Cómo conocí a Pink Floyd (más vale tarde) – Iniciativa Colaboración Invisible (por Antonio Hermoso)

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Antes de nada, hacer mención a la primera edición de la iniciativa de Zhols de «Colaboraciones invisibles» y agradecer a Antonio este pedazo de colaboración que se ha marcado, Link a su blog.  Y también os dejo el link a la entrada explicativa de la iniciativa.

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Cómo conocí a Pink Floyd (más vale tarde)

Un Disco

Un disco.

Una pared de ladrillo blanco.

Sobre ella unas enigmáticas letras a tinta, esbozadas con una acusada inclinación. Una especie de manifiesto, de grito, rabia contenida ejecutada en unos trazos maestros.

Era 1981, aún retumbaba en el ambiente el intento golpista del coronel Tejero (del cual solo conservo que la TV enmudeció y me quedé sin disfrutar de Barrio Sésamo). Y en esa fría tarde, con febrero dando los últimos coletazos, descubrí uno de los grupos que, muchos años después (demasiados), constituyó para mi toda una revolución.

El albúm era The Wall.

El grupo, Pink Floyd.

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Y así que comenzó todo

Miguel, mi hermano mayor, tenía un gusto muy especial para la música y me orientó, sin apenas proponérselo, hacia todo el bagaje musical que hoy disfruto, algo muy diferente en aquellos años para un chico de mi edad.

Vinilos de mis hermanos como Jesucristo Superstar, Tequila, La Guerra de Los Mundos, Los Pecos (si, los Pecos, hostiapu…), Mecano, Los Rebeldes, Radio Futura… convivían caprichosamente con discos de zarzuela, pasodobles, unos irreconocibles Mocedades y un Luis Cobos desatado en plena exaltación creativa, todos de mi padre.

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Y de todos los vinilos, yo tenía especial fijación por dos de ellos; Jesucristo Superstar y La Guerra de Los Mundos. Sobre todo por su especial instrumentalización, plagada de sintetizadores y sonidos electrónicos, que a mi me fascinaban.

Y a partir de los 7 años hasta los ventitantos mi música de referencia se convirtió en todo lo que rezumase new age, sintetizadores y sonidos orquestales.

Así era yo. Que cosas.

¿No querías new age? ¡Pues toma new age!

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Jean Michel Jarre, Kitaro, Vangelis, Enigma, Mike Oldfield, Enya, Alan Parson Project, Yanny… eran (y algunos de ellos son) grupos imprescindibles para mi.

Las series y películas también ayudaban a potenciar ese estilo de música que en los 80 y 90 inundó todo; Twin Peaks, Corrupción en Miami, Carros de Fuego, el Trueno Azul, El Exorcista, Blade Runner, The Running Man, 1942, La Misión, Pepa y Pepe…

Por aquellos años yo seguía ensimismado con la música de síntesis, y esto, unido a mi afición por los ordenadores y que para mas Inri me compré un Roland E16, pues fue un no parar. Era el frenesí.

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La cassette de Pink Floyd

El segundo contacto con Pink Floyd tuvo lugar comprando unas cintas en un centro comercial.

Mis amigos eran más de Extremoduro, Platero y Tu, Los Celtas, Def Leppard (o Di Lepa como se terminó rotulando en una copia pirata para el coche), Bon Jovi que lo petó con «Arma Joven«.

Y yo, con mi puntito friki, y sobre todo por llevarles la contraria, pasé con aire despectivo por la sección heavy/rock acercándome peligrosamente al mostrador de música menos comercial.

Allí compré “The División Bell” de Pink Floyd. (si, lo reconozco, porque me moló la carátula, me recordaba a la puerta de las dos esfinges, de “La Historia Interminable”. Ahora fustigadme.)

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– Miralo, se ha comprado una de Pink Floyd

– Si es que siempre ha sido un “Friki” Toño, eres raro de coj…

– ¡¡No tenéis ni puta idea, payasos. Esto es cremita!!

Era 1994, y desde que vi la primera portada de Pink Floyd hasta que compré una de sus cintas habían pasado 13 años. No iban a pasar hambre ni nada las discográficas conmigo.

Y durante esos años solo había sido capaz de asociar “Another Brick In The Wall” con el cuarteto británico.

The División Bell” debo reconocer que me gustó, y mucho. Había algo en los arreglos, en los sonidos de los órganos, en las notas sumamente estiradas de la guitarra, en los acordes tan atípicos, no se explicarlo, era un “todo” que me cautivaba.

No es un disco que entre con una sola escucha, pero, como prácticamente todo lo que hace Pink Floyd, es necesario darle varias vueltas hasta que te atrapa con cada una de sus canciones.

El led rojo en el lomo

Después de “The División Bell” en cinta, vino ya en formato CD el directo “Pulse”.

– Miralo, se ha comprado un CD doble de Pink Floyd, va a peor.

– Menudo “Friki”, seguro que se lo ha comprado porque lleva una lucecita atrás

– ¡¡No tenéis ni puta idea, es el directo de Pink Floyd!! Esto es lo mejor que se ha hecho desde Elsa Pataki.

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Pues si, me lo compré porque tenía un led en el lomo (¡El CD, no yo!) que parpadeaba continuamente. De no ser por ese gancho comercial probablemente ni me lo hubiera comprado.

Me gustaba Pink Floyd pero no se porqué extraña razón no terminaba de pillarle el punto. No me atraía lo suficiente.

Vamos de concierto a Nájera

Un grupo de mi ciudad se presentaba al público en un pequeño bar de Nájera, y todos ellos eran conocidos míos. El grupo era nuevo, pero los músicos ya tenían mucho camino recorrido en el mundo del directo.

El grupo, Ático32. El año, 2006.

Una almagama de viejos roqueros y jóvenes promesas mezclados en un ambiente muy sano.

Yo me dejé caer por allí (tampoco había mucho más que hacer en una ciudad tan pequeña) y mientras tomaba unas cervezas con los colegas, anunciaron una de Pink Floyd.

“Pfff, el Muro”, pensé despectivamente para mis adentros. Pero no.

La luz muy baja, humo de tabaco y sustancias inundaban la sala mientras una guitarra rompia el silencio con unos acordes que me resultaron extrañamente familiares.

Los había oído anteriormente, en el álbum “Pulse”. Pero allí, en el concierto, gracias a la extraña magia del directo, todo me sonaba muy diferente. Muy especial.

Era “Wish You Were Here

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Más vale tarde

En ese momento me di cuenta de lo mucho que me estaba perdiendo. Había estado oyendo a Pink Floyd, pero no lo había escuchado, no había sentido la emoción detrás de la música, del verdadero alcance de sus melodías.

En ese momento me enganche. Me enganche a la particular forma de interpretar el rock progresivo, a la experimentación y sobre todo a su sonido, al sonido Pink Floyd.

Comencé a interesarme también por la historia del grupo, por Roger Waters y su talento como compositor, a la separación, a los excesos que devinieron en locura del malogrado Sid Barret.

A la genial incorporación de David Gilmour, a la precisión de Nick Manson a la percusión y batería, y al impresionante trabajo de composición y creación de sonidos del desaparecido Richard Wright.

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Pinceladas musicales para iniciarse

Comencé a repasar su discografía, a pasarme horas y horas escuchando “Dark Side Of The Moon” (obra maestra) vuelta y vuelta.

Aprendí a perderme en los ecos del tiempo con “Echoes” y su particular “sonar”, a disfrutar cada segundo del solo de guitarra de “Comfortably Numb”, a emocionarme con la letra de “On The Turning Away”, a sentir la perfecta comunión “eclesiastica” entre música y voz que implica “Great Gig In The Sky” con Clare Torry , a volver a respirar con “Breathe”, a echarte de menos (si, a tí) con “Wish You Were Here”, a transformarme en el más loco de la colina gracias a “Shine On You Crazy Diamond” y a sentir un crescendo musical como nunca he sentido con “Total Eclipse of The Moon”.

Existen muchos, muchos más temas de la prolífica carrera del grupo que me dejo en el tintero, pero si lo hiciera me temo que se acabarían los adjetivos antes que las canciones.

No supe escuchar a Pink Floyd hasta que realmente estuve preparado, y cuando ocurrió resultó increible.

Quizás quien sabe, tal vez en este momento, leyendo este artículo, sea tu momento.

Si es así… DISFRÚTALO.

Anécdota, anécdota: El grupo Ático32 necesitaba un teclista, y justo después de ese concierto me propusieron formar parte de él, y así hasta hoy. (aunque más que amenizar amenazo con mi teclado)

La vida es increible (Aparte de por los chollos que puedes encontrar en Amazon).

Ya no solo disfrutamos escuchando música de Pink Floyd, también disfrutamos ejecutándola (a veces en el más literal sentido de la palabra).

Y poco más que añadir. Muchas gracias por leer. Era algo imprescindible para poder llegar hasta aquí.

Si deseas dejar algún comentario hazlo ahora y no en el bar, que nos conocemos!

Antonio Hermoso (najeraretrogames.com)