Quiero comenzar este resumen personal con una pequeña reflexión sobre la que ahondaré más abajo. Los E3 de 2015 y 2016 nos permitieron ser niños y evadirnos, idealizaron el mundo del videojuego. El E3 de 2017 es una vuelta al presente; al mundo adulto. Una bofetada de realidad. Hemos crecido en este año, y los que creen que esto es un paso atrás es porque ─considero─ no sabe bien de lo que va el asunto. Si medimos todo con el baremo de la espectacularidad y del factor vendesueños, entonces los E3 serían poco más que escenarios llenos de teasers sin contenido alguno y CEOs mágicos haciendo hechizos. El E3 de 2017 ha servido para devolvernos la precaución como consumidores que estaban siguiendo una tendencia hacia el vacío que las propias expectativas generaban. No todos los años se puede vivir del hype.