El día de hoy es el que hace exactamente 5 años para el blog Hobbie Street. Un 12 de Marzo de 2008 empezó este pequeño espacio que ya repasé en entradas anteriores. La entrada de esta señalada fecha debía ser de algo especial, algo que realmente haya marcado mi vida de jugador y que haya motivado que hoy esté aquí disfrutando de este mundillo. Tenía dos opciones, que era empezar por el principio, o empezar por lo mejor.
Y, sin duda alguna, sé que lo segundo da para muchísimo más y ha significado prácticamente el 80% de lo que hoy soy en videojuegos: los géneros que me gustan, las sagas que adoro, los mejores juegos que he jugado nunca. Todo está concentrado en un pequeño dispositivo que, a día de hoy, ha visto ya su cese de producción tras haber convivido con la 5º, la 6º, la 7º, e incluso con parte de la 8º generación, tras más de 155 millones de máquinas.
Playstation 2 fue el sistema de la confirmación de Sony. Tras haber sido plantada por Nintendo e idear una venganza que vendió más de 100 millones de unidades, tocaba dar el siguiente paso tecnológico, dar lo mismo, pero mejor. Sony ya estaba asentada con un gran nombre en la industria, y tocaba entonces dar motivos a los jugadores para seguir confiando, convertir la marca en la referente del mundo de los videojuegos. Y lo cierto es que superó cualquier expectativa posible. No triunfó, arrasó y aplastó a todos los rivales que tuvo que enfrentar. Se convirtió en la consola más vendida de la historia, y en una con catálogo sólido, amplio, y que comenzaba a asomar para otras audiencias. Esta es la historia de cómo empecé a amar los videojuegos, y la de la responsable de ello.
Mi vida de jugador en el año 2000 se resumía a un único sistema: Game Boy Color. La pequeña portátil de Nintendo, que poseía y poseo en color rojo cereza (aunque yo siempre pensé que era rosa), ocupaba mi por entonces escaso tiempo en el mundillo. Leer me interesaba bastante más, y a mis 6 años esa pequeña máquina apenas me entretenía con propuestas como Pokemon Azul, Super Mario Bros Deluxe o Wario Land 3. Pasaba grandes ratos con ella, pero era como hacer cualquier otra cosa. No era algo que realmente pudiera llegar a obsesionarme a tan corta edad. Y entonces, mis padres se plantearon comprar una de esas consolas «grandes».
Era una etapa de transición, pero cuando fueron recomendados, recuerdo bien, en la tienda Quality Center, ellos iban con la firme intención de comprar una Sega Dreamcast, porque era la más nueva, y los juegos parecían del tipo que me había encontrado en la Color. Pero el dependiente, al que hoy aún compro juegos, les dijo que tuvieran un poco de paciencia, pues a finales de año saldría una consola que, según su perspectiva, estaba destinada a arrasar con todo, porque ya lo había hecho una vez. Se estaba refiriendo a Playstation 2. Así, Dreamcast quedó en el expositor hasta la caída en desgracia de Sega, y no entré en contacto con ella hasta hace cosa de un par de años.
Lo cierto es que, para no perder la costumbre, los europeos tardaríamos mucho en entrar en esta nueva generación. Japón y EEUU recibieron la nueva bestia negra de Sony en marzo y octubre, respectivamente, a un precio que, si no me equivoco mucho, era de 249 o 299€ actuales. Precios que ya no se ven, con un catálogo inicial que reunía esperpentos como Fantavision con grandes nombres como Dynasty Warriors 2, Ridge Racer V, Tekken Tag Tournament o Silent Scope.
El momento en Europa llegó en Noviembre, y a mi, en las navidades del 2000 al 2001, donde recibí como regalo esta consola, que aún sigue conmigo como el primer día, con los juegos Digimon World y Spyro The Dragon de PSX. El primero de la consola en sí sería Dead or Alive 2, algo de tiempo después, y se vería seguido por otros muchos. Había nacido una estrella.
Playstation 2 estaba comandada por el conocido Emotion Engine, un chip a 294’912 MHz y una GPU GraphicsSynthesizer a 147 MHz. Cifras que suenan a chiste en esta época. Incluso en la suya no fueron de las más potentes, pues tanto Gamecube como especialmente Xbox la superaban técnicamente. Pero PS2 tenía muchas facilidades, y las compañías vieron que pronto podrían continuar el éxito que habían iniciado en la generación anterior al aliarse con Sony.
El sistema, en su lanzamiento, se agotó totalmente, siendo bastante conocido el caso de aquella unidad vendida en Ebay por 1000 dólares. La consola venía acompañada de una nueva versión de las Memory Cards, con 8 mb para guardar partidas, y el renovado Dualshock 2, que continuaba la tradición de su homólogo de PSX mejorando mínimamente sus capacidades.
Que sea ahora en PS4 cuando el mando cambie, dice mucho de aquel diseño. También jugaba a favor de la consola el hecho de que podía ser utilizada como reproductor de películas en DVD, potenciando las cualidades multimedia tras los pequeños pinitos de Dreamcast en este campo. El juego online aún tardaría un poco de tiempo en llegar, pero lo hizo gracias a un adaptador especial, siendo totalmente gratuito de usar y la primera piedra de Sony en este campo.
La consola conviviría con la PSX unos pocos años, y de hecho, al principio sufrió por la alargada sombra de su triunfante predecesora. 2001 vino con juegos como Resident Evil Code Veronica X, el genial Silent Hill 2, o Baldur´s Gate Dark Alliance. Mi realidad entonces era que comenzaron mis padres a comprarme juegos de PSX, como los Crash Bandicoot, los Spyro The Dragon, algún que otro «relleno» bastante interesante, como los de Hércules o el Emperador y sus Locuras, y la saga Digimon World. Nada demasiado destacable salvo los imperiales plataformas de Naughty Dog e Insomniac.
Pero las promesas venían en forma de discos demo, que eran complementos de la fallecida PS2 Revista Oficial. Ahí, dos ocuparon mi mente: Final Fantasy X (de los que mis padres parecían ignorar que había 9 entregas antes) y Dark Cloud (que estuve buscando toda una vida hasta adquirirlo el año pasado), así como Jak and Daxter El Legado de los Precursores, el cual traía uno de los manuales más curiosos que me he echado a la cara.
Fue el año 2002 el que me trajo el esperado Final Fantasy X, que se ha convertido a día de hoy en el juego que más partidas completadas tiene conmigo, así como mi considerado mejor juego de la historia. También descubrí aquel año que los creadores del dragoncito Spyro se estaban atreviendo con una nueva saga, llamada Ratchet y Clank. Se convirtió en una a la que mi padre y yo jugábamos juntos (yo con el mando, y él de observador). Fue un juego realmente para recordar, y uno de los primeros grandes momentos que viví en el género plataformero de manera consciente (pues ya entonces tenía 7 años y comenzaba a disfrutar de otra manera los juegos). Game Boy Color seguía ahí, y pronto llegó la Advance, pero Playstation 2 las desbancó a todas.
Grandes juegos llegaron aquel 2002, como Xenosaga, o el imposible de olvidar por mi Kingdom Hearts, que aún hoy ocupa un lugar preferencial en mi colección, pero en 2003 se consagró definitivamente con juegos como el genial Ape Escape 2, que disfruté tremendamente y nunca entedí por qué no compraron el original de PSX, Metal Gear Solid 2 Susbtance, el infravalorado Vexx, la criticada segunda entrega de una saga que acompañó el estreno de PS2 y que comenzó a perfilar un género, Devil May Cry.
También King´s Field IV, o Moto GP 3, de los que había comprado los dos anteriores y jugado incluso sin ser seguidor del deporte. Fue el último de motos que compré hasta hoy. También fue el año en el que se estrenó uno de los complementos estrella de la consola, el Eye Toy Camera, con el juego Eye Toy Play, siendo el precursor de Kinect, jugando con nuestro cuerpo para controlar el entorno.
De esa época recuerdo la rocambolesca compra que hizo mi padre, que trajo de una tacada Pro Evolution Soccer, FIFA 2001, 2002, y Real Madrid Club Football, sin entender muy bien por qué. También recuerdo en 2003 cómo pude cumplir algo que parecía maldito para mi: jugar una demo y poder encontrar el juego, que fue el caso de Dog´s Life, un original juego de simulador de perro que no se ha repetido hasta hoy.
Para los que podían llamarse «hardcore» de la época, hizo mucho ruido el juego XIII, el desconocido Unlimited Saga de Square Enixo mi primer juego de la saga Dragon Ball, el Budokai 2. Por esa época veía Dragon Ball GT cuando la echaban en el canal Fox Kids, y recuerdo que me costó mucho que lo comprasen por el +16 de la portada (algo que hoy parece un bonito adorno de colores).
Ese 2003 también trajo los juegos Ratchet y Clank 2, Breath of Fire V, Need for Speed Underground, Crash Nitro Kart, o el primer juego de Harry Potter, que yo compré en PSX en uno de los últimos de la plataforma que compré, quedándome con las ganas de probar los Final Fantasy y el curioso JRPG Koudelka, que fue precursor de la saga Shadow Hearts. En 2004 descubrí el personaje de Sonic con el mediocre Heroes, y compré el curioso y divertido plataformas I Ninja. Los videojuegos, ya por entonces, comenzaron a ser uno de mis hobbies principales, aunque la entrada en la esfera «actual» tardaría unos pocos años más, con la llegada de PSP y el registro en Meristation.
En ese año me compraron Final Fantasy X-2, y recuerdo bien que fue a precio reducido. Tuve un mal recuerdo tanto de él como posteriormente de Final Fantasy XII porque yo quería un juego igual a FFX y nunca más llegó en esta saga. Hoy, jugando con otra mentalidad, pude valorar estos productos de Square como se merecen. Aunque la consideración del juego de Yuna no ha cambiado mucho, lo vi regular entonces y ahora. Fue el año del boom de Singstar, con sus micrófonos de karaoke a los que yo me vi obligado a sucumbir. Cantaba gritando, y eso es una realidad innegable. ¿Ganar? Se podía así. Me perdí Disgaea, porque estaba en un idioma que aún no comprendía bien, el inglés. No así Spiderman 2, del que guardo muy buen recuerdo, ni el Digimon Rumble Arena 2, ni el Crash Twinsanity, que ya era el inicio clarísimo de la decadencia.
Otra saga que por aquellos años ocupó un gran lugar junto a Jak, Ratchet y Ape Escape fue Sly Raccon, que en ese 2004 veía su segunda entrega y se convirtió en uno de los favoritos de mi padre, mientras yo prefería al lombax y estábamos empatados respecto a Jak. También pude comprar DBZ Budokai 3, ya sin ninguna pega más por su parte, y el último volúmen de la saga de Naughty Dog, que daría paso a Uncharted unos años después. También compré ese año Gran Turismo 3, culpable de que haya decidido que mi futuro coche sea un Toyota Yaris de tanto usarlo en su día.
2005 trajo a Lego Star Wars, a un extraño Monster Hunter que salvaría PSP en Japón en un futuro, a la primera entrega del espartano Kratos, que compré en un pack doble con su secuela en unas navidades, Tekken 5, y el juego que hoy va a cerrar mi colección para siempre: Shin Megami Tensei Lucifer´s Call. Entonces no lo tuve en cuenta, por supuesto. Demasiado siniestro y en inglés, una saga que no me sonaba de nada. Siempre es buen momento para rectificar. Se estrenó también la saga Tenkaichi, las mejores entregas de DB que he jugado, y Battlefront 2, uno de mis primeros juegos de ese estilo.
2006 fue de Psychonauts, del tremendo Dragon Quest el Periplo del Rey Maldito, de Ape Escape 3, del raro Rule of Rose o de Tales of The Abyss en América, y, por supuesto, de Final Fantasy XII en Japón. Cuando llegó aquí en 2007 no supe valorarlo como debía, o no quise hacerlo.
Me abrumó, y no es sino hasta hace poco cuando he podido superarlo con garantías. Es un juego muy ambicioso, pero le fallaron cosas. Ese 2007 trajo la última fantasía de Clover, God Hand, un juego que fue hecho «como les dio la gana», dicho por ellos, y fue defenestrado y querido a partes iguales. Y, por supuesto, supuso la llegada de Playstation 3, que compré en Octubre de aquel año. Pero PS2 no había dicho basta aún.
Y es que en 2008 debía llegar Persona 3, uno de los mejores JRPG que tendría la máquina, junto a un Odin Sphere que en las revistas de la época era muy valorado, así como algunos ports de PSP, o DBZ Infinite World. Y llegó 2009, con su enorme Persona 4, con Mana Khemia, con Naruto Ultimate Ninja 4, o con Sakura Wars. Los años siguientes serían de ports, versiones menores, y su FIFA anual, hasta llegar a Final Fantasy XI Seekers of Adoulin, una de sus últimas expansiones, el último lanzamiento de la consola antes de desaparecer de producción para siempre.
De PS2 se han dicho muchas cosas, desde ser capaz de controlar misiles a haber sido usada como arma de destrucción masiva. Recibió dos revisiones a lo largo de su vida, la PSTwo y la PS2 Slim, que la hicieron más ligera, aunque el concepto seguía siendo el mismo. Accesorios adicionales complementarían la experiencia, como las guitarras de Guitar Hero, los pulsadores del juego de concursos Buzz, o los headsets para los shooter online como Medal of Honor. Es también interesante conocer que Sony lanzó hace un par de años un modelo de televisor que incluso integraba esta máquina para jugar a modo de extra lujoso.
Compitió en la 6º generación contra la Sega Dreamcast, que era quizá la mejor consola que Sega había hecho nunca, pero que arrastró la pérdida de reputación de su compañía y murió casi sin poder presentar batalla. Más hicieron Gamecube (que fue el mayor descalabro de Nintendo hasta hoy) y Xbox (la primera incursión de Microsoft en los videojuegos, consagrada hoy en 360 y donde nacieron sagas como Halo y Forza).
Entre las tres no vendieron ni un tercio de lo que tuvo PS2, que prácticamente monopolizó el mercado de sobremesa y solo tuvo cierta rival en la Game Boy Advance, que sirvió a la gran N de bote salvavidas. Playstation 2 seguiría viva tras el lanzamiento de PS3, primero gracias a la retrocompatibilidad, y luego gracias a los mercados emergentes que la han acogido hasta Enero de 2013, donde cesó la producción en muchos de los principales mercados. Hoy es casi imposible encontrar una PS2 nueva ahí fuera, pero el mercado de 2º mano sigue muy vivo y en movimiento. Hoy en día ya casi no se le presta atención en ningún nivel, pero los viejos jugadores siguen valorándola y jugándola. Yo llevo desde hace un par de años realizando una operación de compras para terminar mi colección. Y hoy ha terminado.
Navidades 2000-2001 significaron para mi el inicio en los videojuegos de verdad. Crecí con un sistema y los más de 200 juegos que tengo para él, que aún hoy, en pleno 2013, sigue ocupando un lugar preferencial en mi habitación, escudado por una vieja N64 y la segunda PS3 que tengo, ya que la primera, la de 60gb, no fue capaz de sobrevivir a su predecesora. Muchas torres se alzan al encenderla, representando todos los juegos guardados en las muchas Memory Cards. Pero más que las partidas, son los recuerdos, los hechos vividos con ella. Es imborrable el haber disfrutado de sagas como Jak o Ratchet, haberme iniciando en ella a sagas como Final Fantasy o Shin Megami Tensei. Donde tengo los juegos más queridos de mi colección.
Su sombra fue demasiado alargada para una Playstation 3 que es precisamente ahora cuando está comenzando a remontar el vuelo. Pero PS2 permanece imbatida, y ni Nintendo DS y sus sorprendentes ventas han podido superar a la bestia negra de Sony al final. Ahora, merece descansar en paz en la memoria de los que la disfrutaron, y ser vista como un icono imborrable para aquellos que no pudieron llegar hasta ella. Los jugadores que empiecen hoy no van a vivir épocas como esta. De abrir las cajas, de jugar juegos completos, de leer los manuales o ver como se les estropeaban discos de tanto usarlos. De tener sistemas que duren cerca de 13 años sin más problemas que algún lector estropeado o Memory Cards borradas. Es la época grande de un mundillo que se ha vuelto industria.
Hoy, día del 5º aniversario del blog, debo rendir homenaje a un sistema con el que empecé a vivir, con 6 años, los videojuegos con intensidad. 13 años después sigue ocupando la mayor parte de mis estanterías, sigue fresca en su habitación, con sus cables y sus mandos listos para cualquier juego que quiera disfrutar en ella. Muchas propuestas en sus años muertos, como Persona 4, que hoy culminan con mi última compra que cierra la colección: Lucifer´s Call. Si llama el demonio a esta máquina, será por pecados como arrasar a sus rivales, hacer que Sega se hundiera, o haber sido demasiado para Playstastion 3. Pero sea como sea, se merece su descanso, y su espacio en todos nosotros. Larga vida a PS2.
Gracias por tu tiempo, y por leer el artículo.
Un saludo.