Otro año más pasa, y un nuevo E3 se cierne sobre nosotros. Pero en esta ocasión, a título personal, es quizá uno de los más especiales de los últimos tiempos por muchos motivos. Es el primero que veo desde el otro lado, desde la moderación, viviendo lo duro de tomar decisiones con lo que ocurre en una MeriConsolas que consigue una vida renovada con todos los anuncios. Es el de mi primer año de universidad, y el primero en el que anuncian consolas de sobremesa que puedo valorar en condiciones (el último, con 360 y PS3, me pilló con casi 7 años menos que ahora, que tengo 19).
Nueva generación, que traerá grandes juegos, hoy cada vez más fotorrealistas y espectaculares, pero quizá cada vez más alejados de los principios que una vez hicieron grande a esta industria. La palabra «juego» se ve sustituida por «experiencias» y «jugador» por «consumidor». Un giro de tuerca más para convertir a este mundillo en el coloso de industria que es hoy, capaz de mirar de tú a tú a los beneficios de otras y que está descubriendo nuevos talentos y potenciales continuamente. Y cada año, las conferencias se encargan de traernos todo esto.
Sin embargo, este año se ha echado de menos una de esas conferencias que quizá haya dejado un vacío enorme. Nintendo, la compañía más veterana de las tres que siguen haciendo consolas, venía con una responsabilidad. Mientras 3DS goza de una salud envidiable en términos de juegos publicados, su sobremesa, Wii U, tiene múltiples problemas, desde un precio absurdamente elevado a la falta de catálogo, teniendo muy pocos juegos de su compañía madre y muchos thirds compartidos con sistemas mucho más veteranos que ella, como son PS3 y 360.
Por ello, todos esperaban con ganas ese Nintendo Direct del E3, que debía ser el que trajera vida nueva a Wii U. Y empezó de forma contundente, presentándonos los grandes esperados como Mario Kart 8, del que Iwata habló como «el MK más ambicioso hasta la fecha», mostrando grandes avances en su tráiler respecto a juegos anteriores. También asomó la patita el prometido Mario 3D, renombrado como Super Mario 3D World, lo que a mi gusto es un error, pues esa nomenclatura parecía reservada al sistema portátil (Wii U no tiene 3D sin gafas).
Lo cierto es que tras ver los Super Mario Galaxy, era difícil poner el listón más alto. El Mario presentado es mucho más cercano al de 3DS, vitaminado y ampliado, que a las magnas obras plataformeras que vimos en Wii. El nuevo traje de gato parecía añadir un componente de acción al plataformeo de Mario, pero lo cierto es que la palabra tradicional, clásico, era lo que más podía imperar, pues no se veía una revolución, un Mario que diera un puñetazo sobre la mesa y diera valor total al catálogo futuro de Wii U. Saldrá para Navidad, pero habrá que ver si no queda más cerca de la normalidad que la excelencia.
X, que aún no ha recibido un nombre final pese a que sea un juego enmarcado en la saga Xeno, también es tremendamente prometedor, recordándome a mi continuamente a una mezcla de Final Fantasy Versus con Monster Hunter con robots. Una sociedad futurista y amplios parajes, buscando una experiencia de mundo abierto que atraiga a los jugadores. Eso fue lo que dijo Iwata, para dar paso más tarde a una Bayonetta 2 que se presentaba con un peinado mucho más corto y nuevas armas en el tráiler gameplay que se pudo ver.
También hubo espacio para malas noticias en el Direct, pues Wii Fit U y Wii Party U, previstos ambos para un verano de sequía del sistema, han sido retrasados, dejando a Wii U solo con The Wonderful 101 y Pikmin 3 (que se supone que tendrán sendos Directs pronto para promocionarlos). No pudo faltar a la cita el prometido Super Smash Bros, tanto para 3DS (con un estilo cell shading) como para Wii U (más realista), con nuevos personajes como el Villager de Animal Crossing, Mega Man (el clásico, que fue TT en Twitter, sin tener aún su 25 aniversario como merece) o la…¡entrenadora de Wii Fit!
Lo cierto es que 37 minutos de Direct se antojaron muy flojos, pese a que Nintendo luego distribuyó toda clase de tráilers que no habían salido en el Direct, como del Yoshi de 3DS. Pero la falta de conferencia fue realmente clara, la exposición de cara al público no existió cuando más necesitaba Wii U un golpe contundente. Casi todo lo bueno, como el Donkey Kong Country Tropical Freeze, el proyecto en el que trabajaba Retro, se va a 2014, y el año 2013 y las navidades se le presentan muy duras a una Wii U que deberá competir contra dos sistemas que no están tan alejados en precio pese a doblarla en potencia.
Vamos con Microsoft. Si estuviéramos hablando de un sistema de videojuegos normal, probablemente Xbox One sería la consola HD más prometedora que veremos, pues su presentación cumplió todas las expectativas de juegos, juegos y más juegos. La compañía de Redmond sacó todo lo que se habían guardado con 360 para enseñarnos un juego tras otro, desde Quantum Break (que se presentó como Experiencia y no como Juego, detalle importante), Forza 5 (con una revolucionaria IA), Ryse Son of Rome (el juego de Crytek, que a mi me decepcionó por estar tremendamente scriptado y lleno de QTEs) o un pequeño corto de Halo 5 (con Jefe Maestro y su poncho).
También fue momento de regresos míticos, como el de Killer Instinct, que desde N64 no hacía su aparición. El juego se veía bien, pero las noticias tras la conferencia lo sepultaron, pues fue convertido en un F2P con solo un personaje usable, debiendo pagar por todo lo demás, imitando el movimiento de Tekken Ultimate en PS3. Tampoco lo hace el equipo Rare, que nos «sorprendió» a todos haciendo un nuevo Kinect Sports, haciendo que los más veteranos suelten lágrimas ante lo que es una sombra de su pasado.
Insomniac hizo acto de presencia cual Judas, para hacer por primera vez un juego exclusivo que no fuera para Sony, un Sunset Overdrive que, todo hay que decirlo, pintaba mucho más cercano a Ratchet que al mediocre Fuse. También vimos otras exclusivas como Crimson Dragon, una secuela espiritual de Panzer Dragoon que utilizará el nuevo Kinect, así como las exclusivas (que yo presupongo temporales) de Dead Rising 3 (mucho menos gamberro y desenfadado que antes) y Titanfall (el juego de Respawn, los creadores de COD MW).
Me llamó especialmente la atención Project Spark, una suerte de cajón de arena donde los jugadores pueden expresar su creatividad y diseñar sus juegos. Apareció brevemente D4 o una IP futura de Black Tusk, y en general Microsoft no se equivocaba al decir que tendría al menos 15 exclusivas, pues, en cantidad y variedad, tiene ahora mismo más «triple A» que PS4. Sin embargo, todo esto se va por el retrete cuando te detienes a mirar sus restrictivas políticas que atentan contra lo admisible.
Pensad que tenéis un dispositivo con internet y que no podéis utilizar su función principal sin conexión. Pues esto es lo que le ocurre a Xbox One, que requiere revisar cada 24 horas la conexión o, de lo contrario, no podrás jugar. Donde debes pagar una tasa para conseguir juegos de segunda mano, o Kinect recopila más datos de los que puedas ser consciente o estés dispuesto a dar. Si lo redondeamos con las palabras de Don Mattrick (si no tienes internet, compra Xbox 360, la cual, por cierto, fue pionera precisamente por su juego online, y ha recibido una nueva revisión en la conferencia, más estilizada y al mismo precio) solo puedo pensar en la Sony de inicios de PS3, soberbia y pensando que los jugadores tragarán por todo.
Lo triste de todo esto es que el público generalista no es consciente del alcance de la mitad de las medidas de DRM que One aplica, por lo que su éxito, al menos en USA, está garantizado. Microsoft en la parte juegos no solo ha cumplido, sino que simplemente ha dado la mejor de las conferencias del E3 en términos de variedad y cantidad de exclusivas fuertes. Si Xbox One fuera un sistema como PS4, quizá ahora mismo estaríamos hablando de otra situación para Sony.
Sin embargo, cuando la consola, simplemente, parece no pertenecerte, sino ser tu su esclavo, cuando tus juegos son licencias que cuando Microsoft corte el sistema Live de One no podrás jugar nunca más, simplemente no puedes considerarla. Saldrá a final de año a 500 euros con Kinect obligatorio, pero nada de eso importa cuando lo que deberíamos hacer es frenar este intento de pisotear los pocos derechos que el DLC y el Online Pass no se han cargado.
Sony quiso sacar ventaja de la situación, pues su PS4, a priori, corrige todos los problemas de One: no necesita conexión permanente, puedes dejar tus juegos a quien quieras (incluso grabaron un vídeo que es la mayor trolleada desde la publicidad de Sega y Nintendo en los 90), no hay checks online, y no hay DRM (al menos por parte de Sony, pues EA y compañía algo harán). A esto hay que sumar que su sistema sale a un precio de derribo de 400 euros, el más bajo jamás visto en un sistema Playstation de sobremesa.
La conferencia en sí nos dejó el anuncio del primer juego grande de los creadores de los GOW de PSP, llamado The Order 1886, una suerte de mezcla de TPS con el siglo XIX. También pudimos ver The Dark Sorcerer, una especie de concepto de Quantic Dream que no sabemos si se volverá juego. Los catálogos de vídeo y música de Sony estarán presentes en PS4, pero los juegos no se hicieron esperar, con dos de las mayores bombas que jamás he visto en un E3, y de las que me costó recuperarme unas horas.
Tetsuya Nomura anticipó unos minutos de infarto para aquellos que llevamos tantos años esperando por Versus XIII, que recibió un nuevo tráiler cargado de acción y una jugabilidad rompedora, para finalizar en el logo y las frases «the world is ever changing» «for the fiftheen coming», convirtiéndose en Final Fantasy XV para PS4 (luego se anunciaría para One, pero eso en aquel momento no importaba).
Ya ahí el éxtasis era imposible de aumentar, y apareció un tráiler que muchos, incluido yo, confundieron con el de KH 1.5, pero de pronto unos gráficos demasiado distintos y un logo terminaron de hacer a muchos jugadores que llevan desde 2006 esperando alcanzar el nirvana. Kingdom Hearts 3 estaba entre nosotros tantísimo tiempo después, tras haberle seguido por PSP, DS y 3DS. Aquí estaba, y era imposible contener la emoción.
Si PS4 hubiera conseguido que ambos fuesen exclusivos habría conseguido mucho terreno, más Square ya no está para regalos y también saldrán en One. La conferencia de Sony contó con mucha presencia de indies que saldrán primero en PS4, como Secret Ponchos, The Witness (al que le sigo la pista muy de cerca), Transistor (de los creadores de Bastion) o Don´t Starve. La ausencia de Minecraft, que tendrá una edición nueva en One, fue notoria, pero el apoyo en este sentido es amplio para Sony.
Se detalló que PS4 costará 400 euros en Europa y saldrá a finales de año. Tendrá Knack (que cada vez me recuerda más al mítico Crash) de lanzamiento, y eso para mi es suficiente para pensar en adquirirla (si logro arreglar el problema de conexión, pues PS4 solo tendrá salida HDMI y mi televisor es bastante antiguo), pero hace falta mostrar más juegos, pues Microsoft le pasó un poco la mano por la cara en este sentido. Y el consumidor medio no sabe que One tiene todos esos problemas que nos crean a todos conflictos, incluso a «xboxers» históricos que renuncian a su sistema favorito por su integridad personal.
Como nota curiosa, el servicio PSPlus estará tambien presente en PS4 y dejó la pincelada de que el online será de pago por primera vez en un sistema Playstation, como parte de los servicios Plus. Si es un acierto o un error estará por ver, pero sumado a juegos como Drive Club, que tendrá una edición PS Plus especial, Infamous Second Son (que saldrá en 2014) o Killzone Shadow Fall, es evidente que terminará siendo aprovechado. Gaikai también ofrecerá sus servicios de nube, pero serán detallados más adelante.
La gran ausente, y esto es preocupante por su pésimo estado en ventas, es PSVita, que apenas recibió el anuncio de Destiny of Spirits, un F2P, y sus funciones de mando de PS4. La portátil tiene un tremendo potencial y es triste ver que haya tan poco apoyo pese a que Sony lo prometa una y otra vez. Este E3 era claramente para presentar las cartas de PS4, pues PS3 apenas tuvo presencia para repasar sus lanzamientos de este año, como TLOU, Beyond, Rain o Puppeteer, así que habrá que esperar un poco más a ver si se arregla (quizá en la Gamescom). 3DS tampoco tuvo mucho más protagonismo por parte de Nintendo.
En el campo de las thirds, aunque me tachen de loco, creo que Square Enix fue la que mejor material presentó, pues a los citados XV y KH3 sumó un Lightning Returns que, pese a todo, pinta muy prometedor y jugable, el Final Fantasy XIV que DEBE ser rentable o Square tendrá un problema, un Thief que ilusiona a muchos jugadores, o mis fetiches personales, Final Fantasy X / X-2 HD Remaster, especialmente el primero, mi juego favorito y que será un sueño cumplido verlo correr en una portátil como Vita.
EA nos enseñó lo de siempre en su predecible conferencia, junto a extrañezas como un TPS de Plants vs Zombies o el esperado (por mi, al menos) Dragon Age III Inquisition. Ubisoft enseñó uno de mis más firmes candidatos a GOTY, Rayman Legends, junto a otros juegos como el esperado Watch Dogs (que saldrá en toda plataforma posible) o Assasin´s Creed IV Black Flag (saga que yo, sinceramente, creo que tendrían que plantear hacer bianual). Konami nos trajó un prometedor PES 2014 con nuevo motor o el Castlevania LOS 2 de los españoles Mercury Steam.
La artillería del E3 ya ha aparecido, aunque el evento continuará unos días más. ¿Ha vencido Sony a Microsoft apostando por no enfadar a los jugadores y poniendo su sistema más barato? ¿Será la mayor cantidad de juegos anunciados de Redmond determinante? ¿Necesita Nintendo urgentemente revisar su estrategia con Wii U? ¿Han cumplido las thirds? Un E3 más está ocurriendo en un entorno muy cambiante, en una industria floreciente cada vez menos para jugadores y más para consumidores.
Gracias por tu tiempo, y por leer el artículo.
Un saludo.