Como parte de la iniciativa El Gamer Invisible, y por la gracia de Miquiprince, me ha tocado jugar a Prey. No, no el Prey del año pasado, sino el de 2006, el que nadie recuerda salvo los cuatro fans acérrimos que vieron en él la originalidad y diversión de un juego digno de ser recordado. Hoy, por fin me he pasado el shooter más único de la pasada generación.
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