No soy gran amiga de los juegos indies, ya lo sabéis, pero son cosas como ésta las que poco a poco me devuelven la fe. Del diseñador principal y guionista de Silent Hill: Origins y Silent Hill: Shattered Memories (creo que los dos únicos Silent Hill occidentales con buena fama), Her Story se presenta como una aventura única que bien merece ser vivida por uno mismo. ¿Y ya está? Pues debería callarme, pero voy a hablar un poquito más. No obstante, si os fiáis de mí deberíais cerrar esto y jugarlo sin leer nada más, dado que es de esas cosas de las que cuanto menos sabe uno antes de probarlas, mejor.
[3DS] Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale
Desde siempre he sido una gran fan de las portátiles de Nintendo, pese a no ser demasiado aficionada a la mayoría de franquicias de la propia compañía. Mi problema con la 3DS, no obstante, se reduce a que representa la aniquilación de aquellos juegos pequeños, únicos, que poblaban la primera DS, mi portátil favorita de todos los tiempos. «¡Pero Rokuso! ¡Si la eshop tiene un montón de juegos pequeños y únicos!», diréis. Sí, y no: tiene cosas, pero a la vez la eshop está montada de una forma aberrante y comprar cualquier juego digital se convierte en casi una odisea. Pero merecía la pena el esfuerzo, el sacrificio, porque si algo podía devolverme un poquito la fe en esta consola son, sin duda, este tipo de lanzamientos. Bajo la producción de Level-5, diferentes creativos se lanzaron a crear juegos pequeños bajo las colecciones GUILD-01 y GUILD-02, que a occidente, por suerte, han acabado llegando a través de la eshop.
Attack of the Friday Monsters! A Tokyo Tale, es un videojuego que NO está desarrollado por Level-5 (internet, deja de decir mentiras) sino por Millenium Kitchen, una empresa muy poco conocida en occidente dado que su saga estrella, Boku no Natsuyami, no ha salido jamás de Japón. La gracia, como podréis imaginar, es que es un juego «demasiado raro, demasiado japonés, demasiado no-juego» como para funcionar para el gran público, y es esta extrañeza inclasificable la que le da un encanto único, convirtiéndose en un oasis de originalidad en medio de un catálogo falto de cosas nuevas. Yo, claro, lo he recibido con los brazos abiertos.