Hay algunas series que no necesitan un argumento elaborado o una trama compleja. Tampoco tienen por qué ofrecernos un thriller intenso cada 20 segundos solo para mantenernos pegados a la pantalla, pendientes del siguiente capítulo. Simplemente que tengan un reclamo, un elemento que las caracteriza, algo singular que las haga geniales y las diferencie del resto.
Y luego está Happy… La pinzada más ridículamente violenta, exagerada y chupiesquizofrénica que os podréis encontrar en vuestra puta vida. Si todas las series tienen su reclamo, el de Happy es ser “La VandaloSerie por antonomasia” Una ida de olla drogadíctica y hemogloriosa servida en formato serial de 8 episodios que os hará cuestionaros la salud mental de sus creadores y adorarles por encima de todas las cosas. Porque que salvajadas como esta hayan conseguido salir en emisión sin ninguna clase de censura o corte, es para beatificar a las mentes malsanas y retorcidas que han conseguido crear esta maravilla y darles las gracias por hacernos disfrutar de una de las series que, sin tener que pecar de las ambiciones de las que aspiran el resto, se ha convertido en lo más divertido que he visto este año
Los colgados de Crank. Eso ya lo explica todo, no necesitáis saber más. Si tenemos tras la producción y guion de esta serie, a los responsables de una de las mayores idas de olla en la historia del cine como es la saga Crank, eso ya prácticamente cierra el caso. Brian Taylor y Mark Neveldine son unos putos enfermos con un ojo directoral y talento narrativo magistrales que tuvieron la oportunidad y el valor de coger a Jason Statham, rodar lo más parecido a toda la locura homicida y subnormalidades surrealistas de un Grand Theft Auto, e inexplicablemente transformarlo en una franquicia de cine de acción. Por lo que todos aquellos que esperaban con ilusión el mismo nivel de pinzadísmo sideral que nos tendría acostumbrados este par de colegas directores, en esta serie no se sentirían defraudados.
Happy es una adaptación a serie del comic homónimo creado por Grant Morrison. Un exdetective del departamento de policía de Nueva York caído en desgracia que, sin comerlo ni beberlo logra la habilidad de ver y comprender a Happy, el amigo imaginario de una niña de 6 años recientemente secuestrada por un Papá Noel pederasta y pervertido en plenas navidades. Juntos deberán hacer equipo para salvar a un alma inocente de un destino fatal. Ya la serie desde el primer momento abraza la esquizofrenia a full potencial, presentándonos como reclamo a un protagonista trastornado que le habla al amigo imaginario de una niña, pero eso no es ni de coña lo más alocado que esta os puede ofrecer. Porque os recuerdo que seguís estando bajo la mano directoral de los cabrones retorcidos de Crank…
Así que podéis adivinar lo que os puede esperar con cada episodio. Una sinfonía de violencia desmedida sin igual, montonazo de perversiones sexuales a cada cual más bestial, locurotes que harían hasta palidecer de envidia a Trevor Phillips de GTAV y un estilo visual y de rodaje chupidogradíctico y tripimaravilloso que hace parecer que toda la serie esta empapada en crack y estamos en mitad de un muy mal viaje. Y no sé cómo coño se lo montan Neveldine y Taylor, pero inexplicablemente cada capítulo resulta ser más cacho bestia y salvaje que el anterior (Y que lo diga yo, ya os puede hacer una buena idea de los 50 pueblos que se pasan) Es como si fuera una “Progresión Geométrica de la Pinzada” ¿Seguir sin creerme? Vamos a ver, ESTÁIS ANTE UNA SERIE CUYOS 30 PRIMEROS SEGUNDOS SON ESTO:
Pero la serie no se limita a ser simplemente “Shock value” y va mucho más allá de quedarse en un producto cuya mera razón de ser es impactar por impactar. Porque bajo el barniz de locurote tripiviolento de Taylor/Neveldine se esconde una serie que atesora una combinación de lo mejorcito de los géneros más queridos y respetados que ha deparado el cine y las novelas gráficas renovados con un nuevo enfoque, pero sin perder toda la esencia que les caracterizaba. Happy para empezar es Cine Negro del bueno y novela detectivesca pulp clásica con todos los rasgos que más la identifican, solo que en una versión modernizada e hiperdrogadíctica.
Pensadlo, Chris Meloni hace del clásico antihéroe caído en busca de su último acto de bondad para ganarse la redención. Uno de los mejores detectives de la policía de Nueva York, en las horas más bajas de su vida intentando resolver ese caso imposible que, según él, puede lavar todos los errores que cometió… ¿No os suena? ¡Christopher Meloni aquí es el puto Max Payne! Solo que con la mirada más tróspida y salvaje que Taylor y Neveldine le podían otorgar. ¿Y qué significa eso? Pues un detective drogata, putero, alcohólico, ludópata, adicto al sexo, al borde de la mendicidad, que hace de matón y asesino a sueldo en sus ratos libres para ganarse el pan y que prácticamente todo lo que no se ha acabado por beber o chutar, ha acabado por follárselo o matar. LO PUTO ADORO
También la serie es excelsa a la hora de burlarse del tópico de indestructibilidad que este arquetipo de personaje siempre simboliza. A nuestro obstinado y decadente detective lo apuñalan, tirotean, defenestran, apalizan y torturan… Sufre 2 accidentes y 3 putos infartos en toda la puta series y el tío ni se inmuta, suelta un chascarrillo fácil y continúa su trabajo con aplomo y decisión. Os he dicho que adoro este puto personaje, ¿Verdad? ¡Pues lo repito ad infinitum, joder! Y en mi opinión no creo que sea casualidad que se haya escogido a Chris Meloni. El magnífico y veterano actor de Ley y Orden: Unidad de Victimas Especiales ha sido a efectos prácticos la personificación del ideal del buen poli que trabaja según las reglas, camina sobre el agua y atrapa a los culpables siendo fiel a su ética y moral inquebrantables. Y aquí, le ves abrazando de lleno lo diametralmente opuesto a lo que representaba y encima bordándolo el cabrón. Es una absoluta gozada verle haciendo de Max Payne putero-drogata y esquizo. Es de esos papeles que lo hace tan rematadamente bien que piensas que este hombre nació para interpretarlo.
Happy también es una Buddy Cop Movie genial y no se corta en homenajear dicho genero con todo el cariño y darle un nuevo enfoque. Happy y nuestro detective al principio comienzan como la clásica pareja de detectives que al no se soportan el uno al otro, (Más que nada porque uno es un producto de la dulce y casi diabética imaginación de una niña de 8 años y el otro un puto asesino a sueldo politoxicómano y putero…) Pero con el paso del tiempo se va respetando y cogiendo cariño y se dan cuenta que juntos no solo son de extrema utilidad, sino que se vuelven imparables. Pero lo realmente admirable es que ves como ambos cambian gradualmente y adquieren los mejores rasgos del otro. Al igual que Sancho Panza se iba “Aquijotando” y Quijote se iba “EnSanchando” El detective se vuelve un tanto más humano, comprensivo y respetuoso, mientras que Happy acaba abrazando su lado más oscuro y macabro. Y qué queréis que os diga…. No hay nada más lindo que ver a una cosa linda corromperse y liarse a torturar, asesinar. Hay que amar a estos putos degenerados de Taylor y Neveldine, cogen lo más puro, inocente y bello del mundo y lo convierten en un puto monstruo homicida. ME ENCANTA.
Y así, como si una versión esquizofrénica de Arma Letal se tratase, la serie se zambulle en el género para darle su característico look retorcido y en mi humilde opinión, insuflarle aire fresco a uno de los géneros más trillados y explotados del cine y televisión. Quien iba a pensar que un amigo imaginario dulce y un exdetective politoxicómano y homicida harían la pareja de detectives del año, pero así es como funciona la magia de este género: Te sacas 2 personajes tan opuestos como implausibles, les dejas con un cojonudo guión a sus espaldas, les pones a aguantarse el uno al otro y se obra el milagro. También se merece un tremendo aplauso Patton Oswald, a quien recordaréis como el colega de Doug en la serie “El Rey de Queens” quien, gracias a su interpretación tan odiosamente acaramelada y almibarada de un inocente personaje de imaginación, ha conseguido que ese milagro fuera posible. Si Chris Meloni es de facto el decadente detective Nick Stalh, Patton es insoslayadamente Happy.
Y otro aspecto en el que brilla esta serie es en un sus marcados y diferenciados personajes. Un implacable y peligroso capo de la mafia con una malsana obsesión por la navidad, un asesino a sueldo sociopático con predilecto gusto por la tortura sexual (Y Bonus Points por interpretarlo magistralmente Patrick Fischler. Que con su cara de puto desquiciado salido de un sueño surrealista de una peli de David Lynch acojona a cualquiera) El presentador de un programa de entretenimiento para críos, que resulta ser líder de una mazmorra de BDSM con roleo Furry… Que si, no dejan de ser muchos una colección de chalados y frikis con el mero propósito de impactar. Casi diría que son iguales que los excéntricos personajes secundarios de cualquier Grand Theft Auto, pero oye, al menos siguen siendo personajes coloridos y variados que aportan algo frescura a la serie.
También he de decir, que a pesar que no tener necesidad alguna de tener que contar una historia compleja que debe engancharnos desde el primer momento, lo cierto es que Happy sabe hacer bien los deberes como serie y sabe cómo desarrollarnos la trama para mantenernos interesados por ella capítulo a capítulo. Porque la premisa de la búsqueda de la niña secuestrada no deja de ser la punta del iceberg hacia una trama mucho más densa que nos captará nuestra atención según vaya avanzando. Y el guion de la serie está tan bien hilado, que se vale de todos los trucos de las mejores series para ofrecernos esas pepitas de información hacia argumentos y tramas mayores y más complejas que la premisa inicial y así echarnos el anzuelo y picarnos a no quitarle ojo de la pantalla. Y coño, también eso es otro ejemplo de un buen thriller detectivesco, vamos descubriendo más intrigas según lo va haciendo nuestro protagonista pasado de vueltas y al igual que él, nos vamos adentrando más para conseguir averiguar más. Y aunque algunas veces es algo tramposo y zafio, especialmente cuando “La guinda” te la dan en los últimos 10 minutos de capítulos para forzarte a ver el siguiente, no se puede negar que ha seguido el manual 1.1 de la narrativa en series modernas de calidad, y eso es siempre de agradecer.
Y eso es Happy. Una pinzada esquizofréntica, chupidrogadíctica y hemogloriosa solo fruto de las mentes perturbadas y retorcidas de Taylor/Neveldine. Peo que también va mucho más allá de eso y acaba resultando en toda una revitalización del género Noire y Detectivesco moderno, un soplido de aire fresco a las más que trilladísimas Buddy Cop Movies y un ejemplo en buen guion y narrativa que no tiene nada que envidiar a la de una serie actual. Con todo, consigue desembarazarse de esa etiqueta de ser solo una serie que va a por el shock value y a impactar por impactar y ser una magnífica serie por sí misma. Si no la habéis visto ya, por todo eso y mucho más que quizá se me haya olvidado, os recomiendo encarecidamente que la deis una oportunidad. Son solo 8 capítulos y cuenta los justo y necesario sin abusar de la confianza del espectador. Si tenéis ante vosotros una serie en la que el tío de Ley y Orden se convierte en el la versión Esquizofrénica, putera y politoxicómana de Max Payne y no habéis sabido ni echaros unas risas, ¡Es que no sabéis disfrutar de buena televisión!