Crítica: Tres Anuncios en las Afueras (¡Ojo, Spoilers Menores!)

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Ficha Técnica:

-Año: 2018

-País de orígen: EEUU

-Dirección: Martin McDonagh

-Producción: Grahan Broadbent, Pete Czernin y Martin McDonagh

-Guion:  Martin McDonagh

-Edición: John Gregory

-Música: Cartell Burwell

-Fotografía: Ben Davis

-Reparto: Frances MacDormand, Sma Rockwell, Woody Harrelson, Abbie Cornish, Peter Dinklage y John Hawkes

 

Hay ciertos directores que solo pueden reservarse el conseguir ciertas cosas. Campeones indiscutibles en un género que dominan y que piensas que ningún otro puede estar a la altura. Que nadie mejor que los hermanos Cohen o Tarantino para conseguir en una película una perfecta combinación entre el humor negro más descojonante y absurdo, el más serio drama y la violencia más cruda y visceral. Pero luego llegan tipos como Martin McDonagh con películas como “Escondidos en Brujas” y nos achanta la boca consiguiendo todo eso y encima imprimiéndole su propio estilo personal.

Y con la película que nos atañe lo ha vuelto a hacer. Conseguir lo que antes parecía ser monopolio de estos 3 grandes directores: Lograr que el público se ría, se estremezca y consiga reflexionar todo de una vez en la misma película. 3 Anuncios en las Afueras es una soberbia cinta que no solo consigue reunir dichas virtudes, sino que también se complementa con un elenco de actores de lujo que nos brindan las mejores interpretaciones de toda su carrera y un director en su mejor momento que, sintiéndose cómodo al saber encontrar su género, nos trae el que quizá sea después de Brujas, su trabajo más refinado hasta la fecha. No empezaré con la tontuna de si se merece un Óscar o no, pero si con la tontuna de que merece un buen visionado y toda vuestra atención. A fin de cuentas así funcionan mis críticas ¿No?

 

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De lo poco que os puedo decir del argumento sin destriparos ni spoilearos salvajemente la película es lo siguiente: En un pueblecito de Missoury, Mildred (Frances Macdormand) una madre coraje con un buen par de cojones, decide colocar 3 carteles a las afueras donde se condena el secuestro y posiblemente violación y asesinato de su hija y se señala la incompetencia e inoperancia del Sheriff local y las fuerzas del orden en tratar de esclarecer el caso. 3 Carteles que son la semilla de la conflictividad en lo que a priori parecía un pueblo pacífico y sin incidentes y que acaban siendo el catalizador de una serie de acontecimientos que removerán los cimientos de todos los que habitan en él. Y hasta ahí es lo poco que os puedo decir.

Lo primero: Frances MacDormand, hay que aplaudir a esta mujer hasta que te sangren las palmas. Siempre ha sido una mujer que no ha parado de darnos lo mejor de sí misma en cuanto a interpretaciones se refiere desde que empezó su idilio con los Cohen. Pero aquí ya se sale. Su papel como una madre coraje que busca justicia y descanso para su hija es de lo más interesante, descojonante y complejo todo de una vez. Porque por una parte tenemos una mujer más dura que el clavo de un ataúd, con una determinación tan férrea que en muchas ocasiones roza la testarudez y obstinación tan maravillosamente cómicas que nos garantizan enormes descojones tras otros.

 

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Por otro, se nos la presenta como una cabeza de familia que ha aguantado lo impensable y que ha hecho lo impensable por mantenerla firme y por no desmoronarse en el proceso. Pero al mismo tiempo es un personaje complejo que se balancea entre buscar justicia o en realidad buscar culpables. Una mordaz visión sobre si realmente lo que le mueve a esta mujer es encontrar a los asesinos de su hija o vengarse de todo aquel que no hizo nada por encontrarlos. Justicia Vs Retribución. Durante toda la película se profundiza muy eficazmente sobre la atormentada y apesadumbrada psique de Mildred, que se mueve entre la búsqueda de la verdad y el desquite vengativo de hacérselo pagar a cualquiera que le parezca cómplice o culpable para de esa manera tratar de apaciguar y calmar su dolor.

Complejidad y evolución, esas son las palabras que mejor definirían hasta el último de los magníficos personajes que pueblan esta película. Porque es una cinta que, valiéndose de su genial guion por parte de McDonagh y una mejor caracterización por un elenco de actores de lujo como Woody Harrelson, Sam Rockwell, Peter Dinklage y la propia Macdorman, consigue que nos identifiquemos, comprendamos y llegamos a respetar hasta el más secundario y anecdótico de ellos. Y todo porque la película se esfuerza en jugar con nuestras primeras impresiones y nuestras percepciones. Es una cinta que comienza con lo que parecen simples estereotipos de la América profunda sin nada de personalidad tras de sí, pero que termina con un aluvión de personajes profundos con distintas motivaciones, expectativas, desasosiegos y circunstancias con las que no podemos dejar de comprender y respetar. Una cinta que va de menos a más. Que comienza con tópicos para luego deconstruirlos, enriquecerlos y hacernos cómplices de su complicada existencia.

 

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Bill Willoughby, (Harrelson) el que a comienzo creíamos que era un Sheriff incompetente y desilusionado con su trabajo que pasa de cumplir con sus labores, según va avanzando la película comprendemos que en realidad es un excelente policía que comprende la enorme conflictividad social en la que se va a llegar a encontrar el pueblo, las ansias de Justicia de Mildred y especialmente la tesitura en la que se encuentran todas las personas relacionadas con el caso. James (Peter Dinklage) parece un simple colgado encoñado por Mildred, pero en realidad es una persona solitaria cansada de ser solitaria, que estaría dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de conseguir contacto humano o ganarse la aprobación de Mildred porque la quiere de verdad. El hijo de Mildred más que abrazar el arquetipo de adolescente enfadado con todo y tocapelotas, es en realidad un joven que ha tenido que soportar una familia rota, llena de malos tratos, el perder a su hermana y que desde luego no puede volver a soportar el intenso dolor de reavivar la pérdida de su hermana nuevamente por los carteles que ha puesto su madre. Todos parecen estereotipos manidos, hasta que se nos lo presentan y somos testigos de evolución.

 

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Aunque indiscutiblemente el mejor ejemplo de evolución y cambio entre los personajes es el interpretado majestuosamente por Sam Rockwell. Al comienzo no es más que el clásico paleto sureño racista, violento y pendenciero que apenas usa el cerebro pero no se corta en usar la porra. Un matón con placa que se dedica más a dar palizas a negros o a cualquiera que le contraríe, que dedicarse a realizar un auténtico trabajo policial. Pero conforme avanza la película, nuestro personaje se da de bruces con la realidad de sus execrables acciones y comienza a reflexionar sobre todo el daño que ha causado. A partir de ese momento comienza una cruzada hacia la redención en la que está decidido a resolver el caso, actuar racionalmente y enmendar todo el daño que ha causado. Y este arco de redención y propósito de enmienda es lo más hermosamente humano que le podían hacer a lo que antes parecía un estereotipo andante. Una gran lección al espectador sobre cuál es la auténtica naturaleza del ser humano. Si estar condenados a herir constantemente a los demás, o seres racionales que pueden mejorar y respetar a los demás si les dan la oportunidad de pensar en ello.

 

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Dejando atrás los personajes, lo primero que te asalta de la película es ese aire y sabor de filme de los Cohen que McDonagh le que ha querido imprimar. Que en lugar de quedarse en una simple imitación por parte de McDonagh, el tío se las apaña para darle también su carácter y personalidad propia. Esa “Realidad Absurda” donde conviven las situaciones más estrambóticamente disparatadas con los momentos más crudos y desgarradores sin mayor nexo de unión que la condición irracional de la realidad misma. Y si os soy sincero, soy un colgado por esta clase de filosofía y temática. Porque es una forma de Nihilismo tan sutil como una patada en la polla, pero igual de efectiva. No hay una razón subyacente que explique absolutamente nada de los acontecimientos. La vida de los personajes es tan insustancial y frágil como la de todos los demás, los acontecimientos ocurren de rebote, por casualidad (Casi por fatalidad) y sin ninguna clase de sentido a las que atribuirlas.

La Violencia, la muerte y el desastre ocurren porque si, de forma insustancial e incoherente y sin que las personas a las que les rodea y perjudica puedan llegar a pararlo o tan siquiera llegue a importarles lo más mínimo. La gente sufre enfermedades terminales y la palma, las personas son secuestradas, violadas y asesinadas a nadie le importa un carajo. No hay ni justicia para ellas, no hay un motivo por el que ocurre y ni hay ni el más mínimo interés. La existencia de los personajes como la génesis de sus conductas son un accidente, un tropiezo un percance que escapa de su control y ni se molestan en buscarle el sentido. Tal y como es la vida misma, un accidente absurdo y sin direccionalidad por lo que nos empeñamos obstinadamente en darle entendimiento.

 

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Y aunque ya con esa filosofía de combinar el drama más intenso con la comedia negra más absurda, abrazando un nihilismo existencial tan irremediablemente de firma Cohen, ya me tiene ganado por los siglos de los siglos, McDonagh no quiere quedarse ahí y nos aborda cuestiones que invitan a la reflexión constante. Y aunque cualquiera que la haya visto sabe de sobra que el comentario subyacente al que nos quiere llevar el director británico es tan sutil como recibir una coz de caballo en la mandíbula, no pierde ni un ápice de valor en absoluto. Lo primero a lo que nos invita es a una mirada fidedigna y a la vez extremadamente crítica de la América más profunda. Esa parte de EEUU que por mucho que se pueda presumir que vivimos en tiempos modernos, civilizados y comprensivos, no importan los años que pasen pues siguen arrastrando los ideales más retrógrados, racistas y perniciosos por los que esa nación trata de librarse desde hace más de un siglo. Una crítica mordaz a esa América inculta, ignorante, racista y excluyente que emplea más sus energías en odiar a todo aquel que no sea blanco, americano y protestante. Si, justo esa América que le ha dado el voto a Trump. Justo esa América que por mucho que nos lo trate de negar, constituye la mayoría del país y una fuerza política en plena regla.

Al mismo tiempo no se corta una mierda en dejarnos claro que, en más ocasiones de lo que nos gustaría admitir, la única forma de conseguir verdadera justicia y que las fuerzas del orden hagan su trabajo, es haciendo público el asunto. La tenacidad de Mildred a la hora de airear los trapos sucios al público tanto valiéndose de los carteles como con los noticiarios que vienen a cubrir la noticia, es una tremenda hostia de realidad que nos deja bien clarito cómo funcionan las cosas en estos casos. Que solo valiéndose del escarnio social y el ridículo, es solo el momento en que los auténticos responsables dan su brazo a torcer. Y tristemente la actualidad no deja de darnos la razón. Solo cuando temas tan escabrosos como estos están al ojo público, es solo cuando hay más posibilidades de que se resuelvan. Más que nada por el temor de aquellos responsables de resolverlo de quedar como incompetentes delante de todos, que de hacer bien su trabajo para empezar.

 

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Pero también esto es un arma de doble filo que solo consigue encender una mecha en el polvorín que resulta ser el pueblo de Ebbing. Un caldero de conflictividad social en ebullición con varias personas que no ven con buenos ojos lo que hizo Mildred y donde la amenazan y la acosan, al culpabilizarla de los subsecuentes acontecimientos tras la colocación de los carteles y la llegada de la prensa. En reflejo bien cristalino de que la sociedad de la América profunda (al igual que la mayoría, no nos vamos a engañar) le gusta barrer hacia adentro y por debajo de la alfombra, antes que lavar sus trapos sucios en público. Tampoco voy a negar que, esta peli resulte un testamento a favor de la continua lucha de la mujer por defenderse del maltrato y por conseguir justicia ante casos de violación y asesinato que pueblan nuestra sociedad. Y nadie mejor que Frances McDormand con unos ovarios más grandes que la línea de flotación de un transatlántico para abanderar ese movimiento.

Aunque en mi humilde opinión, la introspección más acertada de toda esta cinta es la que denomino yo “La escalada de la Violencia” Una certera declaración sobre que la violencia solo conlleva más violencia y nunca soluciones. De que lo único que va a desembocar es en una mayor brutalidad, mayores daños y mayores consecuencias. Una espiral destructiva en la que según nos vamos incluyendo en esa dinámica, acabaremos haciendo daño y perjudicando a las personas equivocadas, a gente que no se lo merece. Y que lo único que triunfa sobre ella es el poder de la razón. Que pararse a pensar por unos segundos y tomar en consideración el daño y las consecuencias de nuestras acciones, puede llevarnos mucho más lejos que la agresión ciega. Violencia Vs Razón. Y aunque la película lo presenta de modo muy cursi y almibarado (Sustituyendo el concepto de la razón por el del corazón y el poder del amor…EHHGGG) la reflexión no deja de perder su fuerza evocadora.

 

 

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Mildred y Dixon son los 2 personajes que mejor representan este comentario. Mildred obsesionada con buscar justicia para su hija, ha degenerado en una mujer llevada por la ira y la venganza, que se desquita con cualquiera que considere responsable tanto de la inoperancia en la manera de llevar el caso como a cualquiera que no se haya preocupado por su hija. Y Dixon es un tío que está tan acostumbrado a dejarse llevar por su violencia y rabia, que ha sido cegado completamente por ella. La violencia ciega la mente e imposibilita la razón. Yo creo que esa es la mejor introspección que se puede sacar de toda la cinta. Algo que tenazmente nos deja claro con su final, que en realidad ese rayo de esperanza era en realidad una mera ilusión al continuar Mildred buscando sus propios culpables para darles lo que ella considera su propia justicia. Una reflexión tan desgarradora como precisa donde se nos deja bien claro, que cuando la amargura, el rencor y la violencia han formado tanto tiempo parte de tu vida, ya no hay manera de dejarla atrás.

O quizá, sea justo lo contrario al ver a Mildren y Dixon siendo plenamente conscientes de lo que se han hecho el uno al otro y traérsela floja al respecto. Quizá también el final es una gran lección de que el ser humano también tiene la potencialidad de saber perdonar, olvidar y pasar página. Siendo un final tan ambiguo lo cierto es que puede estar abierto a múltiples interpretaciones. Pero eso es lo más bonito a lo que puede aspirar un film. Porque si al final consigue evocar múltiples ideas y reflexiones al espectador que le animan a debatir, comentar y sobretodo imprimir una idea a fuego en la mente del espectador mientras le anima su pensamiento crítico, es el mayor logro que puede conseguir una película. Y ya sea hacia un extremo o hacia el opuesto, si te ha hecho meditar al menos 5 min ya tienes razones para respetarla.

 

 

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Podrás no estar de acuerdo con que la forma o el tono, que los personajes no te parezcan tan desarrollados como mencioné, que el mensaje subyacente se queda en un mero tonteo superficial sin desarrollo. Pero su extraña y a la vez maravillosa combinación del humor más negro y absurdo junto con el drama más desgarrador es algo que muy pocas películas consiguen y algo que solo muy pocos directores alcanzan. McDonagh ha conseguido con solo 3 películas a sus espaldas, llegar a un punto de su carrera en donde no solo ha conseguido alcanzar la genialidad de los Cohen, sino también ofrecernos un estilo propio y personal de contar historias a través de la fuerza de sus magníficos guiones y sus complejos y grises personajes que los protagonizan. Si un director consigue que te descojones, reflexiones y te estremezcas todo de una vez en la misma película, solo puedes estar ante un gran director. Me seguirá gustando un poco más “Escondidos en Brujas” Pero es innegable e indiscutible que 3 anuncios en las Afueras es de sus más refinados trabajos. ¡Y como lo den un puto Óscar a Frances McDorman, HollyWood ya directamente no tiene ni puta idea de lo que se hace! Mierda, al final he caído y lo he dicho…

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