Con este, cierro el círculo. El último juego de Bond que me faltaba para completar mi colección, adquirido y completado al 100%. ¿Por qué no me lo he agenciado hasta ahora? Devenires del destino aparte, quizá fuera porque no era uno de los más representativos de la colección, quizá es que no me llamase mucho la atención en su momento al disfrutar ya de exponentes mejores como 007 NightFire. Pero lo que es seguro es que como buen colgado de los juegos de 007 no podía desaprovechar durante tanto tiempo la oportunidad de jugarlo al completo.
Sin embargo, no estáis ante otra joya oculta a la que me voy a dedicar a cubrirla de halagos durante toda la reseña. A muchos os va a sorprender pero, objetivamente, estáis ante un juego que no es tan bueno como en principio os creeríais, que no está exento de errores y cagadas tanto a nivel jugable como narrativo, que ha envejecido aún peor y que tendría todas las cartas para perder la mano si lo miráramos de forma totalmente imparcial. No obstante… Me ha gustado. A decir verdad, me ha encantado. Estáis ante uno de los análisis más extraños que he hecho en bastante tiempo. Un juego que tenía todos los ingredientes para saber a mierda y que he degustado como si fuera un exquisito gourmet. Allá va: