¿A quién le iba a importar la vida de una sirvienta en la preciosa París del siglo XIX? Llevas una vida dedicada a inventar máquinas para todo tipo de utilidades y, cuando por fin tu mente ha tenido una explosión creativa definitiva, el ministerio de la justicia la rechaza por ser demasiado violenta. «Máquina de tortura» para algunos, «maquina para interrogatorios» para otros. Esos ineptos no saben nada, pero tú no ibas a dejar que todo ese trabajo fuera en vano. Cuando viste a Marie Capet trabajando como sirvienta en el piso de tu vecino supiste que había llegado el momento de probar la máquina.
Una empleada de un hotel adyacente notifica en la mañana siguiente el cadáver de Marie Capet en una de las habitaciones.