Matías: El Hematías (Capítulo 1)

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Esta historia empieza con un pequeño reticulocito, exprimido a través de la membrana de un capilar, cuyas células endoteliales rozaban su membrana plasmática, dañándole. El reticulocito gritó, pero nadie vino a ayudarle mientras esas células seguían presionándolo para llevarlo a un riego constante de un líquido que desconocía. Se encontraba mutilado vilmente y despojado de todas sus posesiones, incluso de su propia identidad, vagando sin rumbo determinado en un infinito tubo, rodeado de cadáveres de identidades similares a la suya. Todas estas identidades habían perdido totalmente su contenido, dejando dentro de ellas cantidades ingentes de una proteína que les marcaba y orientaban básicamente para el desempeño de transportar oxígeno.

El trabajo que se le había asignado a este reticulocito y a los demás hematíes era el transporte de oxígeno, casi les habían obligado a ejercer esta función y, cuando dejarían de ser útiles, serian vilmente asesinados por otras células más grandes. Estas células grandes a veces cogían a nuestro querido protagonista y le robaban todo el contenido de oxígeno que contenía. Un oxígeno que tenía que ir a tomar por culo para conseguirlo, si transportara sandías o trozos de pollo frito, quizá lo habría entendido, ¿pero para qué querían ese oxígeno?

Cuerpohumano

«Aquí cada uno va a su bola»

A cambio del valioso oxígeno le daban una molécula de dióxido de carbono, para que se ahogara y se muriera pensó. Esa sustancia le sentaba fatal al pequeño ser, una vez entraba dentro de él este gas, algo en su interior empezaba a reaccionar, generando bicarbonato que al final acababa vomitando en su propio medio. Y eso era lo más asqueroso de su trabajo, tener que ir navegando por todos esos túneles infinitos por entre secreciones de bicarbonato propias y de sus compañeros…

Al cierto tiempo de estar navegando entre tal sustancia, se encontró a un ser mucho más grande que él, el cual, a diferencia de los hematíes, sí mantenía su propia identidad. Era un Linfocito T llamado Tomás, el cuál le explicó varias cosas sobre la existencia de los eritrocitos. Reconoció a nuestro protagonista como Matías (o eso decían sus proteínas de membrana), a Matías le gustaba ese nombre, se ajustaba a su forma de ser, era simple.

Le comentó que los hematíes como Matías venían de unas células madre, unas reinas progenitoras que se dividen una y otra vez para conseguir una horda infinita de esclavos prescindibles. Bueno, no se les podía considerar esclavos, ya que Matías podía comer cuando y lo que quisiera, ya que tenía acceso libre a la comida. Los esclavos comunes tenían acceso a grandes cantidades de comida, pero si comían sin pedir permiso a sus amos, les daban por todas bandas, así de desesperados estaban después en robar sandías.

Célula madre

Un ejemplo de célula «madre»

Matías no quería ser como los demás eritrocitos, sabía que era especial (y no porque tuviera un cromosoma de más o un cromosoma de menos…no tenía ni uno, por lo que era imposible que fuera un patata de eritrocito). Tenía una misión en su existencia más allá que la de coger oxígeno y dejar que los demás le robaran tal sustancia.

Los demás morirían asesinados por unas células obesas, las cuales se comían las células viejas, los trocitos de deshechos que había en suspensión y demás sustancias indistintamente. Así estaban de gordas, tenían un problema en su material genético, no podía ser que no vieran que si comían tanto explotarían algún día de esos. Estos bichos casi ocupaban todo el lugar por donde Matías tenía que pasar su revisión, un lugar tan estrecho como un metro a las cinco de la mañana un día festivo (pero sin canis borrachos vomitando por la zona).

macrofagos

Niggrófago

Matías se hizo con un grupo de eritrocitos muy innovador, éstos querían promover la libertad de los de su propia especie. La idea era simple, colarse en la médula ósea de alguno de los huesos con médula roja, buscar a Madre y eliminarla. Este grupo de eritrocitos Al-Qmedula eligieron a Matías para tal hazaña (muy despreocupadamente) y le prometieron que una vez activara su sistema de apoptosis, llegaría en un lugar con mucho oxígeno y 100 neuronas sin haber hecho sinapsis alguna.

Matías estuvo dando vueltas por el sistema de arterias hasta que vio a un reticulocito que estaba intentando entrar en el flujo sanguíneo. Con una proteína del sistema del complemento consiguió rasgar la membrana plasmática del reticulocito antes de que éste cruzara el epitelio, volvió a rasgar la membrana del difunto reticulocito por la parte que le interesaba para salir en busca de Madre.

Después de un largo camino en el cual Matías tuvo que superarse a sí mismo varias veces, pasar varias pruebas de reconocimiento, pruebas como las de Indiana Jones en el Templo Maldito y pruebas de alcoholemia (esta última no la pasó y tuvo que pagar una multa considerable y dejar aparcada su carcasa de reticulocito muerto durante media hora). Finalmente llegó a la sala donde estaba Madre.

Terroristas

Matías y sus nuevos amigos

Todo en esa sala estaba decorado de un color rojizo muy llamativo, si se podía considerar sala, porque parecía más una granja de vacas que de otra cosa. En uno de los establos encontró a una célula madre que se parecía mucho a él. Cuando Matías se acercó, la célula se despertó de un sobresalto y se puso a llorar cuando vio a su hijo con un cinturón de apoptosis dispuesto a explotar.

Madre se dirigió a Matías para explicarle la verdad sobre la existencia de los eritrocitos. Matías estuvo escuchando muy atento las historias que le contaba sobre las Neuronas Dominadoras, que dominaban el mundo que ellos conocían, haciendo esclavos a todos los que no fueran ellos mismos para así conseguir todos sus fines malvados. Matías, decidido a hacer caso a Madre, activó su cinturón de apoptosis y explotó.

Las substancias que llevaba en su interior, y que tanto tiempo le habían costado recolectar, hicieron su efecto. En unos minutos la granja de células madre había sido atacada por sus enzimas catalíticas y los radicales libres que contenía. El sistema de defensa del cuerpo falló, no pudo hacer nada. Los demás tejidos empezaron a notar que faltaba oxígeno y empezaron a suicidarse cuando esta falta fue excesiva, como Kurt Cobain y su fama de hacer dibujos con trozos de su cerebro cuando notaba que le faltaba algo.

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Matías lo había conseguido, había parado ese ciclo sin fin de esclavitud. Sin pensar en las consecuencias de sus actos, gracias a esas acciones “heroicas” había sentenciado de muerte al resto de sus compañeros, al grupo terrorista y a la integridad de la sociedad.