mauricio Ferreras (Ferre), quien realiza una interesante labor al contar un relato donde se nos muestra a un Santiago de Chile plagado de villanos, que generalmente son delincuentes comunes, aunque también presenta a otro tipo de enemigos. Contamos con un héroe que simplemente es un tipo común, que fue afectado por el trasfondo político de la época. La gracia de Diablo recae en que el personaje tiene una moral y una concepción de justicia que varía bastante según lo que experimenta el personaje a medida que conoce más de su pasado, de sus habilidades y de la crudeza real del mundo. En el argumento se construyen personajes bastante carismáticos e interesantes como Cénit (la demonio que sirve al Diablo) y Sicario, un hijo de un sicario que busca venganza, entre muchos otros. Por otra parte, se evidencian los males de la sociedad, el costo que trae la violencia o la discriminación que existe frente a ciertos oficios o condiciones dentro de la misma.

Otros autores que se encargan del guion son Marco Espiridion y Juan Vásquez, quienes presentan un relato épico inspirado en Dante Alighiera, basado lo pesado de un ambiente donde todo juega en tu contra, basado en lo pesado de los pecados que puede vivir el ser humano y el desvió en el juicio moral que pueden provocar ciertas situaciones cuando afectan a la familia. He incluso el mismo Mauricio Herrera, tomara las riendas del guion con un relato que trata temas como la carga que conlleva nuestros deberes, y como ello puede llevarnos a una depresión, el alcoholismo; además de la necesidad de aceptarnos a nosotros mismos. En general, el guion es bastante dinámico, posee un humor algo oscuro y en ocasiones más caricaturesco, pero sabe contar muy bien historias que utilizan muy bien a sus personajes y que llaman a leer los siguientes números, aunque tenga como problema precisamente la brevedad de las historias.

En cuanto al arte nos encontramos en un comienzo con un gran y detallado trabajo por parte de Mauricio Herrera, quien combina varias técnicas tradicionales con otras realizadas digitalmente, para lograr una impresión bastante moderna e interesante de ver. El estilo que veremos a lo largo las páginas que trata es bastante dinámico e ira evolucionando durante cada número, pero lo que sí es claro es el hecho de la influencia del manga que posee su estilo, jugando muy bien con los colores y los detalles (cabello, expresiones, entorno, etc), además de utilizar de gran forma distintos planos a la hora de tratar la acción. Pero se debe aclarar en que en algunas ocasiones existen ciertos desniveles en su trabajo, presumiblemente por la experimentación que realiza a cabo durante esta obra. Juan Vásquez es otro artista que trabajo en la serie, y que recurre a un estilo más cercano a la fantasía épica, con técnicas totalmente manuales y que recuerdan un tanto al dibujo más propio de los ochentas, el trabajo en expresiones y planes es bastante notable en este arco, además de contar con un arte bastante propio y peculiar.

En los últimos artistas predominara un artista como Dreg (Dan Rodríguez) quien posee un estilo más caricaturesco y cercano a lo visto en comics como Aztek de DC y a series de animación como Liga de la Justicia, personajes bastante anchos con colores más sólidos, y expresiones y detalles algo más simples, que a mi parecer son un tanto más débiles con respecto a los artista anteriores. Alejandro Rojas quien posee un estilo donde predominan los tintes negros, y que utiliza un sombreado algo simple, con pocos matices en los colores, y con detalles un tanto brusco, pero que resulta bastante bien en el único número que compone, especialmente a la hora de utilizar distintos cuadros. Me sorprendió un tanto la participación de Gabriel Rodríguez, un artista ascendente en la industria norteamericana actual (varios trabajos para IDW como Locke 6 Key e incluso algunos para DC, como un arco de Adventures of Superman y Little Nemo), el cual demuestra un dibujo a medio camino entre el manga y el comic americano, con un gran nivel de detalle en los fondos, escenarios, efectos lumínicos en cada uno de sus cuadros, aunque estos poseen un esquema bastante lineal. A pesar de ello se nota como un trabajo bastante profesional, al ser sólido en la mayoría de los aspectos del mismo, con un buen trabajo en los personajes y sus planos, y un excelente coloreado, de paletas algo más oscuras, aunque con algunas deudas en cuanto a los rostros de los personajes.

Podemos encontrarnos con una trama interesante en los primeros números, aunque un tanto amateur en un comienzo, aunque el comic va tomando bastante fuerza conforme avanzan los números, aunque eso sólo ocurre con los creadores originales del personaje. Después del número 5 se nota que la dupla original se ve relevada por otros artistas, contando con historias que ya no se ligan tan directamente a la línea principal y de carácter más anecdótico en algunas ocasiones, oscilando bastante en la calidad de los mismos y pasando por muchos estilos algunos más cercanos a la caricatura y otros a una novela gráfica. A pesar de ello la serie toca temas de carácter más adulto – que se constata en lo que conté en un inicio, además de incorporar tanto elementos de la cultura chilena, como su mitología, lugares, el lenguaje (que puede ser un tanto complicado), entre otros; para juntarlo con elementos más norteamericanos, de la cultura occidental y también inspirándose en el manga y anime. De este modo, se junta un producto bastante único que posee un estilo e ideas propias bastante interesantes, y mantiene algunos elementos clásicos de las aventuras de vigilantes. La serie se puede disfrutar bastante (principalmente su primera parte), presentándose como un producto a tener en cuenta durante la época, y que posee todos los elementos para convertirse en una buena serie, pero donde se nota demasiado hacia los números finales, la deficiencia del mercado en Chile al cancelarse. Aunque sobre esto debo mencionar que con motivo del décimo aniversario del personaje, se publicó un cómic realizado entre diversos artistas – entre ellos los originales – donde se cuentan nuevas historias del personaje, pero limitándose al blanco y negro.

En resumen, nos encontramos con una interesante propuesta que se enmarca dentro de las historias de vigilante, aunque con un personaje bastante peculiar, al poseer demasiadas habilidades sobre humanas. Pero que si plantean bastantes temas importantes para la sociedad y la historia de un país – y de un continente en general – como lo son los procesos de dictadura en Latinoamérica, la discriminación, los tabúes de la religión o la corrupción. Que se mezcla con buenas dosis de acción, aventuras de carácter autoconclusivo, elementos culturales chilenos y un humor un tanto peculiar, que se ve retratado en un buen uso de los personajes. Su único problema es su falta de regularidad, por los constantes cambios en el arte y en el tono de las historias, pasado su ecuador. Y el dejar demasiado cabos sueltos en la historias que expone. A pesar de ello es muy ameno de leer – algunos modismos pueden complicar un tanto la lectura, pero terminan siendo bastante pocos en el guion – a la hora de pasar un rato, sin ser una obra maestra del comic claro.

Hasta aquí la entrada del día de hoy, espero haya sido de su gusto. Quizás en un futuro pueda retomar las reseñas sobre las otras obras asociadas a esta serie. Hasta pronto!