Antiguo Deltamento


 

Entre las leyendas que nos llegan del pasado remoto, hay una que dice así…

“Hace mucho tiempo, existió un reino que ocultaba el mayor talento que Internet había conocido”

Era un lugar hermoso, de verdes bosques y enormes montañas, donde reinaba la paz.

La comida manaba de sus fuentes y el vino corría por las laderas, por lo que sus habitantes podían dedicar su tiempo a ser artistas y crear.

Cuadros, historias, poesías…

No había disciplina que no se tratara en aquel sitio.

Su nombre: Gamefilia.

No es de extrañar que más pronto que tarde viles criaturas intentaran hacerse con el control de esas tierras. Trols venían de todos los confines del continente intentando acabar con la paz del lugar, ya fuera por diversión o por mero despecho. La mayoría intentaban entrar por la fuerza y eran repelidos con éxito, pero algunos (los más astutos y peligrosos) actuaron con sutileza y lograron infliltrarse, valiéndose de potingues y hechizos para ocultar su identidad y dañar la aldea desde dentro. Ninguno lo logró, pero sus nombres todavía resuenan por los oídos de los pocos ancianos que quedan que vivieron aquellos tiempos.

 

Pero no es esta la historia que hoy quiero contaros.

 

Gamefilia era una pequeña aldea, y como toda aldea pertenecía a un reino mayor: las tierras de Prisa, siendo su monarca Meristation el Tercero.

 

Meri el Tercero no era el mejor gobernante del mundo, y a decir verdad demasiado a menudo hacía oídos sordos de las súplicas o sugerencias de los gamefilianos, pero  durante su mandato ningún accidente era demasiado problemático ni ningún troll duraba más de unas horas desde el momento en que se le detectaba.

 

Gamefilia, tal y como era de esperarse por todo el talento que allí atesoraba, intentaba crecer, pero con el paso de los años la política de Meri se volvió más y más dictatorial, causando sus regias normas problemas a la población e imposibilitandode forma más acusada la expansión de la comunidad.

 

“Cuando mi hijo me suceda en el trono, todos vuestros ruegos se cumplirán, mas primero debemos instruir apropiadamente al nuevo monarca.”

 

Los gamefilianos le creyeron. ¿Qué otra cosa podían hacer?

 

Y entonces Meri el Tercero murió y Meri el Cuarto subió al trono.

 

Fue una tragedia.

 

El tiempo y la destrucción de documentos nos hacen imposible saber a ciencia cierta qué sucedió exactamente, pero todos concuerdan en que un gran mal asoló todos los rincones del continente a cargo del nuevo rey.

 

Gente que no podía entrar en su propia casa, resurrección de muertos, imposibilidad de defenderse de los trolls…

 

Un horror que duró semanas, tiempo en el que Meri el Cuarto calló y dejó a la pequeña Gamefilia sumirse en la desesperación.

 

“Primero debemos arreglar ZonaForo, pues es la zona donde más gente vive”, comunicó su portavoz.

 

“Primero debemos estabilizar la Página Principal, pues es la entrada de nuestra ciudad” anunciaron una vez solucionado lo anterior.

 

“El problema de los muertos vivientes ha durado demasiado, es hora de ponerle un fin y evitar que vuelvan a molestar a nuestros usuarios de la capital.”

 

“Mucha gente todavía tiene problemas en los núcleos urbanos, debemos destinar todos nuestros recursos a ellos primero.”

 

“Todavía no”

 

“Un poco más de tiempo”

 

“En cuanto acabemos”

 

Pasaron los meses y lo que antes era un vergel de paz y prosperidad se había convertido en un suburbio, una triste parodia de sí mismo incapaz de reflejar la magnificencia que en otro tiempo tenía.

 

La mayoría de los usuarios huyeron.

 

Muchos se establecieron en otros continentes e intentaron encajar en otros pueblos; otros, más aventureros (o tal vez necios) levaron anclas y zarparon en busca de nuevas tierras; de  la mayoría de ellos nunca se volvió a saber nada.

 

Incluso algunos llegaron a crear sus propios pueblos en islas todavía sin explorar, pero ninguna perdura hasta nuestros días y muy pocos saben qué pudo pasar allí para que terminaran tan mal.

 

Los que se quedaron todavía mantenían la esperanza.

 

“Algún día lo arreglarán”

 

“No puede durar tanto tiempo”

 

“Hay que ser tolerantes, tienen otras cosas que hacer”

 

Tristemente, ninguno estaba preparado para la barrera.

 

Nunca se supo qué la causó, pero durante semanas un extraño campo magnético lanzó a todos los habitantes al exterior del pueblo y tuvieron que quedarse en la frontera viendo como espíritus y entes de diversa calaña pululaban por sus hogares y se mofaban de ellos desde la distancia.

 

Pasaron los días y el silencio habitual se hizo más doloroso. ¿Cómo podía ser que a nadie de la corte le importara lo que pasaba en sus casas?

 

Finalmente, los pocos usuarios que quedaban se reunieron a las afueras y tomaron una decisión: crearían una nueva Gamefilia.

 

“¿Y si no nos siguen nuestros lectores? ¿Y si mientras nos vamos lo arreglan todo y no nos enteramos? ¿Y si acabamos en la ruina y sin nadie que nos ayude?”

 

Conocían los riesgos y sabían que probablemente no saldría bien, pero ¿por qué no? La alternativa era seguir bajo el yugo de Meri el Cuarto, el cual se enriquecía con sus trabajos y solo les causaba más y más problemas.

 

Con el corazón encogido y lágrimas en los ojos partieron, no sin antes preguntarse si no sería todo un plan de Meri para acabar definitivamente con el pueblo y así usar el terreno para otros fines más acordes a su nueva política.

 

El peregrinaje fue duro y muchos cayeron por el camino presa del hambre y las dudas. Otros, todavía recelosos, decidieron dar marcha atrás y volver a Gamefilia, pues corrían los rumores que la barrera se había disipado y que ya se podía volver a trabajar allí. Algunos, cegados por el dolor y el despecho, siguieron adelante con el doble de energías en busca de una nueva oportunidad.

 

Y entonces lo encontraron.

 

Era un lugar como otro cualquiera, sin nada de especial ni ningún abalorio que lo hiciera mejor que los demás, pero era suyo.

 

Poco a poco empezó la construcción de la ciudad. Fue una época llena de intriga e incertidumbre, pues como todos eran poetas la construcción recayó en el único obrero que tenían (el cual también hacía las funciones de arquitecto y decorador) pero finalmente…

 

…allí estaban.

 

ZonaDelta acababa de nacer.