Si tuviera que elegir una palabra para describir el mundo del videojuego esta sería, sin duda, apasionado. Es la pasión la que nos mueve a pasar horas y horas delante de la pantalla, son los sentimientos que nos transmite el pixel lo que le da vida a la industria. Esta pasión nos lleva a comentar con nuestros amigos las aventuras que vivimos frente al televisor o a presumir del último combo logrado en el beat’em up de turno. También es la pasión la que nos lleva a buscar con ansia las novedades de los títulos que más esperamos, a creer rumores y formar expectativas con lo que soñamos jugar, con lo que soñamos que será una revolución hecha videojuego. Sin embargo, y como es normal, no todos sentimos pasión por lo mismo. Quiero decir, algunos pueden esperar con muchas ganas la nueva temporada de Fornite, mientras otros pueden estar deseando la salida de Cris Tales. Por ende, tampoco es lo mismo esperar un título que otro, pues el grueso de jugadores puede ser muy distinto. La conversación se dirige como una ola imparable hacia un destino concreto, y aquellos que osen con desviarse del camino establecido corren el riesgo de perderse en la inmensidad del océano.