Comienza un nuevo año en el blog, y en esta ocasión lo hará con un juego ciertamente especial. El grueso de mi experiencia como jugador se encuentra especialmente en las consolas, pero en no pocas ocasiones he visitado el PC como plataforma de juego, en busca de experiencias que no se suelen encontrar en otros lugares. Gracias a iniciativas como el Humble Bundle y a la plataforma Steam, he conseguido encontrar bastantes pequeñas experiencias que enriquecen y complementan a lo que disfruto en las consolas.
Y esto me lleva a encontrar The Stanley Parable, en parte por gente en Twitter que contaba auténticas maravillas de él. Decidí que, de una forma u otra, debía merecer la pena jugarlo, y a ello fui. Tras haberlo disfrutado más o menos a fondo en una sesión de juego continuada (ya que realmente no es un producto que requiera estar mucho en el teclado, y sí reflexionando) he reforzado un punto de vista que ya tenía anteriormente, que no es otro que el siguiente: está naciendo un nuevo género de videojuegos, cuando ya, con todo inventado, no parecía posible.
Galactic Café, los creadores de este pequeño producto, junto con otras compañías como The Chinese Room (autores de Dear Esther y el futuro Everybody´s Gone to the Rapture), Tales of Tales (autores de la aventura de horror The Path) o thatgamecompany (creadores del galardonado Journey o Flower), incluso, en parte, Telltale (Jurassic Park, The Walking Dead, Tales of Monkey Island…) están ayudando a configurar un nuevo subgénero dentro de las aventuras gráficas, que yo me atrevería a llamar narración interactiva, hermanado con las aventuras conversacionales del pasado.
Dicho subgénero se puede entender en base a las pautas comunes que presentan estos juegos. Todos tienen controles muy sencillos, prácticamente testimoniales, y presentan un reto muy reducido o prácticamente nulo para el jugador, ya sea en forma de dificultad pura, la sencillez de sus puzles, o la imposibilidad de morir. Sin embargo, ponen su foco en desarrollar al extremo el apartado narrativo del mismo, creando historias que, más allá de su complejidad, destacan por la profundidad y la reflexión que ocultan, haciendo que el jugador deba encontrar su reto, no en superar intrincadas fases o vencer poderosos jefes, sino en comprender el mensaje que esconde el juego.
Para muchos jugadores tradicionales, esto puede alejarse bastante de la idea de videojuego al uso, pese a que aún sea necesario interactuar con un personaje y guiarlo del punto A al punto B. No obstante, tienen un valor oculto al tener algo que muchos juegos de hoy descuidan: complejidad y ambición, más allá de mostrar elaborados apartados gráficos u originales formas de jugar. Están pensados para jugadores que quieren pensar, reflexionar sobre las distintas realidades. Quizá leer un libro donde no pasas páginas, sino que avanzas con un teclado o un mando.
Dicho esto, quizá sea más sencillo entender lo que The Stanley Parable es capaz de ofrecer. Empezando por su propio título. El significado de esa palabra se puede hacer bastante evidente por su uso recurrente en la biblia católica: una parábola es un pequeño relato cargado de simbolismo, que trata de transmitir una enseñanza sobre un determinado aspecto que no se menciona en él, pero se puede identificar por analogía. Y este pequeño juego de Galactic Café quiere, de hecho, crear una reflexión en el jugador de una forma tremendamente curiosa: es un videojuego que invita a criticar y pensar sobre videojuegos.
Nacido de un mod de Half Life 2, como es el caso de Dear Esther, esta versión remasterizada nos pone en el papel de Stanley, un trabajador poco importante de una empresa sin nombre, cuya única función es pulsar botones delante de una pantalla según van apareciendo, sin cuestionar el por qué son así ni qué cometido tienen sus instrucciones. Pero un día, sin motivo aparente, todos sus demás compañeros han desaparecido sin dejar rastro, y el ordenador ha dejado de decirle que hacer, por lo que nuestro improvisado héroe deberá descubrir qué ocurre. Pero no estará solo.
Desde el mismo instante que abandonamos nuestro gris despacho, la voz de un omnisciente narrador nos acompañará en todo momento, guiándonos y diciendo por dónde debemos continuar para que la historia avance como está pensado y planeado. El jugador no tiene necesidad de pensar, pues todo le está dicho, solo tiene que hacerlo y punto, viendo el final, y terminando la partida. Sin embargo, todo empieza con dos puertas (o puede que incluso antes, dependiendo de hasta qué punto reflexione el jugador). El narrador nos dice que debemos tomar la de la izquierda. Pero… ¿qué nos impide ir por la derecha? Y decidimos desobedecer, dando el germen a la brillantez del juego, la lucha entre seguir los pasos dados o desafiarlos, con originales resultados.
Así, The Stanley Parable consigue, de una forma tremendamente original, hacer una crítica al encorsetado modo de entender los videojuegos hoy en día, donde las instrucciones son dadas al milímetro, y el desarrollador no permite al jugador experimentar con su producto. “Yo lo he creado así, para que lo disfrutes como lo he concebido” parece escenificar el narrador, que se erige en forma de representante de los creativos de videojuegos. Pero, si vamos más allá, podemos incluso encontrar analogías con la vida misma, con el derecho a tener libertad, a pensar por uno mismo, a no seguir lo marcado sin reflexionar.
Es absurdo entrar en detalles del argumento, porque yo entiendo esta obra de Galactic Café, en cierto modo, como un libro. Y sería realmente frustrante como lector descubrir la trama de una obra que me interesa buscando opiniones de la misma. Hay que decir que tendremos múltiples oportunidades de cuestionar lo que el narrador nos va marcando, y las reacciones del mismo no se harán esperar, siendo todas ellas diferentes y sorprendentes. Algunas pueden alterar los decorados, darnos lecciones a nosotros, y otras, incluso a él mismo, pero hay que decir que merece la pena experimentar con el juego del modo que cada uno quiera.
Todo hay que decir, su intención está clara desde el principio. No es un videojuego al uso. Ni tan siquiera tiene dificultad, puzles, o acciones complejas a resolver. Si te limitas a seguir las instrucciones del narrador, podrás acabarlo en diez minutos, o puede que incluso menos, y el final normal es tan poco creíble que puede hacer sentir a alguien desinformado estafado con este juego. “¿Me he gastado mi dinero en un juego que me paso en diez minutos?”
Pero lo impagable es ver cómo tus actos de rebeldía van mostrando soluciones originales que, en sí mismas, ejercen de voz crítica de una forma de entender la industria de los videojuegos, la sociedad, o la forma de pensar. Y como toda reflexión, es diferente en cada persona. Donde uno puede reírse y no entender el significado, otro puede ver algo muy distinto. Esa una de las grandes virtudes del juego.
Es absurdo hablar del apartado gráfico, porque, pese a ser correcto (arrastrando todas las bondades y defectos del añejo motor Source), no importa en absoluto en este juego. El apartado sonoro sí que merece una mención de honor por la excelsa interpretación en inglés del narrador, que adapta su tono de voz y sus expresiones a las situaciones, con una variedad y complejidad de diálogos que querrían para sí muchas compañías punteras. En cuanto a la duración, el juego, como digo, puede ser más breve que un café o, si se es puntilloso, darte para unas cuantas horas, sin llegar a ser largo en ningún momento.
Y es que The Stanley Parable es un juego muy experimental y diferente a la norma, que puede no gustar a todo el mundo, especialmente cuando quizá la gente que mejor puede entender su planteamiento está más cercana al mundo narrativo que al de los videojuegos, puesto que, como juego, no ofrece reto, dificultad o complejidad alguna. Pero como obra narrativa para ejercer reflexión crítica, es brillante, rompiendo en ocasiones la barrera juego-jugador y no tomándose en ocasiones en serio a sí mismo, ni a la industria que critica.
Galactic Café ha sido valiente y ha aportado un granito de arena más a este género de narrativa interactiva que quizá no sea el más complejo en unos aspectos, pero logra poner la historia y la complejidad de sus tramas por encima de cualquier cosa. Si eres un jugador al que le gusta experimentar, The Stanley Parable merece la pena (y además ofrece una demo para probarlo), y oculta un montón de detalles, finales, y reflexiones, que merece la pena desde muchos puntos de vista, ya sea afrontándolo con seriedad, buscando las cosquillas al juego, o de muchas otras formas. Si lo tuyo es la dificultad, los juegos largos, y sentir que sacas rentabilidad y diversión directa y sin complicaciones al producto, quizá esta experiencia no sea para ti.
La cuestión que muchos jugadores pueden llegar a hacerse es si este producto es realmente parte de su ocio, o está alejado de él y separado por una barrera infranqueable. Realmente, podemos asumir que gran parte de los objetivos de un videojuego, como presentar un reto, hacer que el jugador se adapte a una mecánica que constituye el desarrollo, o, en definitiva, que se divierta de forma directa, no se presentan en The Stanley Parable. Sin embargo, sí toma elementos de otros géneros expertos en contar historias que hacen reflexionar y ocultan mucho simbolismo, como la literatura o el cine. Si eres capaz de aceptar algo que rompe tanto las convenciones, la historia de Stanley te espera.
Gracias por tu tiempo, y por leer este artículo.
Un saludo.