Artículo: Jaguar, el último zarpazo de Atari

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Cuando un jugador es preguntado por aquellas compañías que marcaron un antes y un después en los videojuegos, probablemente, muchos coincidan al decir Nintendo. Otros muchos dirán con orgullo Sega, y añoran los tiempos en los que ésta hacía hardware. Algunos jugadores dirán que una de las últimas en llegar, Sony, es la que ha triunfado por encima de todas. Pero siempre quedarán los más añejos que vivieron una etapa que hoy en día muchos nuevos gamers ni siquiera conocerán. Cuando el nombre Atari inspiraba respeto y admiración entre los jugadores, y era un destacado fabricante de hardware, teniendo el honor de crear la primera consola, la 2600, capaz de contar sus ventas por decenas de millones.

Sin embargo, todos los cuentos de hadas tienen un final. Ya fuera por su política abandonista de cara a la permisión de publicación en su sistema, ya fuera porque hubiera muchísimas competidoras de bajo calado, o por las propias ínfulas de la compañía, todo el invento se desmontó y derivó en la explosión de la burbuja que casi lleva a este mundillo al traste si no llega a ser por Sega y especialmente Nintendo. El nombre Atari quedó muy tocado. Muchos cambios de dueño, nuevas internadas en el hardware con las vetustas y fracasadas 5600 y 7200, algunos notables ordenadores personales, como el 500, y una portátil, la Lynx, que palideció frente a Game Boy y Game Gear. La gran compañía era un animal herido, pero aún no había dicho su última palabra.

La Quinta Generación comenzaba a arribar a los hogares. Promesas de la entrada de una novata Sony en la industria, el proyecto Ultra 64 de Nintendo, que aún estaba dando grandes joyas a SNES, y los experimentos de una Sega com Mega CD y 32X que acabaron dilapidando su imagen como compañía. Pero una vieja olvidada, Atari, aún quería dar un golpe de efecto, recuperar ese glorioso momento de la 2600 cuando la industria estaba monipolizada por ellos. Muchos intentos anteriores e internadas en el campo de los ordenadores personales le dieron la confianza para planear la Atari Panther, consola que nunca salió a la luz en detrimento de la que hoy nos ocupa: la Jaguar, el último estertor de una compañía que no volvería a ser lo que era.

La consola, todo hay que decirlo, se presentaba pisando fuerte en la guerra de los bits, pues presentó en 1993 64 bits, cuando la competencia, SNES y Megadrive, aún nadaba en los 16. Realmente, esto tenía cierto truco, ya que empleaba chips de 32 bits funcionando en paralelo (llamados «Tom» y «Jerry») que, juntos, sumaban esa potencia. Su CPU era Motorola, a 13.2 mhz (suena chistoso hablar de estas cantidades hoy, pero era otra época), 2 MB de RAM, y una GPU con arquitectura RISC. En síntesis para los que no manejan estas cifras, se debería suponer que superaría ampliamente lo que las otras consolas del mercado presentaban pero, como veremos, termino siendo todo agua de borrajas.

La consola, quizá, llegó en un momento realmente pésimo para Atari. Los 16 bits estaban viviendo su madurez completa, y aún darían más que hablar en los siguientes dos años, sumado a que los jugadores ya no asociaban a Atari al éxito. Eso era cosa de jugadores más añejos, y probablemente muchos de ellos estaban en los ordenadores personales como Spectrum, Commodore 64, y similares. En el mercado de consolas, SNES y Megadrive estaban en plena pelea, y las portátiles eran un monopolio de la Game Boy. No parecía haber espacio para el felino de Atari, al que se le tuvieron que sumar una serie de problemas propios que acabarían por enterrarla.

El primero, y más evidente de todos, era el mando, que bien podría llamarse la antítesis de la ergonomía. Si bien su mitad superior era bastante permisible para los estándares de la época, esos pequeños y desaprovechados 12 botones inferiores le conferían un aspecto armatóstico cuando lo cogías con las manos. No era nada cómodo jugar a la Jaguar con ese mando, y cuando compites contra el que muchos jugadores decían que era el mejor mando jamás hecho, el de SNES, no puedes permitirte fallar en lo básico. Sony, con PS3, supo ver a tiempo que el mando boomerang no iba a ninguna parte, pero en 1993 nadie dijo a Atari que cometía un error.

Igualmente, Jaguar adoleció de un problema que luego perseguiría a Saturn y terminaría por arrinconarla a Japón y los juegos de Sega, que es la dificultad a la hora de programar nativamente para ella. Una arquitectura revolucionaria siempre conlleva problemas para los desarrolladores a la hora de manejarse con los devkits, y Atari no hacía precisamente un ejercicio de transparencia a la hora de facilitar las cosas.

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Sus 64 bits, a la hora de la verdad, no eran ni por asomo lo que prometían, e incluso se evidenciaron con el tiempo problemas en la propia arquitectura de la máquina. Todo esto es inadmisible si pretendes lanzar un sistema en condiciones, y es muy probable que Panther tuviera mucha culpa de ello. No olvidemos que la última compañía que intentó pelearse con dos hardware a la vez fue Sega, con las dos Dreamcast paralelas, y todos sabemos como acabó.

La publicidad de la consola tampoco es que resultara demasiado ostentosa. Convenció a algunos, pero no logró calar en el público que ya tenía su SNES o Megadrive y esperaba impaciente los proyectos Ultra 64 y Saturn, algunos incluso tímidamente el gran éxito que terminó siendo la llamada Playstation X. Atari, simplemente, se quedó en medio de dos generaciones, ya que ni era capaz de mejorar lo ya visto en los 16 bits, en parte porque fue un nido de ports, ni su potencia era capaz de hacer frente a los sistemas de 32. Nada de lo que Jaguar tuvo fue capaz de superar a N64 o PSX, y eso, si pretendes triunfar, es un mero anhelo absurdo, un ejercicio de orgullo de Atari para demostrar que aún podían competir.

El proyecto Jaguar se había estado gestando ya en 1991, con dos ideas paralelas (Panther y ella) de las que se descartó una. Se lanzó en 1993 en América y Japón, y 1994 en Europa, al precio de 200 dólares con un cartucho incluido, Cybermorph, un mediocre juego de aviones en un pseudo-3D y una señora irritante cada vez que chocabas (que no eran pocas). El AVGN hizo un interesante vídeo al respecto. Se lanzó con muchas promesas y juegos por venir, pero muchos se retrasaron, otros, simplemente no cumplían con las expectativas, y los demás ni salieron.

Algunos juegos que destacarían en el sistema fueron Tempest 2000 (quizá pueda llamarse uno de los mejores del sistema con toda claridad), Trevor McFur (este negativamente, pues se criticó mucho e incluso se le acusó de ser una demo), más la tríada de shooters Doom, Wolfestein 3D (muy populares en los ordenadores personales, y portados a muchos sistemas) y Alien VS Predator, que se terminó convirtiendo en el juego más vendido del sistema (lo cual tampoco es que tuviera mucho mérito). No hace falta recordar uno de los más sonados, Rayman, licencia que nació en esta máquina pero que, dado su nulo éxito, fue portado posteriormente a PSX o Saturn, ganando un éxito muchísimo mayor y llegando a ser un icono plataformero.

Con la llegada de los sistemas de 32 bits, Atari comenzó a verle las orejas al lobo, pues los jugadores, si ya en las navidades de 1994 habían decidido apostar antes por juegos de sus 16 bits que por el felino de Atari, directamente con la llegada de PSX y Saturn le dieron total y absolutamente de lado. La veterana compañía no se iba a rendir, y para tratar de paliarlo, decidió lanzar una unidad de CD para el sistema, llamada Jaguar CD (¿recordáis como acabaron los intentos de Nintendo y Sega en este campo?) que prometía hacerla más potente que PSX, así como un mando de control con más botones (pero el mismo diseño). Solo 11 juegos, destacando Myst, Primal Rage o Dragon´s Lair, fueron insuficientes para demostrar nada, y la consola comenzaba a dar sus últimos zarpazos.

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En el 1995, Atari comenzó a desmontar su división, aunque dieron aún algo de soporte a la consola, lanzando un último juego para ella, Fight for Life. Se fusionaron con JTS, y la consola murió sin presentar batalla, resultando en la última incursión hasta hoy de Atari (que hoy apenas es un nombre) en el campo del hardware. Las ventas totales del sistema apenas llegaron a las 250.000 unidades (muchas vendidas a 30 libras en Reino Unido en 2001, en una liquidación), por lo que nos podemos hacer una idea de cuánto vendieron sus juegos. Jaguar II, su sucesora, estaba preparada, pero nunca vio la luz, si bien una versión mejorada del sistema, CoJag, hizo su aparición en forma de placa arcade.

No obstante, 1996 aún vio como Telegames publicaba algunos juegos nunca lanzados en el sistema, como los famosos Worms, Breakout 2000 o Iron Soldier II. El campo del homebrew también sigue algo vivo gracias a Hasbro, que liberó los códigos de la consola al comprar Atari, así como muchos prototipos de juegos de la máquina que jamás vieron la luz, y bien podrían hacerlo alguna vez. No vive la curiosidad de Dreamcast, que quizá por romanticismo sigue recibiendo lanzamientos comerciales, pero al menos la consola no está olvidada en los abismos (si bien la emulación de la misma es bastante complicada). Atari pagó todos sus errores e inestabilidad de esos años en su enésimo fracaso estrepitoso en el campo del hardware, que la ha condenado hoy a ser una curiosidad histórica en el mercado videojueguil.

Hoy en día, el que quiera disfrutar esta consola, puede adquirirla por un precio no demasiado elevado, pudiendo disfrutar algunas curiosidades históricas. Pero realmente, no se pueden destacar demasiados juegos de este sistema, salvo los ya mencionados anteriormente. Sumando un mal mando a una complicación extrema de programación, más la incógnita sobre si era un sistema de 64, 32, o incluso 16 bits, hizo que los jugadores, como a tantos sistemas, le dieran la espalda. Jaguar quizá intimidó demasiado, prometió más de lo que dio, o simplemente no fue capaz de seguir la carrera, pero, sea como sea, siempre va a quedar como la última consola de la mítica Atari, que solo los más añejos recordarán como una gloriosa compañía.

Gracias por tu tiempo, y por leer el artículo.

Un saludo.

JC_ADXArtículo: Jaguar, el último zarpazo de Atari

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