Hace años que los videojuegos dejaron de ser un pasatiempo destinado a los amigotes que se reúnen en su casa del árbol para merendar. El medio está madurando y su público se ha diversificado, los e-sports están en la televisión y los defensores del videojuego artístico ya no son los bichos raros; sin embargo, continuamos arrastrando los mismos clichés. En la entrada a la casa del árbol sigue colgado el cartel de «chicas fuera».
Este pasado año he visto cómo el tema del sexismo en los videojuegos ganaba más fuerza que nunca en mi entorno, he presenciado auténticas campañas de odio por las redes y los foros, usuarios retrógrados que maldecían, insultaban y amenazaban a personas que querían hacer por esta comunidad mucho más de lo que cualquiera de esos cretinos merece. Hoy quiero comentar y, especialmente, dar visibilidad a los casos que más me han marcado.
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