Hoy me he mirado al espejo y, por un momento, he tenido una visión horrible que me ha dejado estupefacta. Negando la realidad, he cerrado los ojos y he contado hasta diez mientras trataba de tranquilizarme en vano. Pero al abrirlos lo he visto de nuevo e, incapaz de articular palabra, he examinado cuidadosamente la cara de mi reflejo. El espejo me devolvía la imagen de una chica que tenía un mensaje tatuado en la frente: «Soy fan de Dark Souls». Tras una hora intentando borrarlo sin éxito, he desistido. En el fondo sé que todo el mundo conoce la terrible verdad, y esto es sólo una señal divina para que lo acepte. Para que salga del armario, para que se lo grite al mundo. Sí, vale, puede que sea fan de Dark Souls. Es posible que haya dedicado demasiadas horas de mi vida a este juego. Hoy comparto una historia real digna de Survival horror: Dark Souls es un agujero negro de horas que podría haber dedicado a otras cosas, pero… Joder, no me arrepiento. Ya está, ya lo he dicho. Cuatro putos años aplazando esta entrada. Ahí va mi diario personal.