Después de ganarme mi 3DS gracias a este unboxing no tenía mejor manera de estrenarla que con The Legend of Zelda: A Link Between Worlds, el primer juego que llegó a la portátil de Nintendo (si omitimos el remake de Ocarina of Time) dispuesto a convertirse en un imprescindible de esta consola. Había pasado mucho tiempo desde que jugué por primera vez a The Legend of Zelda: Majora's Mask en mi Nintendo 64 y mucho más aún desde que terminé The Legend of Zelda: Ocarina of Time, juego que sigue siendo el mejor para mí de toda la saga, así que Igone me prestó A Link Between Worlds y la magia de la saga volvió a encandilarme, así que vayamos por partes y veamos de qué pasta está hecho el juego.