Si no habéis vivido debajo de una roca durante los últimos 3 días sabréis cual ha salido la polémica de turno. Una vagina digital conmociona a todo internet. No me gusta entrar en polémicas porque son básicamente el equivalente a coger un bote de mierda y removerlo con un palo: Apesta desde el principio y hagas lo que hagas vas a acabar salpicado. Pero he estallado. Coño, es que os o vuelvo a poner: ¡Una vagina digital conmociona internet! No me puedo creer que a estas alturas de maduración en el medio, aún se siga reaccionando a este tipo de cosas como niños inocentes e impresionables que buscan ser protegidos ante cualquier cosa que les parezca medianamente ofensiva.
Y la verdad es que todo el aluvión de reacciones mojigatas, censura y sobrecorrección política han encendido la mecha de una reflexión que se iba fraguando en mí desde hace ya bastante tiempo. Así que me parece oportuno que bajo esta ocasión, reflexionemos sobre el problema que tiene la gente con el sexo en los videojuegos y por qué a este medio le cuesta tanto el desarrollarlo sin que se vea perjudicado en el proceso.
Lo cierto es que esto no ha sido una polémica exclusiva del mundo del videojuego. Viene acompañándonos desde hace mucho tiempo y dista de mucho antes de la popularización de los videojuegos, porque vino precisamente con la popularización del cine. Desde que el cine es cine, siempre ha ido acompañado con una mirada inquisidora por parte del público y ciertos sectores de la población por vigilar cual era el contenido sexual que contenía la película y como se mostraba en pantalla. De hecho me atrevería a decir con toda seguridad que cualquier expresión artística mucho antes del cine, como la literatura, la pintura o la escultura siempre han estado salpicadas por esta clase de polémicas alimentadas por ese tipo de gente fácilmente escandalizable por cualquier cosa. Siempre que había cierto contenido sexual o una alusión directa a la sexualidad, cierta gente perdía el culo por irritarse.
Pero a diferencia del cine y de los videojuegos, esta clase de arte ha madurado. He ahí el quid de la cuestión, pero también la puntualización de lo más absurdo de esta polémica. Si ahora podemos admirar tranquilamente el David de Miguel Ángel sin gritar a los 4 vientos: ¡AHHH, UNA POLLA! ¡TÁPENLA POR DIOS, TÁPENLA! O deleitarnos viendo El Nacimiento de la Venus de Botticelli sin reaccionar diciendo: ¡AAAAAHG, HE VISTO TETAS, QUE DESFACHATEZ! ¿Por qué cojones reaccionamos así ante las películas y videojuegos que muestran un mínimo de contenido sexual? Precisamente por lo que acabo de decir, no es medio lo suficientemente maduro. Bueno ¡Que cojones! ¡Esa no es la cuestión! No es que el Cine y los videojuegos no hayan madurado, es que nosotros no hemos madurado con respecto a estas expresiones artísticas y culturales. El problema no es el arte y su contenido sexual, el problema somos nosotros que no sabemos cómo comportarnos ni reaccionar ante este. Si reaccionamos como críos impresionables y delicaditos que buscan ser ofendidos por cualquier cosa, no me extraña que después de tantísimo tiempo, no hayamos dejado atrás estas mierdas.
Pero lo que más me enfurece de todo esto, es la hipocresía tan bestial que muestra siempre el público ante 2 temas que siempre han estado presentes tanto en el cine como en los videojuegos: La violencia y el sexo. Mientras que la primera siempre ha acompañado al cine y a los videojuegos, ni siquiera hasta en sus formas más exageradas, brutales y desproporcionadas ha conseguido despertar la atención de ese público tan fácilmente ofensible. En cambio, cuando una película muestra un mínimo de contenido sexual o genitalidad, todos a una para coger hoces, antorchas y reclamar la cabeza del responsable en nombre de la “Integridad Moral” La violencia está tan integrada y arraigada en nuestra cultura que prácticamente la toleramos como algo cotidiano y estamos completamente insensibilizados contra ella. Pero cuando llega una escena de sexo o vemos un desnudo en una película o videojuego, todos por lo visto nos sentimos incómodos y ofendidos. Vivimos en una época donde toleramos ver a un tío abierto en canal, pero cuando vemos un coño ya nos parece la hecatombe. Eviscerar a cualquier hijo de puta esta guay, enseñar un coño ya es obsceno.
Y lo más absurdo de todo esto es que mientras en el cine esta polémica se ha resuelto de manera sencilla y sin discusiones tan solo atendiendo a la clasificación por edades de la película, en los videojuegos por lo visto “Eso no vale.” Por lo visto ahora no vale que tengas un cartelote bien grande de +18 en el frente de la caratula, ahora no cuenta que tengas una advertencia enorme del PEGI que te señale que el juego tiene contenido sexual, violencia, uso de drogas, etc… Ahora todo eso se va a tomar por el culo, porque la única razón para dejar los regimientos de mojigatos meapilas de internet dejen de protestar y de escandalizarse es eliminando dicho contenido de tu juego sin dejar rastro. Y esto es a donde la sociedad Flanders y santurrona de internet ha llevado a los videojuegos: A la censura. A no atender en la clasificación y regulación de los productos, a no atender a un consumo responsable de estos dependiendo de la edad de sus usuarios, sino ya directamente a censurarlos y condenarlos.
Internet se ha convertido en una Inquisición de lo políticamente correcto, una Gran Hermano de la Rectitud Moral que vigila y censura todo la que la parezca ofensivo. Donde la violencia está a la orden del día, pero en cambio mostrar la cosa más natural como puede ser el cuerpo de un hombre y una mujer desnudos ya es una obscenidad reprochable. ¿Y cómo coño hemos llegado a esta situación? Bien sencillo. Internet ahora mismo con toda la sobrecorrección política no es más que una retorcida pero precisa metáfora sobre la sobreprotección paterna. Si ya sabemos que somos niñatos inmaduros y destructivos por cortesía del anonimato en internet, Twitter, Facebook y las demás redes sociales son nuestras madres sobreprotectoras y escandalizadas. Twitter ahora mismo gracias a su regimiento de mojigatos, santurrones y quejicas fácilmente ofensibles, se ha convertido en la madre escandalizable que nos protege tapándonos los ojos ante situaciones tabú o incómodas por “Nuestro Propio Bien” Y bajo esa lógica se esconde una censura brutal que cada vez más nos impide disfrutar de las creaciones de los demás y donde los creadores son obstaculizados en su libertad creativa con cada vez mayor agresividad.
El problema no reside en que la sexualidad resulte ofensiva, sino que mucha gente en internet busca con todo su ahínco el sentirse ofendido. Sentirse ofendido ahora es la manera más fácil y directa para que te oigan y para hacerse notar. Twitter es un cheque de canje de pataletas por popularidad, y cuando la polémica está servida, tienes que ser el que le dé el mayor berrinche para que le hagan caso. Pero el problema no reside exclusivamente en las redes sociales, mucha parte de la responsabilidad también lo tienen precisamente quien saca a la luz dicha clase de contenido. Me explico. Todo el mundo sabe de buena tita a estas alturas, que sacar un juego o película con cierto contenido sexual va a levantar si o si cierto grado de controversia. Es una relación causal indiscutible. Si subes algo así, algún llorica se va a coger un rebote. Por lo que si eres un desarrollador de videojuegos, director de cine, novelista o creador de cualquier otra cosa de contenido, conoces los riesgos de subir dicha clase de contenido. Por eso me repatea mucho las reacciones cobardes que tienen precisamente los creadores ante esa clase de controversias y críticas. La de envainársela, la de echarse para atrás y ceder ante la presión, autocensurando su propio contenido para acallar críticas.
¡NO! eso lo último que puedes hacer. Cuando uno tiene la intención de mostrar la sexualidad como una parte inherente del juego, debe respaldar esa decisión y mantenerse firme porque si no, corre peligro la integridad creativa de la obra. A ver, tampoco quiero decir con esto que el coño de Watch Dogs 2 era una maravillosa expresión artística a la que no hemos sabido admirar. Eso es sencillamente un coño y ya está. Pero imaginaros lo desastroso que sería eliminar el sexo de juegos que si basan fuertemente cierta parte de mecánicas o su narrativa en ello. Imaginaros la hecatombe que sería eliminar y censurar el sexo de los Mass Effect (Que ya de por sí está bastante censurado, con escenas en las que prácticamente no se ve nada) le quitarías todo el sentido a muchas escenas, personajes, o líneas argumentales. Le quitarías el amor a una escena amorosa. Si bien nos parece de gilipollas eliminar el sexo o los desnudos en una película que precisamente va de ello ¿Por qué coño nos parece bien censurar el sexo en los videojuegos cuando también quieren abordarlo de la misma manera? Porque somos unos inmaduros con respecto a este medio.
Pero no nos confundamos, esta clase de pataletas y autocensura nunca han sido cosa de ahora. Todos recordamos la que se lió con el modo “Hot Coffee” de GTA San Andreas. Pero precisamente RockStar años después en GTA: The Lost and Dammed se mantuvo firme y en sus 13 y no eliminó una escena donde claramente se le veían los genitales a un personaje de la historia. Y ole sus santísimos cojones (Y nunca mejor dicho) por ello. Hay que defender que los autores de videojuegos se mantengan firmes con su contenido. Porque si ceden ante las críticas y las pataletas y acaban censurando su propio juego, los mojigatos de Intenet habrán ganado. Les habrás dejado bien claro que cuando lloriquean como niñatos sobreprotegidos ante temas incómodos, siempre acabaran por dejar al creador de rodillas y cediendo. Y esto jamás debería ser así, porque entonces el videojuego/película/libro ya no es una obra del creador, sino una obra de la gente. Una obra acomodada a sus delicadas sensibilidades y alejada de las intenciones de su autor.
Una vez más, no estoy tratando de decir que el coño de Watch Dogs 2 sea una obra artística que tendremos que admirar, y mucho menos aun comparándola con las escenas de amor o sexo de otros videojuegos. Que sea de buen o mal gusto, que parezca pertinente o no con la filosofía del juego, eso siempre dependerá de vosotros para juzgarlo. Pero lo que nunca debéis hacer es censurarlo. Que parezca correcto o no es otro tema, pero nunca debemos obligar a un creador a descuartizar su obra porque parece que nos hiere nuestra sensibilidad. Podemos respetar o mandar a tomar por culo las intenciones del autor con todo nuestro derecho, pero nunca obligar a censurarlas. Si todavía nos sentimos ofendidos por el Culo de Tracer en OverWatch y abogamos por la censura, entonces es que no hemos madurado lo suficiente con respecto al medio y no dejaremos que madure nunca.