Si hay algo que siempre me ha preocupado ha sido el tratamiento del cine a la mujer. Como todos bien sabéis, la historia del cine y la mujer no ha sido tan de color de rosa y glamurosa como cabría pensarse. Teniendo muy poca representatividad protagónica, o en su defecto reduciendo su personaje a una caracterización plana e insípida carente de motivaciones más allá de conseguir un chico. Siendo los personajes complejos y profundos la excepción más que la regla. Y esto en 2016 sigue ocurriendo le pese a quien le pese.
Pero esto no va a ser el enésimo post reivindicativo sobre darle mayor presencia a la mujer que tanto estáis hartados de ver en revistas de clickbait rastrero y polémica fácil como Vice y demás basura que se hace llamar periodismo. Sino todo lo contrario, una reflexión sobre los peligros que puede causar esta tendencia. El daño que puede llegar a hacer a la caracterización de personajes la sobreconcienciación discriminatória. Algo que está concebido con las mejores intenciones, pero que acaba haciendo más mal que bien. Una tendencia absurda en la que se antepone el pensar en la corrección política antes que en el bien y la calidad de la película. Sin duda es un asunto delicado y complejo, pero no quiero que me malinterpretéis, así que iré directo al grano.
No es un mal endémico que esté ocurriendo en todas las películas que se estrenan últimamente, ni tampoco algo que vaya a tambalear los mismos cimientos de la historia del cine, es una gilipollez que se reduce a una sola película, tan solo eso. Pero una gilipollez tan exacerbada que llega a preocupar hasta el más ávido de los cinéfilos y a cualquiera al que le interesen personajes bien construidos. Y si, sabéis de sobra a que película me estoy refiriendo. Pero no os preocupéis, no voy a ser otro tío que se va a dedicar a hablar del revuelo gilipollesco que causo el mediocre reboot de los CazaFantasmas, ni como le han arruinado la infancia, ni demás subnormalidades. Pero esa película ha sido precisamente el catalizador de mi preocupación.
Al final me animé a verla, y a pesar de que la vi con la mirada más objetiva y desprejuiciada posible, no pude evitar pensar en la oportunidad desaprovechadísima que resultaron ser su elenco de protagonistas. Toda la película se reducía a esta frase: “¡MÍRAME, SOY MUJER, MIRA LO DURA Y CAPAZ QUE SOY, COMO MOLO POR SER MUJER Y SER MUY DURA Y COMPETENTE!” Y restregándolo en tu cara con la sutileza de un directo de Mike Tyson a tu ojo izquierdo. Y no tengo nada en contra de eso, es un mensaje noble que aboga por la igualdad y el respeto. Pero detrás de esa declaración de intenciones, detrás de ese mensaje de “Women Empowerment” ¿Qué te queda? Nada. Personajes vacíos, carentes de desarrollo o cualquier atisbo de profundidad que se quedan en planas y olvidables caracterizaciones que no aportan nada.
Ese es el quid de la cuestión. El preocuparse en pretender mostrar algo y olvidarse del personaje que lo demuestra. Eso es lo que me ha dado a entender la película: Que los productores, el estudio y los responsables de la cinta, se han preocupado más de cubrir una cuota de discriminación positiva, incluyendo personajes femeninos, pero olvidándose de construir BUENOS PERSONAJES FEMENINOS. Ese es el gran problema que hay que erradicar. La mentalidad que tienen ahora algunas productoras de contentar a todo el mundo abanderándose en la excesiva sobrecorrección política y olvidándose de la propia película y sus personajes. Cuando precisamente y por contraparte, esta mentalidad es lo que le está haciendo más daño a los personajes femeninos. ¿De qué coño sirve meter una mujer si el único trasfondo que le das a su personaje es el de demostrar que es una mujer? Llamadme loco, pero yo espero que una mujer en una película tengo algo más de desarrollo que el decir “¡Hola, soy una mujer!”
Una película que tan solo tenga una mujer con una caracterización y desarrollo igual de bien trasladados que la de cualquier personaje masculino, es infinitamente mejor que cualquier otra que tenga 40 mujeres solo porque sí. Eso es lo que no quieren entender algunas productoras, más preocupadas en meter mujeres a cascoporro, que en tratarlas de la misma forma que a los hombres a los ojos del guion y la historia. Y no se vosotros, pero eso incluso me resulta aún más discriminatorio. Crea un buen personaje femenino en lugar de rellenar una cuota. Respeta a la mujer, no al “Público objetivo femenino” Lo importante del cine al igual que con todo es siempre es la calidad, no la cantidad.
Y para echar más leña al fuego, si da el caso de que no tenemos personajes secundarios sin personalidad para rellenar cuota femenina, luego tenemos otro problema más pronunciado el cual he denominado “El personaje Reivindicativo”. Esto ocurre cuando se está tan obsesionado por tener que demostrar algo con un personaje, (En este caso la capacidad y poderío de las mujeres) que te olvidas y maltratas el personaje. Porque si lo único para lo que está el personaje es para dar ese mensaje, no te queda nada del personaje más allá de ese mensaje. Una vez que dejas bien clarito ese mensaje, te queda un gran ¿Y ahora qué? Esto se refleja claramente en el personaje Kate McKinnon en el reboot de los Cazafantasmas. Vale, si, eres una BadAss de campeonato y una genial inventora, pero después de demostrarlo incontables veces ¿Y ahora qué? ¿Tienes algo más que decirme como personaje? ¿Aportas algo más a la trama? No hay más preguntas, su señoría.
Y lo que más me jode es que toda esta subnormalidad de sobrecorreción política tiene la más sencilla solución: Olvidarse del género. Os parecerá de locos pero es algo que se lleva haciendo desde siempre en el cine y ha dado pié a los mejores personajes femeninos de su historia. La regla de oro es bien sencilla: Construye el personaje primero, preocúpate del género después. Todo buen guionista te dirá que lo primero que debe hacer es centrarte en caracterizar y desarrollar al personaje. El tema de si tendrá tetas o polla, ya vendrá cuando tengas el personaje bien afianzado. Porque si hay algo que me ha enseñado el cine, es que un buen guion y una mejor caracterización es la mejor forma de conseguir la igualdad absoluta entre sexos. Porque, al igual que en la vida misma, un personaje puede ser fuerte o débil, con convicciones o hipócrita, fiel o traidor, perspicaz o bobo independientemente de lo que tenga entre las piernas.
¿El mayor ejemplo de esta equidad de género? Ellen Ripley. Cuando Dan O’Bannon y Ronald Shusett escribieron su personaje, al comienzo lo escribieron pensando en un hombre, y una vez afianzaron su caracterización y arco argumental en la trama, pensaron ¿Y por qué no hacerle mujer? Y así fue como nació uno de los personajes femeninos mejor construidos de la historia. ¿Tuvieron que hacer drásticos cambios en el guión? Ni uno. Lo único que tuvieron que hacer fue cambiarle el nombre, ni más, ni menos. Y creo que esa sería la mejor forma de crear un personaje femenino. Piensa en un hombre (Más que otra cosa por costumbre) y cuando acabes de desarrollar su personalidad y trasfondo, ponle tetas. Y PUNTO.
¿Quieres igualdad? Construye un personaje cuyo único trato diferencial sea el artículo que vaya acompañado a su nombre. Céntrate en crear un protagonista o personaje secundario de la misma manera que harías con un hombre y luego vuélvele mujer. Así de sencillo. De la misma manera que un hombre puede ser malvado o el héroe de turno en una película, también lo puede ser una mujer. Del mismo modo que un tío puede ser un perdedor o un miserable, también lo puede ser una mujer. En lugar de preguntarnos “¿Por qué?” cambiarle el sexo a un personaje, lo que deberíamos hacer es preguntarnos “¿Por qué no?”. Lo único que diferencia un buen personaje de otro en función de su género, es la forma en la que mea.
Y con esto no se consigue tener personajes femeninos “Masculinizados” o marimachos como los suelen llamar habitualmente. Porque muchas personas confunden la feminidad con el sexo débil y ya en cuanto ven a una mujer pateando culos seriamente, pierden el suyo en tacharla de marimacho y poco femenina. Cuando en realidad pueden ser más duras que el clavo de un ataúd y al mismo tiempo ser mujeres con todo su derecho. Mirad Ellen Ripley en Aliens, era lo más parecido a Rambo con tetas, pero no por ello en la película dejaba de demostrar con Newt que era también una madre cariñosa y protectora. Tampoco Sarah Connor en Terminator 2 por muy hiperciclada y dura que se volviese, dejaba de ser una mujer y una madre. Obviamente esos son rasgos femeninos diferenciales, pero se han ido desarrollando a posteriori de su caracterización. Es decir, volvemos a la regla de Oro: Pensando en un buen personaje antes y pensando en caracterizarlo como mujer después.
Luego está la otra cara de la moneda. Cuando se tira de tópicos y clichés femeninos tan trillados y atrasados que ni de coña representan a la mujer. Esos momentos en los que la mujer está solo para hablar de hombres, y cuyo único rasgo de personalidad es ser la amante secreta de X o la mujer de Y. Tratamientos superfluos y cosificados de los personajes femeninos tan atroces que casi son crímenes contra la humanidad. Pues eso es solo fruto y producto de un pobre guion, de alguien que tras el papel ni siquiera se ha molestado en darle un mínimo de trasfondo y profundidad a un personaje femenino. ¿Y sabéis donde se da esta problemática la mayoría de las veces? En las películas romanticonas y comedias románticas de mierda.
Curiosamente el peor tratamiento a la mujer se da en pelis que por norma general están dirigidas a un público femenino (Cosa que ya de por si es discriminante si llegamos a pensarlo) En esas basuras estercoladas en formato 8mm la mujer solo está para hablar de hombres y para perseguir al tio guaperas. Las demás mujeres que no sean las protagonistas se llevan incluso la peor parte, solo relegadas a hablar de compras, vestiditos, ir a comer o el chico que las gusta. Una representación tremendamente acertada y fiel sobre lo único en lo que piensa una mujer… ¿Verdad? Y lo que más me repatea de todo esto es que este tipo de películas se salen siempre con la suya y resultan indemnes de cualquier crítica. Y todo una vez más por la hipocresía de algunas mujeres que se hacen llamar abanderadas del feminismo, pero les chorrea el chochete cuando ven la última película de 50 Sombras de Grey o Sexo en NY.
Es por eso que hay que llevar “La lucha” a donde se merece y llevarla a cabo como se merece. Centrándose en que Hollywood desarrolle grandes personajes femeninos, sin prestar atención a cuotas discriminatorias, grupos de presión o corrección política, pero animando respetuosamente a los escritores y guionistas que pongan personajes femeninos con mayor asiduidad. No es nada fácil, pero siempre hay una clara diferencia entre la alentación respetuosa y la coacción mediática. Porque luego nos salen cosas como el reboot de los Cazafantasmas y ahí tenemos la prueba del delito. No debemos preocuparnos en meter mujeres en un película, debemos preocuparnos en crear grandes personajes que sean mujeres.