Me gustan las buenas historias. Las que te hacen ver más allá, soñar, reírte, pensar… y, cuando hallas alguna, hay que contarlo. Y lo contrario, hay que avisar cuando te venden la mediocridad como obra maestra. Sed bienvenidos, fremen
Una Switch 2 llegó a esta Casa Capitular y con ella Mario Kart World. No soy un fanático de los Mario Kart, pero he jugado varios, como el original de Super Nintendo el de Nintendo 64 pero con el que jugué un montón fue con Mario Kart 8.
Ha sido un impulso el que me ha hecho comprar la Switch 2. Yo creo que ha sido sobre todo porque la Nintendo Switch se ha ganado un sitio privilegiado entre las consolas que he tenido, que desde las Game and Watch hasta aquí han sido unas cuantas.
El catálogo de Switch es uno de los mejores en la historia de los videojuegos. Una forma un tanto objetiva de verlo es mirar Metacritic, que hace una media ponderada de las críticas de medios de todo el mundo de cada juego. Así, podemos ver como Switch tiene, hasta el momento, 40 juegos con “Aclamación popular”, es decir, con medias por encima de 90. Esto es más que cualquier otra consola de esta generación o de la pasada.
Es una gran consola con un gran catálogo y el salto a esta Switch 2 era muy fácil. Para empezar, tenía retrocompatibilidad con la inmensa mayoría de los juegos por lo que pasar de una a otra no te hacía tener que renunciar a los juegos que había atesorado desde 2017, más bien al contrario.
Era difícil empeorar el evento principal del Summer Game Fest y efectivamente, el evento de Microsoft estuvo muchísimo mejor.
Hubo ausencias preocupantes (Fable, Perfect Dark, State of Decay 3, Everwild…) pero también muchos anuncios de nuevos juegos interesantes, casi todo con fechas aunque menos gameplay del deseado.
Entre los juegos nuevos presentados, los que más me interesaron fueron estos.
He mirado por si el año pasado también me pareció uno de los peores eventos de la historia y para nada. No me pareció apasionante pero no estuvo mal. Además, como el año pasado, este año también lo vi bien acompañado en El Batallón Pluto así que la comparación es en similares condiciones. Sin embargo, de este he sacado muy poco que merezca la pena, a pesar de la inmensa cantidad de juegos que aparecieron.
Sony no se ha querido sumar al show de Geoff Keighley pero tampoco quería perderse esta ventana en el año dónde todas las miradas se dirigen al mundo de los videojuegos desde los tiempos del E3.
Me ha sorprendido este manga desde la forma de contar la historia hasta lo que cuenta. Llegó a mí como regalo de mi prima por el cumpleaños pero tardé en ponerme con él. Parecía distinto e interesante, lo que no sabía es la rabia que iba a sentir al leerlo.
Hoy me he preguntado de qué manera podía celebrar el orgullo friki pero es complicado hacer algo distinto cuando lo habitual es leer cómics, jugar videojuegos, ver películas y series frikis de anime, ci-fi o superhéroes e irme a dormir leyendo un libro de fantasía, ciencia-ficción o género negro.
Como no lo celebre No haciendo nada friki, no sé en qué iba a cambiar, pero es que me gusta ser friki. No me gusta la expresión aunque sí que la hayamos normalizado y hayamos desactivado el insulto como los gays hicieron con la palabra “maricón”. Pero sí me gusta la cultura pop y todas esas obras desde siempre.
Lo mejor del mundo, para el jugador, es la competencia. No me refiero a la competencia para otros jugadores. Me refiero a la competencia entre empresas de videojuegos. Si Sony tuviera competencia real y se jugara las ventas con otras empresas, no subiría los precios de las consolas, dos veces, en medio de la generación, porque la gente compraría las otras consolas.
Con FC 25 sucede algo parecido. Si hubiera algún juego que le disputara el trono cada juego de la generación de consolas no sería una actualización de plantillas a precio completo.
Llevamos cerca de 50 años jugando videojuegos. En el blog he hablado de juegos como Pong, Breakout o Asteroids, juegos que se basaban completamente en las mecánicas con unos gráficos que actualmente nos resultan muy sencillos, minimalistas incluso, pero la tecnología no daba para más.
Jet Set Willy en The Spectrum. Los gráficos no daban más de sí
Ha habido una evolución gigantesca en estas décadas en el apartado gráfico. De los juegos de 8 bits de los 80 de los micrordenadores como el ZX Spectrum a los MSX pasando por Commodore 60 o Amstrad CPC, a los de la Mega Drive, Super Nintendo o el PC de los 90.