Pues después de un parón que planea alargarse aún más (sí, sé que tengo comentarios por responder, pero no doy a más), vuelvo para traer el análisis de Perfect Blue, obra cumbre del difunto Satoshi Kon, uno de mis directores de cine favorito.
Bueno, ¿qué es exactamente Perfect Blue?
Aparte de una de las mejores películas que he visto en toda mi vida, uno de los mejores thrillers psicológicos de los últimos años.
Es un poco difícil empezar por algún lado de Perfect Blue, así que os contaré más o menos de qué va la película.
Mima, la protagonista de la obra, es una Idol Pop japonesa que decide dejar su grupo, CHAM!, para dedicarse a la actuación en un papel menor de una serie de televisión. La decisión, hará que muchos de sus fans no se lo tomen bien, algunos llegando a algunos extremos enfermizos. Ésto hará que la propia Mima empieza a desdibujar la realidad, a tener sueños y alucinaciones y a introducirla en un viaje hacia su cordura.
Dicho éso, pongámonos gafapastas.
Perfect Blue es una obra que denota un control sublime sobre el lenguaje audiovisual. No en vano contó con la supervisión de Katsuhiro Ōtomo, amigo de Kon y creador de mangas tan famosos como Akira.
La cinta, como bien dicen los secundarios en la misma, es un intento de crear un thriller psicológico en japón que no den ganas de vomitar (y no, OldBoy no vale porque es coreano). El resultado es sublime, rozando niveles hitchconianos (tengo que dejar de decir éstas cosas), pero alcanzando un estilo propio.
En la cinta, tanto animación como sonido están utilizados para transmitir el mal rollo que debe dar ésta película. Un ejemplo es cómo los personajes que tienen los ojos excesivamente separados aparecen simbolizando lo que suponen una pérdida de la cordura y pureza de Mima. O la escena inicial, en la cual se produce un silencio en el tema principal para dejar paso al título de la película.
A todo ésto añadámosle un control del ritmo magistral, utilizado muy sabiamente para confundir al espectador acerca de qué cojones está pasando, y lograr un final lógico, incluso obvio, pero completamente inesperado, debido a la perfecta comunión de los elementos ya citados.
Esta cinta tiene un mensaje claro. No sólo supone una crítica hacia la sociedad japonesa actual, supone una crítica a la relación fan/celebridad, y difumina los límites que dividen las vidas de las personas normales con las de los famosos. Es gracioso que diga yo ésto, después de mi actitud con The Fappening, pero me sigo mostrando igual. Eso es América y ésto es Japón. Son sociedades completamente distintas.
CONCLUSIONES/ Podría estarme horas hablando, y podría hablar también del final, pero como he dicho, no me sobra el tiempo. Sin más, y haciendo muy poquitos spoilers (prácticamente ninguno), os dejo para que veáis esta jodida obra maestra del gran Satoshi Kon.
Y no, no he visto el Live Action (la película está basada en una novela), pero Satoshi decidió hacerla en animación no sólo por motivos de dinero, sino por otros ya mencionados, así que no me inspira confianza. Y alejaos de la puta mierda esa de Cisne Negro.
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