Soy un gran fan de Sonic. No, en serio, lo soy. Decir esto en voz alta en estos últimos años es lo más parecido a perder todo rastro de credibilidad puesto que la franquicia se ha convertido en uno de los mayores chistes de la industria pero, a pesar de todo, sigo siendo un fan acérrimo de la serie, y constantemente me encuentro jugando a un buen número de sus juegos, y uno de esos constantes es sin duda alguna Sonic Adventure: la transición del erizo del 2D al 3D, uno de los must have de Dreamcast, y ciertamente una pieza única e inconfundible dentro del género de plataformas.