A estas alturas de la generación que apenas acaba de empezar, una de sus contendientes se encuentra en una situación ciertamente, para muchos sectores, agónica. Tras una generación de tremendos éxitos, donde Nintendo consiguió que sus dos consolas se convirtiesen en las líderes destacadas de los mercados de sobremesa (con una Wii que supone un récord de ventas para Nintendo en dicho segmento respecto a su sistema más vendido anteriormente, como fue NES) y portátil (convirtiéndose NDS en la segunda consola más vendida de toda la historia, la primera de su sector, derrotando contundentemente a la PSP de Sony), se ha encontrado con un panorama totalmente diferente.
El primer aviso llegó con la sucesora de la exitosa portátil de doble pantalla. 3DS no inventaba nada nuevo: tomaba las líneas maestras de su antecesora, y le añadía un extra (el 3D sin gafas) que, viendo el interés que existía por aquel entonces gracias a Avatar, debería haber sido contundente. Sin embargo, la realidad fue bien distinta: al sistema le costó muchísimo arrancar en todos los mercados por muchos motivos, entre los que se citaban el elevado precio, la falta de catálogo, y la alargada sombra de su antecesora. Sin embargo, Nintendo reaccionó rápido, y volvió a su estado natural en el mercado portátil, dominando.
Muchos pensaron que esto sería tomado como un importante feedback de cara al lanzamiento de la sucesora de Wii, por entonces conocida como “Project Café”. Sin embargo, Wii U llegó, y muchos entonces pensaron que Nintendo estaba repitiendo los mismos errores que hicieron tambalearse a su 3DS: un elevado precio y una elección de nombre quizá algo desafortunada, sumado a que su potencia no estaría a la altura de las futuras Orbis (PS4) y Durango (Xbox One), que llevaría a las third party a no publicar sus juegos, y volvería a dejar a Nintendo en una posición delicada.
Aquellos temores, quizá considerados infundados dado el notable catálogo de lanzamiento con el que el sistema contaba, y el año de ventaja que tendría sobre su competencia, hoy se han convertido en una realidad prácticamente innegable para cualquiera, incluso para aquellos que, como yo mismo, poseen el sistema. Algunos esperarían más, y otros sabían exactamente lo que adquirían, pero existen muchos motivos para reconocer sin tapujos que Nintendo se encuentra en un serio aprieto con Wii U, semejante al que tuvieron en el pasado (salvando las distancias económicas) Sega con su Dreamcast o SNK con su Neo Geo.
Los números hablan por sí mismos. Nintendo, quizá pecando de un exceso de optimismo exacerbado, o de una mala lectura de un mercado que no es en absoluto similar al que existía en el lanzamiento de DS y Wii, pronosticó que Wii U habría vendido 9 millones de unidades al finalizar el presente año fiscal. Números de otra galaxia, semejantes a aquellos donde Wii se vendía de forma descontrolada, que se han traducido en un recorte tremendo en sus previsiones, hasta un total de 2,8 millones de unidades, lo cual es prácticamente un 30% de las ventas previstas inicialmente, números que ni siquiera Dreamcast, que llevó a Sega a la ruina y apenas consiguió 11 millones de unidades, llegó a alcanzar en toda su vida útil.
Esas cifras son una consecuencia directa del desempeño del sistema en muchos mercados, siendo especialmente traumática la situación en Japón, su país natal, donde sus ventas descienden semana tras semana, y los lanzamientos parecen haber desaparecido, no siendo capaces ni bundles competitivos, ni juegos de enorme factura como Super Mario 3D World (convertido en el juego menos vendido de la saga en 3D en ese territorio) o Donkey Kong Country Tropical Freeze (un auténtico batacazo en ventas, vendiendo incluso menos que el port que se hizo en 3DS de la entrega original) levantar su situación.
Esto se extiende en otros mercados como el americano. En el NPD de Enero, PS3, un sistema con muchísimo recorrido ya en aquel país, supera las unidades vendidas del sistema de Nintendo, y sus competidoras directas de generación, PS4 y One multiplicaban sus cifras (si bien es este mes donde se puede establecer una diferencia real de demanda, pasado el boom del lanzamiento de estas). En Diciembre, mes de mayores ventas, Xbox 360, otro sistema en el final de su vida, también le superó ampliamente. La situación se vuelve más traumática en meses anteriores, con un periodo de estancamiento que parece haber superado, pero a costa de vender en cifras de sistemas de anterior generación.
Respecto al último NPD de febrero, podemos comprobar como la tendencia es consistente: aunque Wii U no está vendiendo excesivamente mal (85.000 unidades), palidece ante las ventas de sistemas de anterior generación (PS3 y 360) y no tiene comparación alguna con las cifras de PS4 y One, en torno a las 260.000. Solo Vita, una consola con una situación aún peor, vende menos que Wii U, por lo que en contexto, las cifras no son muy alentadoras para un sistema nuevo, y más teniendo en cuenta que no suponen beneficios para Nintendo, una compañía que ha entrado en pérdidas en los últimos ejercicios, algo que ni con Gamecube llegó a alcanzar.
Esta situación, pese a tener una base instalada de aproximadamente 6 unidades, la misma que PS4, ha supuesto una pérdida importante de apoyos third, que en sus inicios prácticamente no le faltaron. Lo cierto es que se empezó apoyando con versiones que llegaban muchos meses tarde (como NFS Most Wanted) o juegos que ya habían salido en PS3 y 360 anteriormente (como Batman Arkham City o Mass Effect 3), que no añadían interés al sistema a aquellos que ya poseyeran las máquinas anteriores, y paulatinamente Nintendo ha visto su apoyo reducido a Ubisoft y Sega.
La primera ya dio un importante revés al retrasar Rayman Legends, inicialmente anunciado como exclusivo de la máquina, para lanzarlo también en PS3/360 y Vita. Actualmente ha existido cierta polémica respecto a si Watch Dogs sería cancelado para la sobremesa de Nintendo, para finalmente salir más tarde que el resto de versiones, incluyendo las de PS4 y One (al margen de los muchos problemas que ha tenido la compañía gala con un juego previsto para el noviembre pasado). Sega, por su parte, ofrece su apoyo debido a un contrato de tres juegos de Sonic, pero ya existieron rumores de un posible Sonic para PS4 y One en 2015, que no han fructificado.
La imagen de la consola, por tanto, se ha visto muy deteriorada, con declaraciones muy críticas incluso desde los propios desarrolladores (como EA, que consideraba a Wii U un caso perdido), y el apoyo third se ha visto reducido a prácticamente cero (con algún port ocasional de no muy alta factura). Esta situación, en parte, puede deberse a la escasa potencia del sistema, pero al no contar con muchos juegos multiplataforma lanzados en PS3 y 360 (como Dark Souls 2 o South Park, por citar dos ejemplos recientes) indica que las desarrolladoras perciben que sus juegos no venderán bien en Wii U (ya que los ports anteriormente lanzados apenas han acaparado mercado).
Lo cierto es que esta situación yo creo que debería haber sido hasta esperable por su parte, teniendo en cuenta que muchos de los ports realizados llegaban con muchos meses de diferencia respecto a PS3 y 360, no teniendo atractivo para los usuarios que ya contaban con esas máquinas, y en muchas ocasiones (como Batman o ME3) sin los DLCs que sí tenían los otros sistemas. Nintendo apostó por ellos, y estos fallaron, dejando, por tanto, un enorme vacío de catálogo diferencial en el sistema y muy pocas exclusivas de la compañía de Mario, sin apenas motivos para adquirirlo.
Y es que, si todo esto no parece suficiente, también debe sumarse el hecho de que su precio, pese haber sido recortado, sigue siendo elevado (300€ en su pack Premium) respecto a una competencia que, por apenas 100 euros más, ofrece mucha más potencia y promesas de futuros juegos (lo cual se traduce, como se ha visto, en que PS4 iguale las ventas de Wii U en apenas unos pocos meses, mientras que la de Nintendo ha necesitado mucho más tiempo). Además, demostrando no haber aprendido nada de 3DS, Nintendo cometió un error a la hora de nombrar el sistema.
Lo cierto es que yo no pensaba que este fuese a ser un aspecto determinante, pero el mercado casual parece que sí ha encontrado muchos problemas para distinguir que realmente es una consola nueva y no una mejora de Wii, a tenor de las campañas agresivas de Nintendo para diferenciar a Wii U de su exitosa antecesora (desde un manual larguísimo en navidades a carteles con el eslogan “la nueva Wii).
No ayuda que muchos de sus periféricos sean comunes y el nombre sea tan parecido, pero además Nintendo no logró encontrar el punto diferenciador en el Gamepad (claramente inspirado en las tan de moda tablets) que sí tuvo en el Wiimote, mucho más atractivo, rompedor y novedoso en su momento. Y es que antes nadie había empleado controladores de movimiento, pero las tablets las conoce ya todo el mundo gracias a la revolución que el iPad empezó en 2010.
Gran parte del público que compró Wii son personas que apenas jugaban unas pocas horas, ya no al día, sino al mes, dando muy poco uso al sistema e incluso dejándolo olvidado muy pronto, por lo que las cifras que llegó a alcanzar son muy engañosas (sin ir más lejos, su último año fue realmente agónico). Los casuales se mueven por la novedad, lo que en el momento está en la cresta de la ola, y ese mercado ahora se encuentra en los smartphones y tablets, donde los juegos sencillos free to play llenan sus necesidades, no necesitando renovar su antigua Wii para jugar versiones mejoradas de sus anteriores productos.
La misma presentación inicial del E3 2011, donde se desveló por primera vez Wii U, fue confusa, ya que ni siquiera los más avezados del mundillo eran capaces de discernir si lo que Nintendo presentaba era un periférico de Wii o el nuevo sistema, ya que este ni siquiera se llegó a vislumbrar, centrando todo el protagonismo en un Gamepad que, en la práctica, ha sido muy poco explotado hasta por ellos mismos, pese a la buena idea que supone el modo Off TV (copiado por Sony empleando a Vita, y por Microsoft con su Smartglass) y la variedad de ideas que mostraban Nintendoland o Zombi U.
A todo esto, hay que sumar dos aspectos en los que Nintendo, por haber renunciado a la carrera de la potencia y el camino andado por Microsoft y Sony, se ha encontrado con una infraestructura online muy débil en Wii U, con un sistema de cuentas que no favorece el apostar por sus contenidos digitales, solo habiendo integrado las compras de 3DS y Wii U recientemente, dando pequeños pasos para el establecimiento de un sistema común a todas sus consolas, como ocurre con Sony y su PSN (válido para PSP, PSVita, PS3 y PS4).
Por último, pero no menos importante, tampoco hay que olvidar que, frente a una competencia que ofrece múltiples incentivos y rebajas, Nintendo tiene unos precios en ocasiones prohibitivos, tanto en la eShop como en formato físico, y las rebajas suelen brillar por su ausencia, llegando tarde y sin brillantez. Por lo tanto, podemos establecer claramente que Wii U cuenta con muchos problemas que la han llevado a esta situación, desperdiciando toda su ventaja y quedando hoy en día relegada a un papel secundario, al abandono de las thirds, y a una mala imagen que no beneficia la mejora de su situación actual.
Viendo este análisis, cualquiera podría pensar que Nintendo y yo no tendríamos absolutamente nada que compartir, pero, como poseedor de una Wii U, sé perfectamente que el sistema tiene muchas virtudes, las cuales fueron las que me movieron a adquirirlo en lugar de apostar en el lanzamiento por PS4 u One, el cual era el plan inicial. Dos fueron los puntos principales.
El primer es, evidentemente, la oferta first party del sistema que, aunque escueta, presenta una relación calidad muy superior a su equivalente en PS4 y One, que actualmente apenas tienen argumentos para su adquisición. Wii U, como toda consola de Nintendo, tiene la ventaja de poseer los juegos de enorme factura que la compañía nipona ha venido haciendo desde los 80, con una apuesta clarísima por la jugabilidad por encima de cualquier otra cosa, entreviéndose en todas sus declaraciones por qué son la única de las tres compañías totalmente centradas en el negocio.
Muchas veces han comparado a Nintendo y Apple, y como usuario de productos de ambas compañías, sí es cierto que puede existir un paralelismo entre ambas, si bien no es únicamente porque ambas ofrezcan un hardware no muy puntero a precio elevado. La clave está en cómo funciona el software. En el caso de los productos de Cupertino, se tiene una experiencia de usuario realmente buena, donde todo funciona sin problemas, ralentizaciones, ni complicaciones, y la integración con el hardware es perfecta. En Nintendo, esto reside en el mimo extremo que ponen en la jugabilidad de sus productos, creada de tal forma que resiste el paso del tiempo y siempre invita a volver a disfrutarlos en un futuro, sin importar la potencia del soporte.
El resultado de esta dedicación es que, al apostar por un juego que tenga su nombre en la carátula (salvo ciertas excepciones) puedes estar seguro de que estarás ante un producto de calidad contrastada y que te ofrecerá diversión sin complicaciones, tal y como se deben entender los videojuegos y como han sido desde sus orígenes, alejado del actual enfoque de gráficos y publicidad por encima de ofrecer productos entretenidos. A ello se suma que la gran N sigue apostando por géneros como las plataformas, hoy en día relegados, lo cual otorga suficientes argumentos para apostar, no solo por Wii U, sino por cualquier sistema que ellos fabriquen.
La compra de una sobremesa de Nintendo es algo que, desde Gamecube, he estado planteando, precisamente por estos motivos. Yo entiendo los videojuegos de una forma muy clásica, muy centrada en la diversión por encima de lo técnico, y en eso Nintendo tiene pocos iguales en el mundillo, quizá solo encontrando un equivalente en Atlus (cuyos JRPG están a un nivel superior sin necesitar el motor más puntero del mercado).
Por ello también es interesante su asociación con Platinum Games, compañía creadora de Bayonetta y Vanquish, que ha brindado en Wii U el considerado por muchos juego de culto The Wonderful 101, y pronto traerá la secuela de la bruja de Umbra, siendo otra compañía que ejemplifica muy bien estos valores de convertir el videojuego en un producto adictivo, jugablemente sólido, y con mucho contenido que le otorgue valor.
En una generación donde las palabras pase de temporada, siempre online, contenido descargable, parches, instalaciones largas, entre otros, son el pan nuestro de cada día, Nintendo apuesta por un sistema “arcaico”, en el sentido que el DLC y sus asociados están en un segundo plano (si los tiene, no suponen un recorte de la experiencia), y el protagonismo se centra en videojuegos completos y cuidados, que no descuidan las experiencias de un jugador en ningún género.
Tampoco debemos olvidar el detalle de la retrocompatibilidad. Mientras PS4 y One ni tan siquiera permiten recuperar los juegos digitales descargados en PSN y XBL (Wii U tampoco, todo hay que decirlo), y no son compatibles con los juegos de PS3 o 360 (si bien Sony tratará de ofrecer cierta forma de retrocompatibilidad de pago con PSNow) el sistema de Nintendo apuesta por un camino totalmente diferente. Prácticamente todo lo que tuvieses de Wii seguirá sirviendo, desde juegos físicos a periféricos, y para aquellos que nunca tuvieron, como es mi caso, la exitosa blanquita de Nintendo, es como adquirir un producto con doble valor y una larga biblioteca de juegos exclusivos, que no se encuentran en ningún otro sistema.
Incluso sus bajas ventas ofrecen ciertas ventajas a sus compradores, en el sentido que Nintendo ha comenzado a variar algunas de sus políticas, ofreciendo suculentas rebajas en los títulos de la eShop, comenzando a reducir el precio de algunos de sus propios productos, y abriéndose las puertas de liquidaciones de stock que permiten adquirir títulos third party como Assasin´s Creed 3, Batman Arkham City o Deus Ex Human Revolution por muy poco dinero, mucho menos de lo que cuestan en PS3 y 360, consiguiendo así una consola con un sólido catálogo.
Visto todo esto, ¿qué puede hacer Nintendo para reconducir la situación? Principalmente, debería tener claro QUÉ es lo que pueden conseguir con Wii U, que no será la vencedora de la generación, no podrá tener lanzamientos multiplataforma por su escasa potencia respecto a PS4 y One, y recuperar al público casual, al que tan bien le va en los móviles, es una tarea prácticamente imposible, salvo que dé con una tecla especial, que sus accionistas consideran el paso a smartphones, algo que Iwata no parece dispuesto a hacer, fiel a unas románticas ideas clásicas. ¿Significa esto que el destino de la gran N es hundirse y seguir perdiendo dinero semestre a semestre?
La respuesta a esta pregunta es no. Nintendo debe aspirar a una estrategia prácticamente idéntica a la llevada a cabo en la generación de Gamecube, donde la portátil (GBA) sostuvo las finanzas mientras la sobremesa era poco vendida, pero igualmente rentable (algo que aún Wii U no es capaz de decir, pese a las tremendas ventas de 3DS, en números de GBA pese a la competencia de los móviles). Está claro que para una compañía que ha tenido grandes épocas y que tiene detrás a una cohorte de accionistas ansiosos de dinero, es quizá una posición poco cómoda, pero cualquier otra apuesta yo solo la vería como un riesgo para la estabilidad y la imagen de Nintendo.
Yo adquirí la consola con un objetivo que considero el más razonable para ellos ahora mismo, y que quizá ya entreví desde el momento en el que se supo su inferior potencia respecto a las otras y el antecedente de Wii: el de ser un sistema complementario a PS4/One, disfrutando las exclusivas de Nintendo, siempre brillantes, mientras se juegan los multiplataforma y los exclusivos de Sony y MS en los otros sistemas (incluso renunciar a esto y hacer del PC la plataforma de juego principal). Cualquier otro escenario lo veo actualmente improbable, y se deberían seguir una serie de pasos para alcanzar dicho objetivo.
El primero y principal, poner un precio acorde a sus características, ya que es mucho menos potente que un sistema solo 100€ más caro (como es PS4), y además no ofrece muchos alicientes. No son pocos los jugadores hardcore que adquirirían el sistema si éste costase por debajo de los 200€ (no es difícil ver muchos ejemplos, ya que cuando el sistema ha estado a ese precio en liquidaciones, al menos en España ha vendido bien) solo para disfrutar de los juegos sobresalientes que siempre ofrece Nintendo. Incluso a ese precio podría ser una opción para los padres que quieran una consola para sus hijos por poco dinero, o para darle salida a sus juegos de Wii.
El punto de la rebaja de precio es fundamental. Sin él, ninguno de los comentarios siguientes tiene mucho sentido, porque, por muchos juegos que quiera lanzar Nintendo, la imagen negativa sigue estando ahí, y los jugadores no quieren arriesgarse a adquirir un sistema que apenas consiga justificar su inversión. Pero si esta inversión es mucho menor, el problema se reduce. No son pocos los que adquirieron Gamecube a 99€ o están comprando Wii usadas con todo lo necesario por 50€. Es cierto que esta situación produciría que Nintendo gane menos, pero mejor eso que estar continuamente en pérdidas y con stock acumulado.
El Gamepad es otro aspecto que debería tener mucho menos protagonismo en la consola, debiendo ser ofrecido como algo opcional y no obligatorio para el funcionamiento de la consola, como es el caso actualmente. La venta por separado sería una posible opción, y permitiría abaratar mucho el sistema. Sé que mucha gente considera que es un buen mando, pero la verdad es que yo nunca he conseguido adaptarme a él, prefiriendo por mucho la ergonomía del mando Pro, ya que el aliciente de la pantalla no está explotado en casi ningún juego (de hecho, en Mario 3D World las fases del mismo me parecen las peores, pero supongo que también esto es cuestión de gustos).
Sería muy importante, teniendo en cuenta que la audiencia que se interesaría en la consola es puramente hardcore, una ampliación de Nintendo Selects a juegos de la propia Wii U, de forma que se pueda tener un gran catálogo por poco dinero y se supere esa barrera psicológica de “Nintendo es cara y no rebaja los juegos”. Sería también muy interesante añadir más juegos de Wii a la línea que son muy demandados por los jugadores (Xenoblade, The Last Story, Fire Emblem Path of Radiance, cotizadísimos de 2º mano) aprovechando la retro-compatibilidad.
Recuperar algunas licencias solicitadas continuamente por los jugadores es, si no fundamental, muy recomendable, con tres nombres que destacan por encima de los demás: F-Zero, Metroid y Starfox. Ya que Nintendo tiene los juegos que suele lanzar en todos sus sistemas (Zelda, Mario 3D, Smash Bros, Mario Kart…) proyectados o ya en la calle, devolver a la vida algunas de las licencias que tanto hicieron por Gamecube (F-Zero GX es recordado con muchísimo respeto, considerado uno de los mejores en su género aún a día de hoy) y que atraerían a muchos jugadores que ignoran a Nintendo por solo centrarse en sus licencias más infantiles.
Apostar por la estrategia actual de ceder estratégicamente sus IPs a terceros (caso Hyrule Warriors con Tecmo Koei o Fire Emblem con Atlus) para conseguir más catálogo diferencial respecto a PS4 u One también podría resultar de enorme ayuda. Financiar determinados proyectos a thirds (caso Bayonetta 2, Sonic Lost World) sería una buena estrategia igualmente para ampliar mercado en géneros que dominen menos. Incluso, si sus ventas fueran decentes, alguna desarrolladora se animaría a realizar algún port para ella, aunque fuese una situación aislada.
Y por último, pero no menos importante, deben insistir en seguir los pasos previstos para unificar su infraestructura online en torno a una cuenta que englobe todas las compras de 3DS/Wii U (imitar los “crossbuy” de PS3 con Vita). Miiverse tal y como es funciona bastante bien, pero necesita una mejor infraestructura a su alrededor, debiendo Nintendo ir aprendiendo en un terreno donde están aún muy atrás.
Es cierto que Wii U no está en la situación que hubiese querido Nintendo, y en gran medida, ellos son los culpables, por haber sido ingenuos y apostar por un mercado que ya les había dado la espalda, y les dejó con un sistema poco potente y demasiado caro para el catálogo que tenía, con la necesidad de moverse en el tortuoso camino del desarrollo de juegos en HD en solitario. Las rebajas no han llegado, y las ventas de juegos third tampoco. PS4 ya la ha superado y One no tardará en hacerlo.
Sin embargo, Wii U seguirá ofreciendo el valor de los juegos de Nintendo que no se ven en ningún otro sistema, y que tanto apuestan por los valores de antaño. Esa es su mejor arma, el talento, y una serie de medidas que deben pasar sí o sí por una rebaja de precio, para tratar de alcanzar una posición de complemento de PS4 y One (que, pese a su titubeante arranque en lo que a títulos se refiere, no tardarán en ser un éxito) que les ayude al menos a rentabilizarla junto a la sólida 3DS y detener las pérdidas, para seguir explorando ese océano azul (en palabras de Iwata) que se abre en la novena generación de sistemas. Quién sabe cómo será el mercado por entonces.
Gracias por tu tiempo, y por leer el artículo.
Un saludo.