Crítica: Ghost in the Shell

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Ficha Técnica:

-País de Origen:  Japón

-Año: 1995

-Dirección: Mamoru Oshii

-Producción: Ryuji Mitsumoto

-Fotografía: Hisao Shirai

-Guion: Kazunori Ito

-Música: Kenji Kawai

– Edición: Shuichi Kakesu

-Protagonistas: Iemasa Kayumi, Yutaka Nakano, Tesshō Genda, Atsuko Tanaka, Tamio Ōki, Maaya Sakamoto, Kōichi Yamadera, Akio Ōtsuka, Mitsuru Miyamoto, Yūji Ueda, Shigeru Chiba, Takashi Matsuyama, Shinji Ogawa, Kazuhiro Yamaji y Masato Yamanouch

¿Qué he estado haciendo con mi vida? Esa fue la primera pregunta que me pasó por la cabeza cuando termine de ver esa cinta. Con lo colgado que soy de la ciencia ficción, con lo obseso que puedo llegar a ser con el género ciberpunk, y con lo que me fascinan las historias con implicaciones filosóficas y existencialistas ¿Qué cojones he estado haciendo todo este tiempo para no verme Ghost in the Shell? La película sobre el manga que prácticamente sentó las bases de muchas obras actuales del género, o lo que muchos consideran su mejor exponente, y yo pasando olímpicamente de verlo desde hace eones… ¡Ole mis cojones! En fin, dicen que nunca es tarde para ver algo bueno, y si estamos ante una de las obras magnas del anime, siempre será el momento adecuado para verlo.

Y os puedo decir con toda seguridad que es de lo mejorcito que he visto en mucho tiempo. La película tiene todo lo que esperaría para maravillar a un colgado como yo e interesarle lo suficiente como para pescarle de lleno para el manga. Pero seguro que no esperáis que os resuma todo lo que me ha parecido la película en un solo párrafo, así que me ahí estoy yo para ofreceros una crítica to pofesional abordando y diseccionando con precisión todo lo referente a la cinta y lo que ha significado para mí. Así que me dejo de introducciones y vamos al lio:

 

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Antes siquiera de hablar de la propia película en sí, resulta imposible el hacerlo sin comenzar primero por su preciosa y magnífica animación. Podrías decir que al ser un tío que no ha visto mucho anime en su vida, soy fácilmente impresionable cuando me ponen algo parecido a esto, y no os equivocaríais. Pero este “hándicap añadido” no devalúa ni un ápice el valor artístico de la cinta. Dibujos majestuosos, acabados con enfermizo detalle y animados de una forma tan natural y fluida que resultan un gozo a la vista. Un uso del color y del cromatismo increíbles para complementar cada situación y transmitirnos lo que cada una significa. El color para mi es el elemento más importante de toda la cinta, porque permite darle el contraste tonal y emocional necesario sin que tengan que explicarte o sobrexponerte nada.

Y no solo se limita al juego de color, tenemos el uso de las sombras, esa puta manía con el verde… los reflejos, el grado de iluminación, la saturación y hasta las luces de Neón por un lado consiguen transmitirte los pensamientos, dilemas y desasosiegos de los personajes sin que estos tengan que mediar palabra. Y por otro lado consiguen evocarte todo lo que representa cada escena sin que tenga que el director tenga que restregártelo en la cara con puntualizaciones obvias constantemente. Algo que demasiados directores están haciendo últimamente. Es belleza sutil que transmite, evoca y sugiere de forma suave pero perceptible.

 

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Prácticamente por lo visto toda la película evoca y sugiere algo en algún momento con algún recurso estilístico. Que al parecer toda la peña insiste en que ver un lindo sabueso en determinado momento indica que algo bueno o malo está a punto de ocurrir. Pero yo creo que esas gilipolleces son el más hermoso logro que puede alcanzar el cine de animación, y que coño, el cine en general. La capacidad de transmitir mucho, valiéndose de poco. El poder evocar un gran significado, recurriendo a pequeños detalles. Y si una película de “Dibujicos” como dicen, puede llegar a representar tantas intenciones con unos cuantos esbozos y leves escenas, se ha ganado mi admiración.

Mención especial merece la increíble introducción. Una obra de arte en sí misma, sin exagerar. Esos títulos de crédito introductorios en los que te presentan a  la mayor Kusanagi en acción repartiendo leña ya son increíbles y molones de por sí, pero el complementarlos mostrándote “La Creación” de Kusanagi de forma tan hermosa y exquisita emulando “El Nacimiento de Venus” de Boticelli es un firme testamento de que el anime no es un ámbito con simples ínfulas o pretensiones artísticas sino que es en realidad puro arte. Una rotunda afirmación de que la maravilla de la que estas siendo testigo puede ser calificada como obra de arte en toda regla. Son escenas como esta las que demuestran con total seguridad que el cine de animación nada tiene que envidiar a otras formas o vehículos de expresión artística.

 

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Pero de nada serviría todo este empacho de arte visual, si no estuviera acompañado por la genial ambientación, atmosfera e historia que caracterizan al manga homónimo. Sería un claro caso de estilo sin sustancia. Afortunadamente no ha sido el caso. Y aunque en muchas ocasiones se nota que todo el trasfondo se nos mete muy a batiburrillo y apelotonado, la película sabe resolver este problema bastante bien valiéndose de su historia principal para desarrollarlo. En lo relativo al núcleo duro de su argumento, a priori se nos presenta un buen y más que decente drama policial. Aquí se nos narra la historia de la mayor Kusanagi, una ciborg  a nivel completo en el ámbito físico, pero con la mente, cerebro y conciencia plenamente humanas. Agente de una las fuerzas especiales más importantes de la policía de Tokio, La “Sección 9” su misión es dar caza y eliminar a terroristas que amenazan con asesinar diplomáticos para desestabilizar las ya críticas relaciones internacionales.

Pero eso es solo la punta del iceberg, ya que la caza del más peligroso y buscado terrorista, conocido como el Titiritero, lleva a una serie de eventos que pondrán a prueba las cuestiones más importantes sobre la existencia, su propósito y hasta la propia alma de la mayor. Como he dicho, la película se vale de un más que decente drama policial y thriller criminal para darnos pié de apoyo al universo que nos rodea en la cinta. Y eso es algo que me encanta, porque consigue realizar una mezcla de géneros sensacional que casa a la perfección y redondea aún más el disfrute de la cinta: El Thriller Policíaco con la Ciencia Ficción. Exactamente lo mismo que adoro de Blade Runner, Ghost in the Shell lo consigue igual de fenomenal. Debe ser que el cine negro y el ciberpunk son tan perfectos al mezclarse que se vuelven casi inseparables, como galletas de oreo con leche o escopeta recortada con vientre de enemigo a bocajarro, pero queda de lujo.

 

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Abordando ya el marco y ambientación de la cinta, como dije, hay muchos momentos en que se nota que nos lo están compactando a lo bestia y apelotonado. Pero es comprensible, porque incluir todo el denso trasfondo que puede dar un manga en una sola película de 1 hora y 20 minutos no es tarea fácil, pero puedo asegurar que se han valido de todos los recursos necesarios para zambullirnos en su universo sin abrumarnos con sobreexposición. Maniobras y tejemanejes casi maestros diría yo, porque el morcillón de Lore que te meten y las formas que tienen de diluírtelo son fruto de puro ingenio.

Nada más empezar y en los primeros minutos, ya se nos muestra un futuro en el que la humanidad sobrevive en ciudades sobrepobladas y megadesarrolladas, se nos deja caer que el mundo ha atravesado una guerra a nivel mundial y que la diplomacia y las relaciones internacionales están en un punto crítico y delicado donde cualquier tensión puede reavivar las llamas de la guerra. Esto en apenas 5 min. BIEN. Y los siguientes 10 se nos deja bien clarito que en esta humanidad, el tener implantes cibernéticos, miembros y órganos biónicos es algo común y cotidiano. Y que incluso hay personas que todo su cuerpo es artificial y está compuesto por pura robótica. BIEN. Y ya en los siguientes 15 aprendemos que es posible transferir las consciencias  y mentes humanas a cuerpos artificiales para que estos continúen sus vidas y que esto es lo más anodino de las prácticas para aquellos que se lo pueden permitir. Pero también que da pié a que dichas conciencias se puedan piratear, hackear o revertir como si fueran cualquier programa informático. ESTE PUTO CONCEPTO ME REVENTÓ LA MENTE.

 

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Porque he ahí el pilar maestro en el que se apoya todas las cuestiones filosóficas que nos trae esta película. Que aunque como digo, están llevadas a carrerilla, no deja de traernos reflexiones tremendamente profundas e interesantes. Empezando por preguntarnos ¿Que conforma nuestra identidad? ¿Qué forma nuestro Yo? ¿El Aspecto Físico + Nuestros Rasgos de personalidad? ¿O somos más bien un conjunto más etéreo, algo más ulterior que el conjunto de nuestra conciencia, personalidad y emociones? ¿Tenemos alma? Y de ser así ¿Nuestra alma se podría bajar, subir y descargar como si fuera datos de un USB? Por no hablar de que si transferimos nuestra consciencia a otro cuerpo biónico y a otro cerebro ¿Seguimos siendo nosotros mismos? ¿Quién nos dice que podamos ser inalterables en nuestro modo de pensar y comportarnos cuando ocupamos un cascarón que no es el cuerpo con el que hemos sido creados?

Impresionantes y fascinantes reflexiones que evoca este concepto en Ghost in The Shell, aunque me rechinó un poco que en lugar de tratar a la conciencia por su nombre, la llamaran “Espíritu” dándole así una connotación más religiosa o filosófica, alejándola por completo del constructo psicológico. Pero claro, si no la llaman espíritu, le quitarían el fantasma del cascarón vacío, le quitarían el Ghost in the Shell, y claro, le quitan la gracia. Pero hasta esta riada de conceptos existencialistas subyacentes tan geniales solo acaban siendo la estrella invitada para la mayor reflexión que se marca la película: El abordar el concepto de la vida. Y todo gracias al personaje del Titiritero. Que resulta ser al final una Inteligencia Artificial con conciencia de sí misma y de su propia existencia, que desea llevar una vida humana.

 

 

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Y los momentos finales de la película donde el Titiritero explica las razones  por las que desea transferirse a una mente humana, son discursos y exhortaciones existencialistas de oro puro que dejarían en bragas a cualquier profesor de filosofía. ¿Qué es para él la vida humana? ¿Que la define como tal? ¿Es el concepto de la mortalidad? ¿Es el sentido último y objetivo en sí mismo de una vida, e acabar? ¿El reproducirse y crear progenie? El tirititiero cree que lo más valioso de la vida humana es su condición frágil y efímera, que obliga a procrear para perpetuar el yo y nuestra especie. Viso así ¿Por qué no realizas una copia de tu personalidad como las otras personas? Le peguntan al Titiritero. Pero la respuesta que el da trae otra reflexión mucho más profunda: Una copia, es una copia, sin variedad, sigue siendo lo mismo. El reproducirnos y tener hijos es precisamente la mejor copia, porque nuestro material genético, nuestra información básica como personas, no solo se copia y perpetua sino que se mezcla con el ADN de la otra persona, concibiendo así, un ser único y original que al mismo tiempo mantiene las características genéticas de sus progenitores.

Que una película de apenas 1 hora y 20 minutos pueda desarrollarme temas tan abstractos y complejos de una manera tan profunda, eficaz y fascinante me sigue pareciendo un logro acojonante que casi ninguna otra película ha conseguido replicar. Y encima que lo complemente con una historia de thriller policiaco interesante, un atmosfera y trasfondo apabullantes que perfeccionó, por no decir reinventó, el género del ciberpunk moderno que tanto conocemos ahora y que solo las mejores novelas de Phillip K. Dick y William Gibson han conseguido alcanzar. Todo ello, con una animación preciosa,  con hermosos dibujos perfectamente dibujados y un enfoque que busca casi la exquisitez artística. No se vosotros, pero yo ya tengo mi nuevo Dios personal al que rendir culto y pleitesía. Esperemos que el manga original y las producciones siguientes estén a la altura de estas enormes expectativas.

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