David Lynch es un tipo peculiar. Lo valoro mucho, porque es un artista, y no estoy hablando sólo del cine. Es pintor, compositor y fotógrafo. Y este hombre siempre hace lo que le sale del nabo, literalmente. Puedes repasar toda su filmografía y hasta Twin Peaks, su producto, digamos, más accesible, se aleja de todos los estereotipos comerciales.
Es más, en 2006, cuando terminó su última película, mandó todo a tomar por culo para dedicarse enteramente a la música. Es un hombre que vive para el arte, y eso me hace apreciarle aún más.
Pero Mr. Lynch, hay que racionar mejor la droga.
Carretera Perdida es el ejemplo de cómo el ingenio, el surrealismo, la técnica del lenguaje cinematográfico y un porrón de marihuana pueden crear una obra maestra.
La trama nos cuenta cómo Fred Madison, un músico de Jazz, recibe una mañana una llamada que le dice el confuso mensaje de «Dick Laurent está muerto». A partir de ahí, empezará a recibir una serie de misteriosas cintas en las que se ve el interior de su casa, o cómo duerme junto a su esposa. Un día, una de esas cintas le muestran una grabación en la que aparece él junto a su esposa, la cual está muerta. Y hasta aquí puedo leer.
Carretera Perdida es una obra maestra por una razón. No tiene una correcta interpretación.
Es una obra de arte en todos los aspectos: como un cuadro, dependiendo de la persona que la vea, el significado de la misma variará.
«Menuda cachimba más guapa me ha regalado mi mujer.»
Con un toque de cine noir, la trama de nuevo nos presenta algunos temas recurrentes en la obra de Lynch, como puede ser el sexo, la degeneración y la locura. Y el terror.
Tiendo a pensar que el cine de terror murió a finales de los ochenta, pero Dios dijo «pues no» y nos dio a David Lynch. Este cabrón sabe crear atmósfera, manejar un momento, llevar la música y transmitir el mal rollo. Vamos, que sabe hacer terror, del de verdad (véase el último episodio de Twin Peaks como ejemplo).
Ojo, que Carretera Perdida tenga libre interpretación no quiere decir que sea un conjunto de fumadas muy cinematográficas. Todo tiene una explicación.
Lynch es sutil en la película, dejando (sobre todo al principio) pausas en los diálogos. Las pistas están ahí, cualquiera puede verlas, pero hay que saber apreciarlas.
Claro, todo ésto no quita que para muchas personas el significado de la película sea completamente distinto por cosas que cree que suceden de una manera, y eso sería válido también.
Hoy les presentamos: «cómo me está costando horrores no poner una imagen que sea spoiler»
Como aspecto negativo sólo dire que el cine de Lynch no es para todos. Pretencioso para algunos, una pérdida de tiempo para otros. Pero sigue siendo una obra maestra la película que se está analizando. Puede perfectamente no gustarte, cosa respetable, pero no ver la maestría en la misma, ya no lo es tanto.
Y para los más caras de cajas, vamos a marcarnos un #Nolan y explicar la susodicha, así que sí, spoilers.
Toda la peli está en primera persona. Lo que se narra es el punto de vista del protagonista. Él mismo lo dice «No me gustan las cámaras de vídeo. Me gusta imaginar la realidad a mi manera». Y eso es lo que hace, aunque intente negar su propia realidad. Es donde aparece el hombre misterioso, el cual podría ser, no sé, su cordura, reconduciéndolo hacia la verdad aunque intente dispersarse de ella. ¿Y qué es el chico? ¿Mata de verdad a alguien, a su esposa? Pues eso ya depende de cada uno y su interpretación. Para algunos sí, y para otros no. Para mi el chaval no es más que su alter ego, al igual que lo es la rubia de Renné. Podría estar hablando más y aclarar más cosas, pero creo que con ésto tenéis más que de sobra para sacar vuestras interpretaciones.
/CONCLUSIONES: Lynch no es para todos, y desde hace mucho he sido reacio a su cine. Pero ésta película es de sus mejores trabajos. Redonda, con una calidad excepcional. Arte en estado puro. Lamentable el vacío que se le ha hecho a éste hombre tanto a nivel de taquilla como de crítica.